jueves, 3 de febrero de 2011

Sobre la situación de Egipto.- José Luis Razo



Sobre la situación de Egipto estoy enviando un buen número de notas periodísticas y de otras publicaciones, con objeto de conocer mejor la realidad que está viviendo ese país hermano. Sin duda, la situación está confusa pero, como siempre, las grandes potencias, comenzando por los Estados Unidos y por la Unión Europea, tratan de manejar e interferir en el problema egipcio para sacar provecho, como siempre ha sucedido en situaciones similares.
Sin duda, el “caso Egipto” se presta a muchos análisis como lo han hecho diversos escritores tanto dentro como fuera de ese país. Uno de los aspectos que es necesario tomar en cuenta, como se señala en diversas notas, es la carga de contagio y de explosividad que están teniendo las revueltas en ese país. Otros regímenes del área y de otros continentes están siguiendo el ejemplo egipcio para oponerse también a gobiernos dictatoriales o que no toman en cuenta las necesidades básicas del pueblo (alimentación, empleo digno, seguridad, etc.)
En el caso de México también se deja sentir el “contagio Egipto”, aunque no se explicite. Prueba de ello es la megamarcha obrero.campesina que hubo en la ciudad de México el lunes 1 de febrero y que los medios, -salvo honrosas excepciones- lamentablemente, minimizaron. En dicha marcha, que “llenó la plancha capitalina, se pidió al gobierno de Calderón que “deje de mentirnos de que la economía está bien”, y de “gobernar con fantasías”: además, se señaló con energía que “esta administración ha agredido a todos los sectores”; como un dato más –y no el menor- basta tomar en cuenta los cerca de 35,000 muertes de la “guerra” contra el narcotráfico cuya estrategia se mantiene en forma empecinada y, además, “bravucona”.
Bajando a un nivel local, me permito informar que ayer se dio en Guadalajara –ciudad considerada como pacífica y conservadora- una marcha promovida, a través de redes sociales, por estudiantes de universidades públicas y privadas “para exigir a las autoridades y a la delincuencia organizada cesar el fuego y permitir vivir la ciudad “en paz”. Lamentablemente tanto por parte del gobernador como de su secretario de gobierno, ha faltado la necesaria autocrítica; incluso por la mañana de hoy, el “secretario de Gobierno, Fernando Guzmán, se expresó en contra de las redes sociales”, sin percatarse que este medio se está convirtiendo en una forma alternativa de comunicación, de información y de convocatoria, como ha sucedido en otros países; tales redes, están adquiriendo, sin duda una importancia muy grande, no sólo para el intercambio de saludos, de fotografías…, sino también y principalmente para una información y educación alternativas.
Estos ejemplos, son, como acabo de señalar más arriba, formas de “contagio”, aunque no se explicite, de lo que está sucediendo en otros países, como Egipto, cuya información pongo a servicio de tod@s ustedes. Ojalá que nuestros gobernantes en México tomen en cuenta lo que está sucediendo en la “revolución del jazmín”, cuyo perfume gozoso de la libertad se va extendiendo por el Magreb e invade ya otros países musulmanes “ (Enrique Dussel). Es necesario, por tanto, que se emprendan las reformas necesarias que el pueblo está reclamando, antes de que sea demasiado tarde.
Espero que la información adjunta sobre Egipto sea de provecho.

Reciban un saludo afectuoso,


José Luis Razo Ochoa.


Tlaquepaque, Jal., 3 de febrero de 2011.


P.D. Sobre la situación de Egipto –cuyo proceso de rechazo al gobierno de Hosni Mubarak no ha terminado- seguiré enviando a ustedes la información más relevante.


EGIPTO: CONTAGIO EXPLOSIVO

La Jornada, Editorial, 26 de enero de 2011

En el contexto del denominado Día de la Ira, miles de egipcios se manifestaron ayer en las principales ciudades de ese país para exigir la dimisión del presidente Hosni Mubarak –quien encabeza, desde hace tres décadas, un régimen dictatorial, corrupto y violador de los derechos humanos–; en demanda de la derogación de la Ley de Emergencia, vigente en el país desde 1981 –que permite detenciones arbitrarias y que ha sido usada para reprimir cualquier voz discordante con el régimen–, y en reclamo por la violencia policial, el desempleo, el aumento de los precios y los bajos salarios. El saldo preliminar por el intento de disolver las movilizaciones es de tres muertos: dos manifestantes en Suez (noreste) y un policía en El Cairo.
Con esto, ha quedado de manifiesto la velocidad con que se han extendido hacia otra nación del mundo árabe las revueltas originadas en Túnez desde hace más un mes (las cuales provocaron la caída de Zine Abdine Ben Ali el pasado 14 de enero). En efecto, aunque los disturbios y el descontento en el país magrebí distan de haberse disipado, el entorno de explosividad política y social ha contagiado a Egipto, país que, al igual que Túnez, presumía de gozar de cierta estabilidad interna, pero en el que también se conjugan el hartazgo hacia un gobierno autocrático y represor, así como la desesperación popular por los efectos nefastos de la globalización económica.
Fuera de esos rasgos comunes, el caso egipcio reviste particularidades que potencian su impacto internacional: a diferencia de Túnez, que es la nación más pequeña del norte de África, Egipto es el país más poblado del mundo árabe –con unos 80 millones de habitantes– y el que cuenta con el ejército más grande; tiene una posición geográfica estratégica –entre los continentes africano y asiático y entre los mares Rojo y Mediterráneo–, y tiene una ruta clave para las comunicaciones y el aprovisionamiento energético de Europa: el canal de Suez. Otra diferencia sustancial es que, mientras en Túnez no existe prácticamente oposición islámica –la cual fue reprimida a conciencia por el gobierno de Bel Ali–, en el contexto de las movilizaciones en Egipto ha sido clara la participación de los Hermanos Musulmanes, partido ortodoxo sunita que constituye la principal oposición al régimen, considerada la formación inspiradora del grupo palestino Hamas, y que representa, en consecuencia, uno de los principales factores de preocupación para las naciones occidentales.
Pero acaso el matiz más importante es que, si bien Ben Ali era considerado un aliado de Occidente en la región, su gobierno no tuvo el peso geoestratégico que reviste, para los intereses de Washington y sus aliados, el régimen de Egipto. En efecto, a partir de la firma de los acuerdos de Campo David, en 1979 –con los que se puso fin al conflicto con Israel–, y bajo los regímenes de Anwar al Sadat y el propio Hosni Mubarak, El Cairo se ha erigido en el segundo mayor receptor de ayuda exterior estadunidense, sólo por detrás de Tel Aviv, con un promedio de alrededor de 2 mil millones de dólares anuales en asistencia económica y, sobre todo, militar. La posición de Egipto como aliado privilegiado de Estados Unidos en la región ha continuado bajo la administración de Barack Obama, quien incluso eligió ese país para pronunciar, al inicio de su administración, su célebre discurso de acercamiento al mundo musulmán, acaso sin tomar en cuenta que el régimen de El Cairo ha gravitado como contrapeso para la desarticulación de los afanes de unidad que florecieron hace medio siglo entre los gobiernos árabes, y que ha colaborado con Tel Aviv en el férreo bloqueo que ese gobierno mantiene en la martirizada franja de Gaza.
Ayer mismo, la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, dio una nueva muestra de la doble moral característica de Washington, al afirmar que nuestra impresión es que el gobierno egipcio es estable. Sin embargo, ante revueltas como las ocurridas en Túnez y Egipto, la lección inexorable para las diplomacias occidentales, la estadunidense en primer lugar, es que deben revisar a fondo y corregir la práctica diplomática de brindar apoyo a regímenes tiránicos a cambio de alineamiento a sus intereses geopolíticos: si esa fórmula inmoral resultó conveniente para Washington y sus aliados en algún momento, hoy es claro que es insostenible y contraproducente, y que obstaculiza las perspectivas de democratización pacífica no sólo en el Magreb y en el norte de África, sino en todo el mundo.




La policía de Egipto detiene a 700 personas tras dos días de protestas
MUBARAK ENDURECE LA REPRESIÓN

Eugenio García Gascón
Público
27-01-2011

Miles de egipcios salieron a las calles en distintas ciudades del país por segundo día consecutivo para exigir la dimisión del presidente Hosni Mubarak y reformas sustanciales, a pesar de que el Ministerio de Interior anunció que no permitiría desórdenes y que los 700 detenidos serán puestos a disposición judicial.
Y aunque las protestas tuvieron una menor participación que las del martes, cuando la jornada terminó con la muerte de tres civiles en Suez y de un policía en El Cairo, hoy murieron otras dos personas, un manifestante y un miembro de las fuerzas de seguridad.
En la capital se registraron concentraciones en numerosos puntos de la ciudad y la policía antidisturbios intervino con dureza para dispersar a los manifestantes.
Estos quieren poner fin a la etapa del rais Mubarak, de 82 años, que ha gobernado el país desde 1981 con mano de hierro, especialmente con respecto a la oposición islamista, que es la que aparentemente cuenta con el apoyo real de un gran sector de la población, como quedó demostrado en las penúltimas elecciones legislativas.

