sábado, 7 de agosto de 2010

El Consumo, el motor de nuestra economía. Información que comparte el Profesor José Luis Razo

CONSUMO, ERGO SOY

Jorge Majfud
Alai-amlatina
08-01-2009

Money, money, money

Un descenso en el consumo es la peor noticia de estos últimos meses del 2008 en Estados Unidos, México, Europa, Rusia, Japón, Indonesia, China y la Cochinchina. Los presidentes de todo el mundo, de todos los colores y de todas las ideologías en consumo, tratan desesperadamente de confirmar la fe de los consumidores en La Economía, para que vuelvan a consumir más y no cunda el pánico de una catástrofe de consumidores que no consumen. Europa, Japón y Estados Unidos ya han inyectado dinero en los mercados para que los consumidores consuman. Casi nadie habla de los problemas de la producción sino de los problemas del consumo. Si antes el ahorro era la base de la fortuna ahora la obligación moral es el gasto, porque es la base de la reactivación.
Casi un año atrás el gobierno norteamericano había enviado jugosos cheques a cada uno de sus consumidores para que los invirtieran en consumir, pero a alguno se le ocurrió la mala idea de ahorrarlo o prefirió pagar alguna que otra deuda. Hasta los programas de la farándula —que son los principales programas de educación popular—, como El Gordo y la Flaca de Miami parecen haber hecho causa heroica sobre la obligación de consumir para impulsar el desarrollo, por lo cual irse de shopping pasa a ser un valiente acto de altruismo. Una vez más los pobres y hambrientos del mundo tienen más motivos para agradecer a los ricos despilfarrantes.
Hace unos cuatro años le dije a un amigo brasileño que defendía la costumbre de la gente en Estados Unidos de comprar y tirar sin necesidad, que un progreso que se base en este consumo desorbitado no me convencía en su lógica interna. Mi amigo me replicó que si no fuera por todo lo que se tira y desperdicia en Estados Unidos no habría tantas industrias en África y en América latina ni países socialistas como Venezuela venderían tanto petróleo a precios tan altos.
Hasta cierto punto tenía razón, pero visto en su globalidad afirmar que cada vez que uno tira a la basura media pizza, un televisor o una silla fuera de moda, en realidad le está haciendo un favor a un pobre en alguna parte del mundo es una lógica que falla por algún lado. Hasta cierto punto es comprensible que si los yanquis no consumen la basura que produce China, los otros países productores de materias primas, países en vías de consumo, pierden más mercados, empezando por el mercado del petróleo. Pero como entre los drogadictos, las inyecciones de dinero dulce se han repetido con menor efecto cada vez. A largo plazo, basar el progreso en el mero consumo sigue siendo un absurdo que tendrá que cambiar algún día. Un absurdo del que todos formamos parte de una forma o de otra.
Ahora, ¿cómo es posible mantener viva esta superstición por tanto tiempo?

