sábado, 4 de junio de 2011

El Prof. José Luis Razo se dirige al presidente de la CEM

CARTA A LA JORNADA JALISCO, 03-06-11

Sr. Director:

Mucho agradeceré tenga a bien publicar en el Correo Ilustrado de la Jornada Jalisco, los siguientes comentarios.

El presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM), arzobispo Carlos Aguiar Retes, hizo el día de ayer algunas declaraciones sobre la lucha del gobierno federal contra el narcotráfico que me parecen delicadas y peligrosas, sobre todo tomando en cuenta las más de 40 mil muertes que se han contabilizado en dicha lucha, que muchos prefieren llamarla guerra, como así lo externó en un principio el titular del Ejecutivo. Las declaraciones del presidente de la CEM presentan como “encomiable” dicha lucha y, en cierta manera, vienen a justificar las acciones emprendidas escudándose en que el “presidente Calderón dijo desde el principio que su lucha es por preservar el Estado mexicano, cuando señaló ‘creo, estoy consciente que va a costar sangre’. “Él no nos engañó, nos lo dijo desde que era presidente electo. Se encontró con el problema, tenía que afrontarlo, tenía que costar sangre y nos duele; lo lamentamos profundamente, no nos gusta, pero es indispensable…” (La Jornada, 3 de junio de 2011)

Creo que el cumplimiento de una promesa como ésta, tan dolorosa y que ha sumido al país en duelo, no justifica que la opción del ejecutivo federal sea la correcta. El asunto es sumamente delicado y la CEM, por medio de su presidente, ha hecho declaraciones que no están de acuerdo con el sentir del pueblo de México particularmente de quienes han sufrido y siguen sufriendo en carne viva los estragos de dicha “guerra” o “lucha”. Por todas partes se oyen y se leen opiniones discrepantes tanto a nivel nacional como internacional. No se niega el hecho de que tenga que atacarse la plaga del narcotráfico, lo cual es necesario. Lo que se cuestiona es la forma como se viene haciendo y que ha costado miles de vidas humanas. México, por otra parte, está haciendo la tarea que los Estados Unidos no se atreven a hacer en su propio territorio, como lo expresó recientemente Javier Sicilia al recibir en San Franscisco, Ca. (USA) el premio Global Exchange de derechos humanos: “Su consumo de drogas, su apoyo irrestricto a una guerra que no se atreve a tener dentro de su territorio, su industria armamentista que nos está asesinando, deberían hacer que los ciudadanos de Estados Unidos se movilizaran para exigir a su gobierno un cambio en esta estrategia que día con día nos está costando mucho en vidas, dolor y destrucción. Si no lo hacen, serán cómplices de crímenes de lesa humanidad.” Hay que tener presente que somos muchos los que estamos de parte de Javier Sicilia (católico) y que exigimos otras alternativas aquí en México en la lucha contra el narcotráfico.

Además, a nivel internacional nos encontramos con la postura decidida por La Comisión Global de Políticas sobre Drogas, integrada por varios expresidentes de diversos países y otras notables personalidades de la política y de la cultura. En su declaración señalan claramente que “fracasó la guerra contra las drogas; urge modificar estrategias” (La Jornada, 3 de junio de 2011).

Me pregunto si tantas voces en contra de la política emprendida por Calderón no han de servir para que el Episcopado Mexicano (la CEM) modifique el apoyo que está dando al ejecutivo federal.

Por otra parte, sabemos que dentro del mismo episcopado se han alzado voces –pocas, pero muy representativas- que han manifestado un claro distanciamiento sobre una guerra cruel e insensata.

Deseo manifestar estas reflexiones con unas palabras sabias de Paulo VI en su carta Octogesima Adveniens: Frente a situaciones tan diversas, nos es difícil pronunciar una palabra única, como también proponer una solución con valor universal. No es nuestro propósito ni tampoco nuestra misión. Incumbe a la comunidades cristianas analizar con objetividad la situación propia de su país, esclarecerla mediante la luz del Evangelio, deducir principios de reflexión, normas de juicio y directrices de acción según las enseñanzas sociales de la Iglesia tal como han sido elaboradas a lo largo de la historia …” (14 de mayo de 1971). Me pregunto si los obispos y la CEM, por medio de sus obispos y de su presidente, han promovido una consulta a las comunidades cristianas para analizar un problema tan serio y tan dramático y que está costando tantas vidas de seres humanos, la gran mayoría, indefensos e inocentes.

En la iglesia se ha hablado de que la jerarquía en contadas ocasiones puede decir su palabra “ex cathedra”, pero también, como Paulo VI señala en alguna forma, ha de tener su “silencio ex cathedra” (Xavier Alegre), para escuchar las voces que vienen desde abajo, del pueblo “crucificado y doliente”.

A t e n t a m e n t e,

José Luis Razo Ochoa.

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