Libertad de expresión

Los liberales, que están liderando las manifestaciones de estos días, todavía tienen que demostrar si tienen un respaldo que vaya más allá de unas élites occidentalizadas. La policía se empleó con más dureza que el día anterior. El martes algunos policías dijeron que habían recibido instrucciones de no actuar con demasiada contundencia.
El primer ministro, Ahmed Nazif, dijo que el Gobierno está dispuesto a permitir la libertad de expresión a través de "medios legítimos" , lo que se interpretó como una primera concesión y tal vez como una indicación de debilidad y de cierto temor a que la situación se le escape de las manos. Al caer la noche, la multitud prendió fuego a un edificio gubernamental en Suez.
No se podía acceder desde Egipto a las páginas de Facebook ni Twitter. Las protestas del martes se organizaron a través de las dos grandes redes sociales de internet.
Los Hermanos Musulmanes difundieron un comunicado denunciando la detención de decenas de sus militantes en la ciudad de Asiyut, un feudo islamista que tampoco se ha escapado a las protestas.
"Creemos que el Gobierno egipcio tiene una importante oportunidad para aplicar reformas políticas, económicas y sociales que respondan a las necesidades legítimas y a los intereses del pueblo egipcio" , dijo la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton.

Fuente: http://www.publico.es/internacional/358342/mubarak-endurece-la-represion

UNA NUEVA VERDAD EN EL MUNDO ÁRABE

ROBERT FISK
LA JORNADA, 27 DE NERO DE 2011

Los papeles de Palestina son tan condenatorios como la declaración de Balfour. La autoridad” palestina –hay que ponerle comillas a esa palabra– estaba dispuesta, y sigue estándolo, a ceder el “derecho de retorno” de quizá siete millones de refugiados al Israel actual, a cambio de un “Estado” que sería apenas 10 por ciento (cuando mucho) de la Palestina en tiempos del mandato británico.
Y mientras se revelan estos fatídicos documentos, el pueblo egipcio llama a derrocar al presidente Mubarak, y los libaneses eligen a un primer ministro que será proveedor de Hezbolá. Rara vez el mundo árabe ha visto algo así.
Para empezar con los papeles de Palestina, está claro que los representantes de ese pueblo están dispuestos a aniquilar toda esperanza de que los refugiados vuelvan a su patria.
Será –y es– un escándalo para los palestinos enterarse de que sus representantes les han vuelto la espalda. No hay forma de que, a la luz de los papeles palestinos, esos refugiados puedan creer en sus derechos.
Han visto en película y en papel que no retornarán. Pero en todo el mundo árabe –y esto no significa el mundo musulmán– existe ahora una comprensión de la verdad que antes no se tenía.
Ya no es posible que los pueblos del mundo árabe se mientan unos a otros. Se acabaron las mentiras. Las palabras de sus líderes –que son, por desgracia, también nuestras palabras– han terminado. Nosotros las llevamos a ese final. Nosotros les contamos esas mentiras. Y ya no podemos crearlas otra vez.
En Egipto, los británicos amábamos la democracia. Alentamos la democracia en Egipto… hasta que los egipcios decidieron que querían poner fin a la monarquía. Entonces los pusimos en prisión. Luego quisimos más democracia. Era el mismo viejo cuento. Así como queríamos que los palestinos gozaran de democracia, siempre y cuando votaran por quienes debían, así también quisimos que los egipcios amaran nuestra vida democrática. Ahora, en Líbano, parece que la “democracia” libanesa debe sentar sus reales. Y no nos gusta. Queremos que los libaneses, por supuesto, apoyen a los que nosotros amamos, los musulmanes sunitas partidarios de Rafiq Hariri, cuyo asesinato –según creemos con razón– fue orquestado por los sirios. Y ahora tenemos, en las calles de Beirut, incendios de vehículos y violencia contra el gobierno.
Y entonces, ¿hacia dónde vamos? ¿Podría ser, acaso, que el mundo árabe vaya a escoger sus propios gobernantes? ¿Podría ser que veamos un nuevo mundo árabe que no esté bajo control de Occidente? Cuando Túnez se proclamó libre, Hillary Clinton permaneció en silencio. Fue el chiflado presidente de Irán quien dijo estar feliz de ver un país libre. ¿Por qué ocurrió así?
En Egipto, el futuro de Hosni Mubarak luce aún más perturbador. Bien puede ser que su hijo sea su sucesor designado; pero hay un solo califato en el mundo musulmán, y ése es Siria. El hijo de Hosni no es el hombre que quieren los egipcios: es un empresario de peso ligero que lo mismo puede ser o no capaz de rescatar a Egipto de su propia corrupción. El comandante de seguridad de Hosni Mubarak, un tal Suleiman que está muy enfermo, tal vez tampoco sea el hombre.
Y en todo este lapso, esperamos ver la caída de los amigos de Washington en todo Medio Oriente. En Egipto, tal vez Mubarak esté preguntándose hacia dónde huir. En Líbano, los amigos de Washington se derrumban. Es el final del mundo de los demócratas en el Medio Oriente árabe. No sabemos qué vendrá después. Tal vez sólo la historia pueda responder esta pregunta.

© The Independent
Traducción: Jorge Anaya

REPRIMEN A OPOSITORES QUE EXIGEN LA SALIDA DE MUBARAK

La policía ataca en forma coordinada varias manifestaciones en todo el país
Usan gases lacrimógenos y tanques antimotines; más de mil detenidos
CATRINA STEWART
The Independent
Periódico La Jornada
Jueves 27 de enero de 2011, p. 2

El Cairo, 26 de enero. La policía egipcia enfrentó este miércoles, con rapidez y brutalidad, a los manifestantes que pretendían repetir las protestas del día anterior, en las cuales decenas de miles de personas tomaron las calles para exigir poner fin al gobierno de 30 años del presidente Hosni Mubarak.
Casi un millar de manifestantes fueron arrestados en todo el país, al montar la policía un ataque coordinado mediante el uso de gas lacrimógeno y golpizas.
El martes, hasta 20 mil personas se unieron a las marchas realizadas en todo el país, las cuales culminaron en violentos enfrentamientos en los que un policía y tres civiles perdieron la vida; trascendió que hoy murieron un manifestante y un uniformado.
Las autoridades declararon primero una prohibición de toda protesta, en un esfuerzo por contener a los indignados ciudadanos, quienes habían cobrado valor ante los disturbios callejeros que en Túnez desencadenaron una revuelta en semanas anteriores.
“Todo Egipto debe movilizarse al mismo tiempo”, dijo este miércoles un grupo de Facebook que organizaba las manifestaciones, al convocar a un segundo día de protestas nacionales. Hacia la tarde, el acceso a Facebook y a Twitter parecía haber sido bloqueado.
Las mayores manifestaciones que Egipto ha visto en más de tres décadas se propagaron por la nación el martes, en respuesta a la corrupción, el régimen de mano dura y el deterioro de las condiciones económicas.
Inspirados en los sucesos de Túnez, que llevaron al derrocamiento del presidente Zine al-Abidine Ben Ali después de 23 años en el poder, miles de egipcios desafiaron la ira de las autoridades para marchar.
Protestas similares, aunque más pequeñas, han golpeteado a gobernantes en todo el mundo árabe, donde líderes autoritarios han reinado con mano de hierro durante décadas, temidos por la supresión a menudo despiadada de toda expresión política. Facebook señaló que el flujo en su sitio en Egipto era normal.

Desafío a la autoridad

En la ciudad de Suez, donde tres manifestantes fueron abatidos el martes, se reportó a más de 70 heridos luego de que cientos de personas acudieron a la morgue para exigir la entrega de uno de los cuerpos, con el propósito de someterlo a una autopsia, entre acusaciones de que la víctima fue quemada viva.
“El gobierno ha matado a mi hijo. Oh, Habib –coreaban los manifestantes, en referencia al ministro del Interior, Habib a-Adli–, dile a tu amo que tiene las manos manchadas con nuestra sangre.”
Manifestantes en El Cairo y otras urbes desafiaron la prohibición gubernamental; unos 3 mil se reunieron fuera de un tribunal de la capital del país antes de ser dispersados por la policía, la cual utilizó camiones antimotines.
Fuera del Sindicato de Periodistas, la policía usó garrotes para golpear a los manifestantes, que intentaron romper sus cordones, mientras otros coreaban: “Mubarak se va, se va. Oh, pueblo egipcio, sé valiente y únete a nosotros”.
Cada vez que las marchas crecían, policías antimotines provistos de cascos y escudos arremetían contra ellas. Hacia la tarde, los manifestantes repelían los ataques con piedras y quemando llantas.
Las emotivas escenas callejeras se producen en momentos en que Mubarak, de 82 años de edad, se encamina a nuevas elecciones presidenciales el próximo otoño, en las que espera relegirse para un sexto periodo.
El año pasado hubo brotes aislados de indignación contra el régimen, enfocados sobre la brutalidad policiaca, la pobreza, la carestía de alimentos y el desempleo, agravios semejantes a los que detonaron los disturbios en Túnez. En noviembre, las elecciones parlamentarias fueron consideradas fraudulentas en muchos lugares.
Muchos han dirigido su furia contra Mubarak, quien mantiene el poder en Egipto desde 1981. Se dice que está en mal estado de salud y que ha preparado a su hijo, Gamal, para sucederlo, pese a versiones de que tal designación incomodaría a la jerarquía militar del país.
Algunas versiones sugirieron que Gamal Mubarak había huído de Egipto, junto con otras prominentes figuras políticas. En tanto, Estados Unidos y la Unión Europea advirtieron a Egipto que debe permitir la libertad de expresión e instaron al gobierno a atender las necesidades de su pueblo.
El primer ministro, Ahmed Nazif, respondió que el gobierno respeta la libertad de expresión por medios legítimos, y aseguró que la policía se había conducido con prudencia en las protestas del martes.