Miénteme muy lentamente

Pese a todo, la narrativa macroeconómica ha sido, increíblemente sincera: el objetivo de los consumidores —antes ciudadanos, gente, personas— es consumir. O las crisis vuelven sinceros a sus actores o el trabajo sucio lo sigue haciendo la narratura social. Veamos.
Un comercial de Best Buy muestra a una joven empleada hablando en spanglish. La joven narra cómo recientemente atendió a dos niños que querían hacerle un regalo a su madre y sólo tenían unas cuantas monedas. Ella los ayudó a conseguir un modesto disco de música para que los niños tuviesen algo qué regalar. Al final, la joven concluye con una moraleja al estilo de los Exemplos del Conde Lucanor en el siglo XIV: “no importa el valor del regalo sino que éste sea hecho con el corazón”. En otro comercial casi simultáneo, Wal*Mart aconseja a los consumidores que ahorren dinero en tiempos de crisis económica. Claro, para ahorrar, deben ir a consumir a Wal*Mart.
El primer sentido y objetivo de la empresa y del comercial —los beneficios económicos producidos por la venta, grande o modesta— es oculto detrás de una narración que apela a la emoción y a un discurso tradicional y políticamente correcto. El explícito “no importa el valor monetario sino el valor emocional” sustituye el verdadero sentido de la narración, que es el contrario implícito: “no nos importa el amor sino que los niños compraron, consumieron, y detrás de ellos y en su propio futuro está la continuidad de estas ganancias”. Ahora, si la lógica del beneficio no es mala ni para un socialista que vive en un mundo capitalista, ¿por qué ocultarla?
Quizás porque uno sólo puede tener una fe ciega en aquello que no se ve. La narración de la ideología hegemónica hace invisible su objetivo central presentando una visualización contraria de esa narración, es decir, creando la máscara de la historia real. De la misma forma, el mundo secular del capitalismo se enmascara con la narración religiosa que predomina en sociedades como Estados Unidos.
La narratura social —narrativa que sutura las contradicciones sociales— disocia la realidad del discurso poniendo el discurso por encima de una determinada realidad que cubre como un manto. Se confía que el público no atenderá a esa realidad sino al discurso. El discurso, al ser políticamente correcto y repetitivo, es ingerido como ideoléxico, como el espacio moral que es compartido por diferentes grupos sociales, políticos, religiosos, raciales, generacionales, and so on.
Hace unos años en Estados Unidos existían eslóganes de clínicas privadas que rezaban “Your health is our passion (Su salud es nuestra pasión)”. Tal vez porque este slogan no era del todo verosímil, para re-suturar esta contradicción, los comerciales comenzaron a incluir cápsulas dialécticas de este tipo: “your health is our business, but it is also our passion” (Su salud es nuestro negocio, pero también es nuestra pasión)”. Mientras tanto, para que una persona logre obtener un seguro de salud primero debe demostrar que no está enfermo. Es lógico, desde la perspectiva del mercado: si las compañías aseguradoras asegurasen enfermos perderían dinero. Y cuál es el objetivo de una compañía que vende derechos de salud? La salud? Sí, la salud de la compañía. La aseguradora se asegura que el asegurado no necesita un seguro antes de vendérselo. Si una compañía de seguros de salud sospecha que el aplicante puede enfermarse seriamente en los próximos años, le denegará la aplicación. Está en su derecho de proteger sus beneficios. Si de todas formas usted quiere comprar un plan de salud deberá ir a una clínica y gastarse sus ahorros para que un médico le asegure a la aseguradora que usted está perfectamente sano. Si logra hacerlo, tendrá un servicio de primera: la mejor medicina con la mejor tecnología; y si es hospitalizado tendrá el mejor menú en las salas más amplias y más confortables del mundo. Porque eso es buen servicio. Si no puede, mejor declárese indigente, porque el Estado tiene buenos programas en estos casos. Pero recuerde, usted debe ser gente o indigente, ese es el negocio.
“No importa el dinero sino comprar con el corazón”; “Su salud es nuestro negocio, pero también es nuestra pasión”. La verdad y la mentira llegaron a un acuerdo: iban a caminar juntas pero cada una seguiría disfrazada de la otra, para que el trabajo de distinguirlas sea aún más dificultoso. Ambas también acordaron hablar un idioma común y el uso de la narratura social como género literario predominante de cada nueva cultura hegemónica. Así, iban a buscar cada día nuevas estrategias para negar lo que se dice y decir lo que se niega y, al mismo tiempo, lograr que quienes deban sufrir la violencia de una determinada realidad sean ellos mismos quienes repitan la narratura que la provoca y la sostiene. Violencia dulce, pero dulce al fin. Y cuando alguien se atreva a dudar de cuál es cual, si quien habla es la verdad o la mentira, será crucificado o exiliado por la misma turba en nombre de la coherencia práctica y de la paz mundial.