© The Independent
Traducción: Jorge Anaya







EU PIDE A EL CAIRO SUSPENDER PROHIBICIÓN DE MANIFESTACIONES

AFP Y PL
Periódico La Jornada
Jueves 27 de enero de 2011, p. 3

Estados Unidos propuso ayer que el gobierno de Egipto, uno de sus principales aliados en Medio Oriente, debería suspender la prohibición de manifestaciones. “Apoyamos los derechos universales de reunión y de expresión”, señaló la Casa Blanca, mientras la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se pronunció en el mismo sentido e hizo un llamado a El Cairo “a no impedir las protestas pacíficas ni impedir las comunicaciones, incluyendo los sitios web”.
Por su parte, Francia se limitó a lamentar las muertes ocurridas durante las movilizaciones en el país árabe, en una clara muestra de mesura tras haber sido duramente criticada por su silencio y alianza implícita con el recientemente derrocado presidente de Túnez, Zine al-Abidine Ben Ali.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, instó a las autoridades egipcias a aprovechar la oportunidad para “interesarse en los problemas legítimos del pueblo”.
En tanto, Israel expresó su esperanza en que los disturbios en el país vecino no influyan en sus relaciones bilaterales, y dijo que éstos no tienen relación con el conflicto israelí-palestino.
Egipto es el primer país árabe que firmó un acuerdo de paz con Israel en 1979.
Amnistía Internacional acusó a las autoridades egipcias de “imprudencia policial”, exigió una investigación sobre los asesinatos de manifestantes y denunció los bloqueos en Internet como forma de ocultar lo que sucede.


ENTREVISTA CON HOSSAM EL-HAMALAWY PERIODISTA Y BLOGUEADOR EGIPCIO

Mark LeVine
Al-Jazeera
29-01-2011
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Hossam el-Hamalawy, es un periodista y blogueador del sitio en la Red 3arabawy. Mark LeVine, profesor en la Universidad de California Irvine, logró contactar a Hossam a través de Skype para conseguir un informe de primera mano sobre los eventos que se desarrollan en Egipto.
Mark LeVine:

¿Por qué fue necesaria una revolución en Túnez para sacar a los egipcios a las calles en cantidades sin precedentes?
Hossam el-Hamalawy:
En Egipto decimos que Túnez fue más un catalizador que un instigador, porque las condiciones objetivas para un levantamiento existían en Egipto, y una revuelta ha estado en el aire durante los últimos años., Por cierto, ya logramos tener dos mini-intifadas o “mini-Túnez” en 2008. La primera fue un levantamiento en abril de 2008 en Mahalla, seguida por otro en Borollos, en el norte del país.
Las revoluciones no surgen de la nada. No tenemos mecánicamente una mañana en Egipto porque hubo una en Túnez ayer. No es posible aislar estas protestas de los últimos cuatro años de huelgas de trabajadores en Egipto, o de eventos internacionales como la intifada al-Aqsa y la invasión de Iraq por EE.UU. El estallido de la intifada al-Aqsa fue especialmente importante porque en los años ochenta y noventa el activismo en las calles había sido efectivamente impedido por el gobierno como parte de la lucha contra insurgentes islamistas. Sólo siguió existiendo dentro de los campus universitarios o las centrales de los partidos. Pero cuando estalló la intifada del año 2000 y al Jazeera comenzó a transmitir imágenes de ella, inspiró a nuestra juventud a tomarse las calles, de la misma manera como hoy nos inspira Túnez.

Mark LeVine:
¿Cómo se desarrollan las protestas?
Hossam el-Hamalawy:
Es demasiado temprano para decir cómo se desarrollarán. Es un milagro cómo continuaron ayer después de medianoche a pesar del miedo y la represión. Pero habiéndolo dicho, la situación ha llegado a un nivel en el que todos están hartos, seriamente hartos. E incluso si las fuerzas de seguridad logran aplastar hoy las protestas no podrán aplastar las que sucedan la próxima semana, o el próximo mes o más adelante durante este año. Hay definitivamente un cambio en el nivel de coraje de la gente. Al Estado le ayudó la excusa de combatir el terrorismo en los años noventa a fin de combatir todo tipo de disenso en el país, un truco utilizado por todos los gobiernos, incluido EE.UU. Pero una vez que la oposición formal a un régimen pasa de las armas a protestas masivas, es muy difícil enfrentar un disenso semejante. Se puede planificar la liquidación de un grupo de terroristas que combate en los cañaverales, ¿pero qué van a hacer ante miles de manifestantes en las calles? No pueden matarlos a todos. Ni siquiera pueden garantizar que los soldados lo hagan, que disparen contra los pobres.

Mark LeVine:
¿Cuál es la relación entre eventos regionales y locales en este país?
Hossam el-Hamalawy:
Hay que comprender que lo regional es local en este país. En el año 2000 las protestas no comenzaron como protestas contra el régimen sino más bien contra Israel y en apoyo a los palestinos. Lo mismo ocurrió con la invasión estadounidense de Iraq tres años después. Pero una vez que se sale a las calles y se es enfrentado por la violencia del régimen uno comienza a hacer preguntas: ¿Por qué envía soldados Mubarak para enfrentar a manifestantes en lugar de enfrentar a Israel? ¿Por qué exporta cemento a fin de que sea utilizado por Israel para construir asentamientos en lugar de ayudar a los palestinos? ¿Por qué la policía es tan brutal contra nosotros cuando sólo tratamos de expresar nuestra solidaridad con los palestinos de manera pacífica? Y así problemas regionales como Israel e Iraq pasaron a ser temas locales. Y en pocos instantes, los mismos manifestantes que coreaban consignas pro palestinas comenzaron a hacerlo contra Mubarak. El momento decisivo específico en términos de protestas fue 2004, cuando el disenso se volvió interior.

Mark LeVine:
En Túnez los sindicatos jugaron un papel crucial en la revolución, ya que su amplia y disciplinada membresía aseguró que las protestas no pudieran ser fácilmente aplastadas y les dieron un lado organizativo. ¿Cuál es el papel del movimiento de los trabajadores en Egipto en el actual levantamiento?
Hossam el-Hamalawy:
El movimiento sindical egipcio fue bastante atacado en los años ochenta y noventa por la policía, que utilizó munición de guerra contra huelguistas pacíficos en 1989 durante huelgas en las plantas siderúrgicas y en 1994 en las huelgas de las fábricas textiles. Pero desde diciembre de 2006 nuestro país ha estado presenciando continuamente las mayores y más sostenidas olas de acciones huelguísticas desde 1946, gatilladas por huelgas en la industria textil en la ciudad de Mahalla en el Delta del Nilo, centro de la mayor fuerza laboral en Medio Oriente con más de 28.000 trabajadores. Comenzó por temas laborales pero se extendió a todos los sectores de la sociedad con la excepción de la policía y las fuerzas armadas.
Como resultado de esas huelgas hemos logrado obtener 2 sindicatos independientes, los primeros de su clase desde 1957, los cobradores de contribuciones por bienes raíces, que incluyen a más de 40.000 empleados públicos, y luego los técnicos de la salud, más de 30.000 de los cuales lanzaron un sindicato el pasado mes fuera de los sindicatos controlados por el Estado.
Pero es verdad que una diferencia importante entre nosotros y Túnez es que aunque era una dictadura, Túnez tenía una federación sindical semiindependiente. Incluso si la dirigencia colaboraba con el régimen, los miembros eran sindicalistas militantes. De manera que cuando llegó la hora de huelgas generales, los sindicatos pudieron sumarse. Pero aquí en Egipto tenemos un vacío que esperamos colmar pronto. Los sindicalistas independientes ya han sido sometidos a cazas de brujas desde que trataron de establecerse; ya hay procesos iniciados contra ellos por sindicatos estatales y respaldados por el Estado, pero se siguen fortaleciendo a pesar de los continuos intentos de silenciarlos.
Por cierto, en los últimos días la represión ha sido dirigida contra los manifestantes en las calles, quienes no son necesariamente sindicalistas. Esas protestas han reunido a un amplio espectro de egipcios, incluyendo hijos e hijas de la elite. De modo que tenemos una combinación de pobres y jóvenes de las ciudades junto con la clase media y los hijos e hijas de la elite.
Pienso que Mubarak ha logrado alienar a todos los sectores de la sociedad con la excepción de su círculo íntimo de cómplices.

Mark LeVine:
La revolución tunecina ha sido descrita como muy encabezada por la “juventud” y dependiente para su éxito de tecnologías de los medios sociales como Facebook y Twitter. Y ahora la gente se concentra en jóvenes en Egipto como un evento catalizador importante. ¿Se trata de una “intifada juvenil” y podría tener lugar sin Facebook y otras nuevas tecnologías mediáticas?
Hossam el-Hamalawy:
Sí, es una intifada juvenil en el terreno. Internet sólo juega un papel en la difusión de la palabra y de las imágenes de lo que sucede en el terreno. No utilizamos Internet para organizar. Usamos Internet para dar a conocer lo que estamos haciendo en el terreno en la esperanza de inspirar a otros a participar en la acción.

Mark LeVine:
Como habrá oído, en EE.UU., el presentador de programas de entrevistas Glenn Beck ha atacado a una académica ya mayor, Frances Fox Piven, por un artículo que ella escribió llamando a los desocupados a realizar protestas masivas por puestos de trabajo. Incluso ha recibido amenazas de muerte, algunas de gente sin trabajo que parece más feliz fantaseando sobre dispararle con una de sus numerosas armas que por luchar realmente por sus derechos. Es sorprendente pensar en el papel crucial de los sindicatos en el mundo árabe actual, considerando más de dos décadas de regímenes neoliberales en toda la región cuyo objetivo primordial es destruir la solidaridad de la clase trabajadora. ¿Por qué han seguido siendo tan importantes los sindicatos?
Hossam el-Hamalawy:
Los sindicatos siempre han resultado ser el remedio mágico para cualquier dictadura. Mire a Polonia, Corea del Sur, Latinoamérica y Túnez. Los sindicatos siempre fueron útiles para la movilización de masas. Se necesita una huelga general para derrocar una dictadura, y no hay nada mejor que un sindicato independiente para hacerlo.

Mark LeVine:
¿Hay un programa ideológico más amplio tras las protestas, o sólo librarse de Mubarak?
Hossam el-Hamalawy:
Cada cual tiene sus razones para salir a las calles, pero yo supondría que si nuestro levantamiento tuviera éxito y se le derrocara aparecerían divisiones. Los pobres querrán impulsar a la revolución a una posición mucho más radical, impulsar la redistribución radical de la riqueza y combatir la corrupción, mientras los así llamados reformistas quieren colocar frenos y más o menos presionar por cambios arriba y limitar un poco los poderes pero mantener alguna esencia de Estado.
Mark LeVine:
¿Cuál es el papel de la Hermandad Musulmana y cómo impacta la situación el que permanezca distante de las actuales protestas?
Hossam el-Hamalawy:
La Hermandad ha estado sufriendo divisiones desde el estallido de la intifada al-Aqsa. Su participación en el Movimiento de Solidaridad con Palestina cuando tuvo que ver con la confrontación con el régimen fue desastrosa. Básicamente, cada vez que su dirigencia hace un compromiso con el régimen, especialmente la dirigencia más reciente del actual guía supremo, ha desmoralizado a sus cuadros de base. Conozco personalmente a numerosos jóvenes hermanos que abandonaron el grupo, algunos de ellos se han unido a otros grupos o siguen independientes. A medida que crece el actual movimiento callejero y la dirigencia inferior participa, habrá más divisiones porque la dirigencia superior no puede justificar por qué no forma parte del nuevo levantamiento.
Mark LeVine:
¿Cuál es el papel de EE.UU. en este conflicto? ¿Cómo ve la gente en la calle sus posiciones?
Hossam el-Hamalawy:
Mubarak es el segundo beneficiario por su tamaño de la ayuda exterior de EE.UU., después de Israel. Es conocido como el matón de EE.UU. en la región; uno de los instrumentos de la política exterior estadounidense, que implementa su programa de seguridad para Israel y el flujo sin problemas de petróleo mientras mantiene a raya a los palestinos. De modo que no es ningún secreto que esta dictadura ha gozado del respaldo de gobiernos de EE.UU. desde el primer día, incluso durante la engañosa retórica pro democracia de Bush. Por lo tanto no hay que sorprenderse ante las risibles declaraciones de Clinton que más o menos defendían el régimen de Mubarak, ya que uno de los pilares de la política exterior de EE.UU. es mantener regímenes estables a costas de la libertad y los derechos cívicos.
No esperamos nada de Obama, a quien consideramos como un gran hipócrita. Pero esperamos que el pueblo estadounidense –sindicatos, asociaciones de profesores, uniones estudiantiles, grupos de activistas, se pronuncien en nuestro apoyo. Lo que queremos es que el gobierno de EE.UU. se mantenga completamente fuera del asunto. No queremos ningún tipo de respaldo, simplemente cortad de inmediato la ayuda a Mubarak y retirad el respaldo que recibe, retiraos de todas las bases en Medio Oriente, y dejad de apoyar al Estado de Israel.
En última instancia, Mubarak hará todo lo que tenga que hacer para protegerse. Repentinamente adoptará la retórica más anti-estadounidense si piensa que pueda ayudarle a salvar el pellejo. A fin de cuentas está comprometido con sus propios intereses, y si piensa que EE.UU. no lo apoyará, se volverá en otra dirección. La realidad es que cualquier gobierno realmente limpio que llegue al poder en la región llegará a un conflicto abierto con EE.UU. porque llamará a una redistribución racial de la riqueza y a terminar con el apoyo a Israel y a otras dictaduras. De modo que no esperamos ninguna ayuda de EE.UU. Sólo que nos dejen en paz.

………..
Mark LeVine es profesor de historia en la Universidad de California Irvine e investigador visitante sénior en el Centro de Estudios de Medio Oriente en la Universidad Lund en Suecia. Sus libros más recientes son Heavy Metal Islam (Random House) e Impossible Peace: Israel/Palestine Since 1989 (Zed Books).
Fuente: http://english.aljazeera.net/indepth/features/2011/01/201112792728200271.html

GRÁFICA DE UNA DESCONEXIÓN ANUNCIADA: EGIPTO

Geraldine Juárez
Alt1040
29-01-2011

Hay eventos que marcan la historia y el día de ayer fue uno de ellos, el apagón al internet egipcio se recordará tristemente. Irónicamente, Egipto considerada la cuna de la civilización occidental, es también ahora la prueba de la incivilización política. Afortunadamente los egipcios no piensan darse por vencidos y no queda la menor duda de que Mubarak es un dictador que ahora tiene un asunto más del cual rendir cuentas: la desconexión del internet.
ALT1040 informó ayer del momento de la desconexión, ahora ya tenemos datos más exactos. No hay que olvidar que la desconexión sucedió después de que en Twitter se reportaba un bloqueo en el servicio de SMS y Blackberry. Bloqueos a Facebook y Twitter también precedieron el apagón. En IRC y en Twitter durante todo el día hubo rumores acerca de la posible desconexión total, debido a la protesta masiva que tendría lugar el día hoy. Al mismo tiempo Access Now pedía donaciones de ancho de banda para Egipto.
Jake Appelbaum -desarrollador de TOR- actualizó sus pruebas de traceroute para encontrar cuál era el problema. Afirma que esta desconexión fue intencional.
Arbor Networks publicó el día de hoy esta gráfica que indica que a las 17.20 EST, el tráfico hacia y desde Egipto a través de ochenta diferentes ISPs, simplemente se desplomó:


Solo hace unas horas en Twitter comenzó a correr la versión de que el gobierno bloqueó sus servidores DNS, y se pide utilizar el de Google para saltar la censura. Detalles más, detalles menos, Egipto apagó el internet por razones políticas.
No es la primera vez que se desconecta a un país o región, Burma fue desconectado el 27 de septiembre del 2007 por protestar contra su gobierno. China desconectó la región de Xinjiang en 2009 durante siete meses como medida para evitar las protestas.
Las implicaciones de la desconexión a la red en un momento de crisis son gravísimas: significa apartar a millones del mundo y encerrarlos en un cuarto oscuro.
¿Que pasaría si la censura no fuera solo un acto de violencia gubernamental sino un crímen? Tonterías como la Ley Sinde o ACTA que pretenden ofrecer un marco legal para bloquear webs y desconectar individuos para proteger un régimen de propiedad, equivale hacer lo mismo que el régimen de Mubarak hizó ayer pero con una máscara de la democracia bien puesta.
Los gobiernos -especialmente el de Estados Unidos- deben dejar de balbucear dobles discursos acerca del internet y la libertad de expresión, al mismo tiempo que se declara que Mubarak no es un dictador.
El internet tiene que ser reestructurado urgentemente de alguna forma que permita evitar técnicamente que un dictador como Mubarak ordene a Vodafone o cualquier otro ISP desconectar a sus ciudadanos. Pero en una dictadura, la ley -a diferencia del internet- no tiene mucho que decir, no es sorpresa que la escena blogger sea tan sólida en Egipto, ni que Mubarak haya decidido atacar directamente al internet.