REDUCIR EL CONSUMO ES MÁS IMPORTANTE QUE LIMITAR LA POBLACIÓN MUNDIAL

George Monbiot
The Guardian
03-03-2009

El crecimiento de la población es un factor más de los que contribuyen a una mayor presión sobre los recursos y al daño medioambiental. Entonces ¿por qué se esta convirtiendo en un tema recurrente para muchas personas?
Cada vez que hablo en un mitin, ocurre lo mismo. Alguien de la audiencia se levanta y se queja que nadie habla sobre la población: ¿por qué no, cuando es sin duda el tema ambiental más importante?
Volvió a ocurrir el sábado pasado, con la diferencia que esta vez el objetor- que era el Presidente del Optimun Population Trust- se quejaba que solo dos de cada cuatro de los ponentes lo habían comentado, entonces ¿por qué nadie habla sobre el número de habitantes del planeta? Y de los dos que hablaron, no hablaron lo suficiente.
A mi me suena raro, como Sir David King- el ex jefe científico y otro de los ponentes – han puesto a la población como el centro de sus diagramas de los problemas ambientales, de los cuales, el competía, los demás perdieron. Pero él, como el que preguntó, esta equivocado.
Como uno de los gráficos que King mostró y como la ONU y científicos independientes predijeron, la población mundial llegará a un máximo de 9.000 millones en 2060 y después descenderá unos 500 millones para 2100.
Por supuesto que la biosfera no puede permitirse esas cantidades, y esto cargará una presión extra del 40-50 % en cada asunto relacionado con el medio ambiente. Es un asunto, ¿pero es el asunto?
Hasta que llego la recesión, el ritmo de crecimiento global era del 3,8%. Los gobiernos mundiales desean y rezan para que volvamos a ese ritmo lo antes posible. La población, por supuesto, es uno de los componentes del crecimiento económico, pero el ritmo actual de crecimiento de población es del 1,2%.
Es responsable de un tercio del crecimiento económico normal. El resto se debe al crecimiento del consumo. El consumo, en esta medida, tiene el doble de responsabilidad que la población sobre la presión sobre los recursos y los ecosistemas.
Pero la comparación es mucho más desoladora de lo sugerido anteriormente. El crecimiento de la población, como muestra la grafica de King, y como el mismo admitió en su presentación, se autorregula: la población global está o ha pasado por una transición demográfica. El consumo no. Seguirá creciendo hasta que provoque un colapso ecológico, que es el problema que estamos intentando evitar. Por todos los medios debemos ayudar a la gente a que tengan acceso a los anticonceptivos que quieran, ayudemos a las mujeres para que elijan libremente sus elecciones reproductivas. Pero no pretendamos que su fertilidad sea el tema ambiental más importante.
Entonces ¿por qué esta numerosa congregación de don nadies sigue martilleando sobre este asunto? Bien, no he podido evitar observar que nueve de cada diez son hombres blancos de media edad que ya han tenido sus hijos. Vienen de un grupo que es más responsable de la destrucción ambiental que ninguna otra clase en la historia. Su consumo de prácticamente todos los recursos conocidos sobrepasa el del resto de todos los habitantes del planeta juntos. Solo existe un asunto importante del que no pueden ser culpados: el aumento actual de la población. Y, ¿te lo puedes creer?- es de lo que precisamente quieren hablar.

Artículo original

http://www.guardian.co.uk/environment/georgemonbiot
Traducido por Félix nieto para Globalízate
http://www.globalizate.org/monbiot010309.html

Nota del traductor

Para demostrar que vivimos en un mundo globalizado decir que lo mismo me ha ocurrido 3 veces últimamente, dos en conversaciones privadas y otra con motivo del taller sobre cambio climático en el Foro Social Mundial- Madrid, y para que sea mayor la coincidencia los tres corresponden al grupo de hombres blancos de media edad mencionados por George.
el

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