Actualización: Al parecer solamente un ISP no desconecto sus servidores de la red según el reporte del blog Renesys. Su nombre es Noor Group y al parecer es el ISP de la casa de bolsa en Egipto.

http://alt1040.com/2011/01/grafica-de-una-desconexion-anunciada-egipto








DESAFÍAN A MUBARAK DECENAS DE MILES; IGNORAN EL TOQUE DE QUEDA

“Matones” del gobernante egipcio golpean y lanzan gas lacrimógeno a los manifestantes
Mohamed El Baradei, Nobel de la Paz 2005, no escapó a los “cañonazos” de agua
ROBERT FISK
The Independent
Periódico La Jornada
Sábado 29 de enero de 2011, p. 20

El Cairo, 28 de enero. Podría ser el fin. Sin duda es el principio del fin.
Por todo Egipto, decenas de miles de árabes arrostraron este viernes gas lacrimógeno, cañones de agua, granadas aturdidoras e incendios en demanda de la remoción de Hosni Mubarak, luego de 30 años de dictadura.
Y mientras El Cairo quedaba empapado bajo nubes de gas lacrimógeno de docenas de latas disparadas por la policía antimotines hacia las tupidas multitudes, parecía que el régimen se acercaba a su fin. Ninguno de quienes estuvimos este viernes en las calles de El Cairo sabía siquiera dónde estaba Mubarak. Y no encontré a nadie a quien le importara.
Esos cientos de miles eran valientes, y en su mayoría pacíficos, pero la escandalosa conducta de los battagi sin uniforme de Mubarak –la palabra significa literalmente “matón” en árabe–, que aporreaban y atacaban a los manifestantes mientras la policía observaba sin intervenir, fue una vergüenza. Esos hombres, muchos de ellos ex policías drogadictos, formaron la noche del viernes la línea frontal del Estado egipcio: los verdaderos representantes de Hosni Mubarak, mientras los policías uniformados bañaban de gas a las multitudes.
Hubo un momento en que el humo del gas flotó hacia la ribera opuesta del Nilo, mientras policías y manifestantes chocaban en los puentes. Fue increíble ver un pueblo en pie de lucha, que ya no está dispuesto a que la violencia, la brutalidad y la prisión sean su destino en la mayor de las naciones árabes. La policía misma parecía cuartearse. “¿Qué podemos hacer? –preguntó uno de los uniformados antimotines–. Tenemos órdenes. ¿Creen que queremos hacer esto? Este país va cuesta abajo.” El gobierno impuso el toque de queda la noche del viernes, mientras los manifestantes se hincaban a orar frente a la policía.
¿Cómo describir un día que podría llegar a ser una página gigantesca en la historia de Egipto? Tal vez los reporteros deberían abandonar sus análisis y limitarse a relatar lo que ocurrió de la mañana a la noche en una de las ciudades más antiguas del mundo. He aquí, pues, el relato tomado de mis notas, garrapateadas entre un pueblo desafiante de cara a miles de esbirros en ropa de calle y policías uniformados.
Comenzó en la mezquita de Istikama, en la Plaza de Giza: una sombría avenida de desolados conjuntos de departamentos y una fila de policías antimotines que llegaba hasta el Nilo. Todos sabíamos que Mohamed El-Baradei llegaría para la oración del mediodía y, en un principio, parecía no haber mucha gente reunida. Los policías fumaban. Si era el principio del fin del régimen de Mubarak, era un arranque muy poco impresionante.
Pero entonces, no bien se murmuraron las últimas plegarias, los fieles que estaban encaramados arriba de la avenida se lanzaron sobre la policía. “¡Mubarak, Mubarak! –gritaban–, Arabia Saudita te espera.” Fue entonces cuando el cañón de agua se volvió hacia ellos; la policía tenía toda la intención de combatirlos, aunque no se había lanzado una sola piedra. El agua se estrelló contra la multitud y luego las mangueras apuntaron directamente a El-Baradei, quien retrocedió, empapado. Después quedó bajo arresto domiciliario.
Había regresado de Viena unas horas antes. Pocos egipcios creen que él vaya a gobernar el país –él afirma querer ser un negociador–, pero fue un acto vergonzoso: el político más venerado en Egipto, premio Nobel de la Paz y hace un tiempo inspector en jefe de la ONU, estaba empapado como un vándalo callejero. Eso es lo que Mubarak piensa de él, supongo: apenas un alborotador más con una “agenda oculta”: tal es el lenguaje que el gobierno egipcio usa en estos días.
Y luego el gas lacrimógeno llovió sobre la multitud. Para entonces ya serían tal vez unos miles, pero algo notable ocurrió mientras yo caminaba al lado. De conjuntos de departamentos y sórdidos callejones; de las calles vecinas, cientos y luego miles de egipcios salieron en tropel a la avenida que conduce a la plaza Tahrir. Ésa era precisamente la táctica que la policía buscaba evitar. Tener a los detractores de Mubarak en pleno centro de El Cairo sugeriría que su régimen había de hecho terminado. El gobierno ya había cortado la Internet –cercenando a Egipto del resto del planeta– y ahogado todas las señales de telefonía móvil. De nada sirvió.
“Queremos que caiga el regimen”, coreaban las multitudes. Tal vez no era el grito revolucionario más memorable, pero lo lanzaban una y otra vez hasta acallar el estallido de las granadas de gas. De todo El Cairo se abalanzaban hacia el centro: jóvenes de clase media de Gazira, los pobres de las ciudades perdidas de Beaulak al-Daqrour, marchando en tupida columna por los puentes del Nilo como un ejército… que es lo que creo que eran.
Las granadas de gas seguían estallando sobre ellos. Tosían y se agachaban por las náuseas, pero seguían avanzando. Muchos se tapaban la boca con la ropa o hacían cola en una tienda donde el dueño les exprimía limones en la boca. El jugo de limón –antídoto contra el gas lacrimógeno– salpicaba del pavimento a las atarjeas.
Hablo de El Cairo, desde luego, pero las protestas ocurrían en todo Egipto, no pocas en Suez, donde por lo menos seis egipcios han perecido hasta ahora en los disturbios. Las manifestaciones no empezaron sólo en las mezquitas, sino también en las iglesias coptas. “Soy cristiano, pero primero soy egipcio –me dijo un hombre llamado Mina–. Quiero que Mubarak se vaya.” Y fue entonces cuando llegaron los primeros bataggi, abriéndose paso a empujones hacia el frente de las filas policiales para atacar a los manifestantes. Llevaban barras de metal, cachiporras de la policía –¿salidos de dónde?– y palos afilados; podrían ser acusados de crímenes graves si el régimen de Mubarak cae. Golpeaban con saña. Un hombre azotó a un joven en la espalda con un largo cable amarillo. La víctima aullaba de dolor. En toda la ciudad, los policías cerraron filas; eran legiones, con el sol resplandeciendo en los visores. Se suponía que la multitud debería temerles, pero el aspecto de los uniformados era grotesco, como de pájaros encapuchados. Luego los manifestantes llegaron a la margen oriental del Nilo.
Unos cuantos turistas quedaron atrapados en el espectáculo –vi tres damas de mediana edad en uno de los puentes (desde luego, los hoteles de El Cairo no informaron a los huéspedes de lo que ocurría)–, pero la policía decidió sostenerse en el lado oriental del paso elevado. Volvieron a abrir filas y lanzaron a los matones a tundir a los manifestantes que iban a la descubierta. Fue el momento en que el gaseo llegó al máximo: cientos y cientos de latas llovían sobre las multitudes que marchan desde todos los rincones de la urbe. Nos picaba los ojos y nos hacía toser hasta perder el aliento. Los hombres vomitaban frente a las cortinas cerradas de las tiendas.
Por la noche parecieron desatarse incendios cerca de la sede del Partido Nacional Democrático egipcio, el que avala todas las acciones de Mubarak. Se impuso el toque de queda y se produjeron los primeros reportes de la presencia de tropas en la ciudad, signo ominoso de que la policía había perdido el control. Nos refugiamos en el viejo Café Riche, frente a la plaza Talaat Harb, minúsculo restaurante bar de meseros ataviados con túnicas azules. Y allí, frente a nosotros, sorbiendo su café, estaba el gran escritor egipcio Ibrahim Abdel Meguid. Fue como encontrar a Tolstoi almorzando en plena revolución rusa. “¡No ha habido reacción de Mubarak! –exclamó exaltado–. ¡Como si nada hubiera pasado! ¡Pero el pueblo lo logrará!” Los invitados tosían por el gas. Fue una de esas escenas memorables que ocurren en las películas, no en la vida real.
Y un anciano yacía sobre el pavimento, con una mano sobre los ojos, que le ardían: el coronel Weaam Salim, del ejército egipcio, luciendo sus medallas de la guerra de 1967 con Israel –que Egipto perdió– y de la de 1973, que el coronel creía que Egipto había ganado. “Voy a salir de las filas de los soldados veteranos –me dijo–y me uniré a los manifestantes.” ¿Y el ejército? En todo el día no supimos de él. Los coroneles, brigadieres y generales permanecieron en silencio. ¿Esperaban que Mubarak impusiera la ley marcial?
Las multitudes se negaron a acatar el toque de queda. En Suez incendiaron camiones. Fuera de mi hotel trataron de arrojar otro camión al Nilo. No pude regresar al oeste de El Cairo cruzando los puentes; las granadas seguían estallando sobre las riberas. Pero a la larga un policía se apiadó de nosotros –cualidad que, tengo que decirlo, no se evidenció mucho a lo largo del viernes– y nos condujo hasta la orilla. Y allí había un viejo bote de motor, de los que sirven al turismo, con flores de plástico y un propietario dispuesto. Así pues, regresamos con estilo, sorbiendo Pepsi. Y entonces pasó a nuestro lado una lancha rápida amarilla, desde la cual dos hombres hacían la señal de la victoria a los manifestantes de los puentes, mientras una joven parada en la popa ondeaba un gigantesco estandarte. Era la bandera egipcia.
© The Independent - Traducción: Jorge Anaya

EL PRESIDENTE EGIPCIO DISUELVE SU GABINETE Y PIDE EVITAR QUE TERRORISMO Y CAOS SE APODEREN DEL PAÍS


AFP, REUTERS Y DPA
Periódico La Jornada
Sábado 29 de enero de 2011, p. 21

El Cairo, 28 de enero. El presidente de Egipto, Hosni Mubarak, anunció hoy haber pedido la renuncia de todo su gabinete y que este sábado formará otro “con nuevas metas”, pero no mencionó nada sobre su retiro de la jefatura del Estado, a la que llegó hace 30 años y ha sido la causa de masivas protestas desde el martes pasado.
En un discurso televisado a la medianoche del viernes (16 horas de la ciudad de México), Mubarak habló principalmente de la necesidad de impedir que “el caos” y “el terrorismo” se apoderen del país, y marginalmente se refirió a reformas políticas y económicas, sin dar a conocer un calendario para llevarlas a cabo.
“Habrá nuevas medidas para una justicia independiente y más democracia, para dar mayor libertad a los ciudadanos, para combatir el desempleo, aumentar el nivel de vida, desarrollar los servicios y apoyar a los pobres”, afirmó el mandatario de 82 años, vestido con traje oscuro, expresión seria y sin sobresaltos, en un escenario televisivo que sólo incluía la bandera de su país.
Hijo de un funcionario público, Mubarak tuvo su formación inicial en el ejército egipcio y de ahí pasó a la política, hasta ascender al puesto de vicepresidente.
En 1981, llegó a la jefatura del Estado cuando el entonces presidente Anwar el Sadat fue asesinado por una organización armada musulmana durante un desfile militar, en represalia por haber firmado en 1978 los llamados acuerdos de Campo David, que llevaron en 1979 a la firma del todavía vigente tratado de paz con Israel, representado por Menajem Begin, entonces primer ministro.
La paz con Tel Aviv condujo a Egipto a desarrollar una estrecha colaboración con Estados Unidos, que lo convirtió en uno de los mayores receptores de ayuda militar, junto a Israel. Estos nexos han servido además para que Washington considere a El Cairo líder entre las 22 naciones árabes, pero rivalizando con Siria.
El discurso de 15 minutos pronunciado por Mubarak a la medianoche de este viernes era esperado desde la tarde en Egipto, donde por cuarto día consecutivo hubo protestas contra el mandatario. Los servicios médicos informaron que en los choques con las fuerzas de seguridad murieron 20 personas, con lo que suman 27 en la semana.
La decisión de disolver el gabinete encabezado por el primer ministro, Ahmed Nazif, fue tomada a pesar de que este gobierno impulsó algunos cambios en la economía y abrió espacios electorales, tras el inicio de su gestión, en julio de 2004. Nazif fue previamente ministro de Comunicaciones y durante su administración autorizó los servicios de Internet en el país.
En su discurso, Mubarak subrayó su papel como garante de la seguridad en este país de 82 millones de habitantes, el más poblado del mundo árabe.

Amenaza

‘“No voy a dudar en tomar cualquier decisión que sirva para mantener la seguridad de todos los egipcios”, dijo el mandatario tras demandar respeto a la ley, la infraestructura pública y las propiedades privadas.
Horas antes pidió a la policía y al ejército hacerse cargo de la seguridad y garantizar la aplicación del toque de queda imuesto en todo Egipto.
En 2005, por primera vez desde que asumió el poder, Mubarak se presentó a unas elecciones abiertas a otros políticos que le disputaron la presidencia, al tiempo que el Parlamento registró el temporal ingreso de diputados de la Hermandad Musulmana.
El Movimiento del 6 de Abril, de la realidad virtual a las protestas callejeras en Egipto


EL GRUPO CONTESTATARIO ES TAMBIÉN FORO DE DISCUSIONES Y GIGANTESCO ALTAVOZ DE LA DISIDENCIA


AFP
Periódico La Jornada
Sábado 29 de enero de 2011, p. 23

El Cairo, 28 de enero. El Movimiento del 6 de Abril, que agrupa a jóvenes contestatarios al régimen del presidente Hosni Mubarak, nació en la red social Facebook y logró saltar de la realidad virtual a la calle con sus continuos y masivos llamados a protestas populares.
El nombre evoca las jornadas de abril de 2008 en las que miles de egipcios manifestaron a través de Internet su solidaridad con los obreros del delta del Nilo que protestaban contra los aumentos de precios. El grupo que empezó a intercambiar mensajes en la red social Facebook se expandió rápidamente por la web.
El Movimiento del 6 de Abril surgió sin filiación a partido y ganó sus primeros adeptos entre jóvenes con buen nivel de educación, que se vestían de negro en señal de protesta contra el poder.
El grupo es a la vez un foro de discusiones y un gigantesco altavoz de convocatorias a manifestaciones. En julio pasado, apoyó el llamamiento del ex jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Mohamed el Baradei, a “transformar el sistema egipcio en un sistema democrático que asegure la justicia social”.
La prédica de esa juventud dorada de Facebook fue ganando aceptación en agrupaciones de sectores pobres de la población, como el grupo Kafaya (¡Basta Ya!), que organizó las primeras manifestaciones en diciembre de 2004. También se granjeó apoyos de miembros de partidos opositores e incluso de la poderosa cofradía de la Hermandad Musulmana.
“Queremos el fin del régimen. Hace 30 años que pedimos reformas y el régimen nunca respondió”, dijo a Afp Israa Abd Fatah, una de las fundadoras del Movimiento del 6 de Abril.
El movimiento cobró nuevo impulso con la rebelión popular que acabó este mes con el régimen del presidente tunecino Zine Abidine Ben Ali, y llamó a la movilización a sus 86 mil miembros registrados en Internet.
Esos llamamientos se conjugaron con los de otros núcleos opositores y desembocaron esta semana en masivas protestas en varias ciudades de Egipto, el país árabe con mayor número de habitantes (80 millones), dirigido desde hace tres décadas por Mubarak.
El partido del presidente saludó las protestas “pacíficas”, pero advirtió del riesgo de que el movimiento sea explotado por “intereses políticos” que preconizan “el caos”, en un ataque indirecto a la Hermandad Musulmana, la principal fuerza opositora, acusada de querer desestabilizar el país árabe.
Este viernes –cuando el Movimiento del 6 de Abril llamó a una “jornada de cólera”–, el Internet fue bloqueado y la telefonía celular sufría fuertes perturbaciones,
“Hemos anunciado los lugares de las concentraciones. Ya está, ahora ya no tenemos necesidad de comunicaciones”, dijo Israa Abd Fatah. “No nos van a detener hasta la partida definitiva del régimen (...) Hemos roto la barrera del miedo”, agregó.

WIKILEAKS REVELA LA ESTRECHA RELACIÓN ENTRE LOS GOBIERNOS DE EL CAIRO Y WASHINGTON

Millonario financiamiento de Estados Unidos a opositores
DE LA REDACCIÓN
Periódico La Jornada
Sábado 29 de enero de 2011, p. 23

Cables diplomáticos filtrados por el sitio de Internet Wikileaks revelaron la estrecha relación entre los gobiernos del presidente egipcio Hosni Mubarak y el estadunidense del demócrata Barack Obama. Los cables detallan el valor que representa el mandatario egipcio y el apoyo a Estados Unidos en su confrontación con Irán y el papel que desempeñó como mediador entre Israel y los palestinos.
Según el diario The New York Times, los cables filtrados ponen de manifiesto que Egipto es considerado como un baluarte moderado contra el fundamentalismo islámico patrocinado por Irán.
En los cables de Wikileaks citados por el diario estadunidense se describe la colaboración entre Washington y El Cairo. Un texto fechado en 2009, recordó la visita que realizó la entonces recién nombrada secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien trataba de salvar las estancadas conversaciones entre Israel y los palestinos.
Según el Times, Mubarak fue la pieza central en los esfuerzos para conseguir un cese el fuego entre Tel Aviv y el grupo islámico Hamas. Los cables muestran que Mubarak ha adoptado persistentemente una línea dura hacia Irán.
En un cable fechado en febrero del año pasado, el mandatario egipcio fue citado cuando describió “que los tentáculos de Irán se extienden del golfo de Marruecos hasta los territorios de Hamas y Hezbollah”. Mubarak considera a esos dos movimientos palestinos islámicos radicales como un peligro para su administración.
De acuerdo con el rotativo, antes de la visita de Mubarak a Washington en mayo de 2009, la embajadora Margaret Scobey escribió desde El Cairo que “los (líderes) egipcios quieren la visita para demostrar que Egipto continúa siendo el indispensable ‘aliado árabe’ de Estados Unidos”.
Sobre las presiones para mejorar los derechos humanos, de acuerdo con un cable de Scobey en 2009, “Mubarak toma este asunto de manera personal y lo pone furioso cuando tocamos el tema, especialmente en público”.
El cable informó sobre el conocimiento del gobierno de Estados Unidos respecto de las torturas y la brutalidad con la que actúa la policía egipcia.
De su lado, el periódico noruego Aftenposten reportó –con base en cables filtrados por Wikileaks–, que Estados Unidos financió con varias decenas de millones de dólares a organizaciones no gubernamentales de promoción de la democracia en Egipto, lo que provocó el descontento de Mubarak.
La estadunidense Agencia para el Desarrollo Internacional habría previsto destinar 66.5 millones de dólares en 2008 y 75 millones en 2009 para programas egipcios sobre la democracia “y la correcta gobernanza”, según una nota de Estados Unidos a El Cairo del 6 de diciembre de 2007.
En otro cable revelado por Wikileaks se informó que los ciudadanos egipcios culpan al gobierno de Estados Unidos de su estancada situación política debido “a sus lazos” con Mubarak.
El documento resume un encuentro entre el primer ministro de Qatar, Hamad bin Jassim Thani, y el senador estadunidense John Kerry, que se centró sobre todo en el conflicto israelí-palestino y en las rivalidades internas palestinas entre Hamas y Fatah.
Jassim culpó a Mubarak de “servir como mediador de las conversaciones sólo en interés de sus negocios con Estados Unidos”.





REPRIMEN LAS FUERZAS ANTIMOTINES TUNECINAS A MANIFESTANTES OPUESTOS AL GOBIERNO DE UNIDAD


Continúa el repudio masivo a la permanencia del primer ministro Mohamed Ghannouchi
AFP Y XINHUA
Periódico La Jornada
Sábado 29 de enero de 2011, p. 26

Túnez, 28 de enero. Las fuerzas antimotines tunecinas se enfrentaron hoy a los manifestantes opuestos al gobierno de unidad, remodelado ayer por el primer ministro Mohamed Ghannouchi, quien fue asignado a la jefatura de gobierno por Zine Abidine Ben Ali, derrocado el pasado día 14 tras casi un mes de protestas populares.
En sólo pocas horas, el barrio gubernamental y el centro de Túnez fueron escenario de enfrentamientos, detenciones, persecuciones y represión con el empleo de gases lacrimógenos contra la población que mantiene las protestas.
En horas de la mañana se pensaba, según declaraciones del llamado gobierno de transición, que la concertación frenaría las reiteradas protestas a la permanencia de cuadros de Ben Ali en el gobierno.
Todo cambió en la tarde con el desalojo a la fuerza, por la policía antimotines, de la explanada de la Casbah, donde está la oficina del primer ministro, en el sexto día de ocupación por los manifestantes opuestos al gobierno de transición.
Al menos cinco personas resultaron heridas por la tarde en los enfrentamientos entre policías antidisturbios y manifestantes en torno a la plaza de la Kasba.
Una media hora más tarde varios centenares de manifestantes se dirigieron hacia la avenida Habib Burguiba, la cual había recobrado su aspecto ordinario por primera vez en los últimos días. Almacenes y cafés cerraron rápidamente sus puertas.
La policía comenzó hacia las 16:30 a lanzar gases lacrimógenos contra los manifestantes, congregados bajo las ventanas de las oficinas del primer ministro, que bombardeaban con piedras.

Sitio militar y policial

Los militares presentes en el lugar no intervinieron. Unos 200 agentes antimotines, que se encontraban en una arteria que da sobre la explanada, comenzaron a acercarse lanzando al mismo tiempo numerosas granadas lacrimógenas.
En la explanada, sobrevolada por un helicóptero, los policías desmontaron inmediatamente las tiendas utilizadas varias noches consecutivas por los protestatarios para exigir la caída del gobierno de transición y la partida del primer ministro Ghannouchi.
Al cabo de tres días de discusiones, Ghannouchi se mantuvo en el cargo, aunque formó el jueves un nuevo equipo de transición, que recibió el aval del poderoso sindicato Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT).
Cinco de los siete ex ministros del último gobierno de Ben Ali fueron destituidos, en particular los que ocupaban los puestos clave de Defensa, Interior, Relaciones Exteriores, Finanzas.
Pero la permanencia en sus funciones de Ghannouchi, último jefe de gobierno del derrocado dictador Ben Ali, cargo en el que se mantuvo durante 11 años, continúa siendo cuestionada enérgicamente por los sectores más radicales de la oposición contestataria.
“La mayoría quiere continuar para sacar a Ghannouchi, todo el gobierno tiene que salir, sobre todo Ghannouchi”, afirmó Jaled Salhi, un estudiante de 22 años en una escuela de ingenieros en Túnez, que se hallaba entre los 300 manifestantes, en gran parte provincianos, que acampaban junto a la residencia del primer ministro.
“El jefe de la UGTT no representa a la base, antes estaba con Ben Ali. Lo que importa es lo que van a decir y hacer las uniones (sindicatos) regionales y sobre todo la Orden de los Abogados”, que ejerce una fuerte autoridad moral sobre los manifestantes tunecinos, declaró Jaled Salhi .
Queda pendiente la interrogante sobre qué pasará si el cuestionamiento de la base se mantiene, sobre todo el de las provincias más pobres del interior del país, que iniciaron la revuelta.
“Los sindicatos y los partidos políticos deben desempeñar su papel para convencerlos de que el primer ministro está allí sólo durante la transición y que después de las elecciones habrá otro”, declaró Mouldi Jandoubli, miembro ejecutivo de la UGTT.
En la ciudad de Sidi Bouzi, donde se originó la revuelta popular cuando el 17 de diciembre se inmoló un hombre de 27 años desempleado al que la policía le confiscó verduras que vendía en la vía pública, miles de personas participaron esta noche en una gran concentración de solidaridad.
Y aunque en las calles es evidente que no hay aceptación plena para el gobierno de transición, el flamante ministro del Exterior, Ahmed Abderrauf Unais, fue invitado por la alta representante de la Unión Europea, Catherine Ashton, a Bruselas. Una visita que, lo “más probable”, se realice el próximo martes, dijo la jefa de la diplomacia de los 27.

MEDIOS EXTRANJEROS DENUNCIAN AGRESIONES CONTRA SUS ENVIADOS; LIBERAN A PERIODISTAS FRANCESES

AFP Y DPA
Periódico La Jornada
Sábado 29 de enero de 2011, p. 24

Los cuatro periodistas franceses detenidos el viernes por la mañana en El Cairo, cuando cubrían las manifestaciones contra el régimen de Hosni Mubarak, fueron liberados más tarde sin haber pisado la comisaría, de acuerdo con reportes de la cancillería y el diario Le Figaro.
La ministra francesa de Relaciones Exteriores, Michele Alliot-Marie, había pedido a la embajada en Egipto que recabara la información sobre el caso y pidiera su liberación inmediata, pero los reportes oficiales indicaron que policías de civil sólo los interrogaron en la calle y los liberaron una hora después.
Las fuerzas de seguridad egipcias han golpeado a informadores de la BBC y de Al Jazeera en el Cairo, denunció el diario británico The Guardian.
La cadena de televisión Al Arabiya aseguró que sus periodistas y cámaras también han sido objeto de agresiones en el país árabe.
El Comité para la Protección de los Periodistas, en Nueva York, denunció las “medidas sin precedentes” adoptadas por las autoridades de Egipto de “bloquear la cobertura de los medios sobre las protestas que se están propagando contra el gobierno”.

Revuelta en el mundo árabe
DÍA DEL JUICIO EN EGIPTO

ROBERT FISK
LA JORNADA, 29 DE ENERO DE 2011


El Cairo. ¿Día de oración o de furia? Todo Egipto esperaba el sabbath musulmán –para no mencionar a los temibles aliados de El Cairo– mientras el anciano presidente del país se aferra al poder después de noches de violencia que han sacudido la fe estadunidense en la estabilidad del régimen.
Hasta ahora han perecido cinco hombres durante los disturbios y casi mil más han sido encarcelados; la policía ha golpeado mujeres y por primera vez una oficina del gobernante Partido Nacional Democrático ha sido incendiada. Los rumores son aquí tan peligrosos como el gas lacrimógeno. Un periódico cairota ha afirmado que uno de los principales consejeros de Hosni Mubarak ha volado a Londres con 97 maletas repletas de dinero, pero otros reportes hablan de un presidente furioso que grita a los altos mandos de la policía porque no han tratado con más severidad a los manifestantes.
Mohamed el Baradei, premio Nobel y ex funcionario de la Organización de Naciones Unidas (ONU), volvió este viernes a Egipto, pero nadie cree –salvo tal vez los estadunidenses– que pueda concentrar en torno suyo los movimientos de protesta que han surgido por todo el país.
Ya se han dado signos de que quienes están hartos del régimen corrupto y antidemocrático de Mubarak han tratado de convencer a los mal pagados policías que patrullan El Cairo de que se unan a ellos. “¡Hermanos! ¿Cuánto les pagan?”, comenzó a gritar una muchedumbre a los gendarmes capitalinos. Pero nadie negocia: no hay nada que negociar, excepto la partida de Mubarak al exilio, y el gobierno egipcio no dice ni hace nada, que es más o menos lo que ha venido haciendo durante las tres décadas pasadas.
La gente habla de revolución, pero no hay quien remplace a los hombres de Mubarak –jamás designó un vicepresidente–, y un periodista egipcio me dijo este viernes que había encontrado algunos amigos que sentían lástima por el presidente aislado y solitario. Mubarak tiene 82 años de edad y aun así insinuó que se postulará de nuevo a la presidencia, para indignación de millones de egipcios.
La verdad desnuda y horrible, sin embargo, es que salvo por su brutal policía y su ejército ominosamente dócil –el cual, por cierto, no ve con agrado a Gamal, el hijo de Mubarak–, el gobierno carece de poder. Ésta es una revolución por Twitter y por Facebook, y hace mucho que la tecnología derribó las desfallecientes normas de la censura.
Los hombres de Mubarak parecen haber perdido toda iniciativa. Los periódicos de su partido están llenos de autoengaño: empujan las notas de las manifestaciones de masas al pie de las primeras planas, como si con eso alejaran a las multitudes de las calles: como si, de hecho, por empequeñecer las notas las protestas jamás hubieran ocurrido.
Pero no se necesita leer los periódicos para saber qué ha fallado. La suciedad y las ciudades perdidas, las cloacas abiertas y la corrupción de todo funcionario gubernamental, las sobrepobladas prisiones, las risibles elecciones, todo el vasto y esclerótico edificio del poder ha llevado por fin a los egipcios a las calles.
Amr Moussa, jefe de la Liga Árabe, apuntó algo importante en la reciente reunión cumbre de líderes árabes, en el centro turístico egipcio de Sharm el Sheikh: “Túnez no está lejos de nosotros: los hombres árabes están destrozados”.
Pero, ¿será así en verdad? Un viejo amigo me contó una horrible historia de un egipcio pobre que afirmó no tener interés en echar a los jefes corruptos de sus comunidades del desierto. “Al menos ahora sabemos dónde viven”, dijo. Hay más de 80 millones de personas en Egipto, 30 por ciento de ellas menores de 20 años. Y ya no tienen miedo.
Una especie de nacionalismo egipcio –más que islamismo– se hace sentir en las manifestaciones. El 25 de enero es el Día Nacional de la Policía –para honrar a la fuerza que dio la vida combatiendo a las tropas británicas en Ismailia–, y el gobierno regañó a los manifestantes, diciéndoles que deshonraban a los mártires. No, gritaron las multitudes: esos policías que murieron en Ismailia eran hombres valientes; sus actuales descendientes en uniforme no los representan.
El gobierno, sin embargo, no es tonto. Hay cierta astucia en la liberación gradual de la prensa y la televisión en esta destartalada seudodemocracia. Ha dado a los egipcios apenas suficiente aire para respirar, para mantenerlos callados, para disfrutar su docilidad en esta vasta tierra labrantía. Agricultores y no revolucionarios, pero cuando varios millones invadieron las ciudades, los barrios bajos y las casas en ruinas y las universidades, las cuales les dieron títulos pero no empleos, algo tenía que ocurrir.
“Estamos orgullosos de los tunecinos: han mostrado a los egipcios lo que es tener orgullo –dijo este viernes otro colega egipcio–. Fueron una inspiración, pero aquí el régimen fue más listo que el de Ben Ali en Túnez. Puso un barniz de oposición al no arrestar a toda la Hermandad Musulmana, y al decir luego a los estadunidenses que el gran peligro es el islamismo, que Mubarak es lo único que se interpone entre ellos y el ‘terror’… mensaje que Washington ha estado dispuesto a escuchar durante los 10 años pasados.”
Existen varias pistas de que las autoridades en El Cairo se percataron de que algo se avecinaba. Varios egipcios me han dicho que el 24 de febrero agentes de seguridad descolgaban imágenes de Gamal Mubarak en los barrios bajos, por temor de que provocaran a las multitudes. Pero el gran número de detenciones, las golpizas de la policía –a hombres y mujeres por igual– y el casi colapso del mercado egipcio de valores llevan la marca del pánico, más que de la astucia.
Y uno de los problemas ha sido creado por el propio régimen: se ha deshecho por sistema de toda persona dotada de carisma; las ha echado del país, y castrado políticamente cualquier oposición real al aprisionar a muchos disidentes. Los estadunidenses y la Unión Europea llaman al régimen a escuchar al pueblo, pero, ¿cuál es el pueblo, quiénes son sus líderes? No es un levantamiento islámico –aunque podría llegar a serlo–, pero, salvo la cantilena de la participación de la Hermandad Musulmana en las manifestaciones, es apenas una masa de egipcios asfixiada por décadas de fracaso y humillación.
Pero todo lo que los estadunidenses parecen capaces de ofrecer a Mubarak es una sugerencia de reformas, cosa que los egipcios han oído muchas veces. No es la primera vez que la violencia ha llegado a las calles del país: en 1977 hubo tumultos por la comida –yo estaba entonces en El Cairo y había muchas personas hambrientas y enardecidas–; el gobierno de Anuar Sadat logró controlar a la gente bajando los precios de los alimentos y aplicando cárcel y tortura. Ha habido motines policiacos, uno de ellos suprimido sin piedad por el propio Mubarak. Pero esto es algo nuevo.
Resulta interesante que no parece haber animosidad hacia los extranjeros. Muchos periodistas han sido protegidos por las multitudes y –pese al deplorable apoyo de Washington a los dictadores de Medio Oriente– ni una sola bandera estadunidense ha sido quemada. Eso muestra lo que es nuevo. Tal vez un pueblo ha crecido… sólo para descubrir que sus envejecidos gobernantes son todos niños.

© The Independent
Traducción: Jorge Anaya


Peligran las alianzas de EEUU e Israel
TRASCENDENCIA LA REBELIÓN DEL PUEBLO EGIPCIO

Gabriel Fernando López
Rebelión
30-01-2011

Lo que está sucediendo en estos días en las calles egipcias es de trascendental importancia para el mundo. Los pueblos árabes que a simple vista parecían adormecidos, salvo la siempre tenaz y heroica resistencia del pueblo palestino, se han encendido. La prensa y los ojos occidentales acostumbrados cómodamente a ver sociedades sojuzgadas, se sorprende al registrar las movilizaciones que enfrentan a uno de los más fuertes regímenes en un Estado clave para los destinos de la región.
El martes 25 de enero fue el día en que el pueblo egipcio tomó las calles de las más importantes ciudades. La fecha fue elegida porque recuerda cuando en 1952 la policía se unió a la resistencia contra la ocupación británica. La convocatoria fue anunciada a través de redes sociales y los puntos de encuentro eran fijados y cambiados por mensajes de texto para eludir a la temible policía egipcia. La incógnita en un primer momento era cuantos podrían ser los autoconvocados que siguieran el influjo tunecino. Fueron miles y luego decenas de miles los que coreaban “Abajo Mubarak”, “Libertad” “Estamos hartos, ya basta” y “Túnez, Túnez”. Tiraron piedras, botellas y confrontaron los cordones de seguridad y los carros hidrantes, e inclusive lograron hacerlos retroceder. Fue la mayor protesta no autorizada en los 30 años de un régimen autoritario y policíaco.
Siguiendo el ejemplo de Túnez, 90.000 egipcios firmaron en Facebook ayudando a organizar las protestas. La utilización de Internet para difundir y dar a conocer directa e independientemente lo que sucede en el terreno busca inspirar a la participación. La difusión de las actuales imágenes, así como las que se vieron de los sucesos tunecinos por medio de la cadena qatari al Jazeera, provocó el terror del régimen y el intento de cortar y bloquear las redes móviles y de Internet con la colaboración de empresas occidentales.
Los medios utilizados para difundir la rebelión tienen sin duda como protagonistas a los jóvenes. Egipto, al igual que otros países árabes, posee una media de edad de 24 años, con una gran cantidad de jóvenes a quienes la economía del país no les ofrece ninguna oportunidad. Muchos de los participantes de las protesta son universitarios y de sectores medios, fue en las universidades de donde surgió uno de los grupos promotores de las actuales movilizaciones: el “Movimiento 6 de Abril”, creado durante la Intifada al-Aqsa (2000) y bajo el impacto de las imágenes de la recién creada red al Jazeera.
Estamos leyendo en las noticias que Egipto fue alcanzado por la onda expansiva del estallido tunecino y ello no falta a la verdad, pero la rebelión de un pueblo no se da mecánicamente. Las movilizaciones que presenciamos surgen de un estado de ánimo de la población que se vino acumulando, Túnez fue la levadura. Las condiciones objetivas han estado acentuándose, el desempleo y los precios de los alimentos son crecientes, el fermento de la lucha egipcia se vino acrecentando durante los últimos años, en una combinación entre huelgas y conflictos internos junto con los efectos de la situación en Palestina e Irak. De una población de 80 millones, el 41 por ciento de los egipcios vive por debajo del umbral de la pobreza, según las Naciones Unidas. A la pobreza se suman la corrupción y la represión de las autoridades contra cualquier forma de oposición.
Desde 1981 Hosni Mubarak se mantiene en el poder, luego de que su mentor Al Sadat fuera asesinado producto del descontento de la alianza que estableciera con Israel y los EE.UU. Después de Israel, Egipto es el segundo receptor de la asistencia exterior estadounidense (entre ambos países se reaparten el 92%), recibiendo 2,1 billones de dólares anuales en ayuda a la seguridad, 1,3 billones en ayuda militar (el 50 % del total del presupuesto egipcio de defensa) y 815 millones en ayuda económica. Estas cifras muestran lo clave que es el régimen para la administración estadounidense. Pero también lo es para Israel, con quien atenaza al pueblo de la Franja de Gaza en lo que es un verdadero campo de concentración. La lucha contra el “extremismo islámico” le ha servido a Mubarak para congraciarse con EE.UU. pero también para atemorizar a su propia sociedad con las detenciones y cárceles clandestinas, ante cualquier tipo de disenso, hasta ahora.
El desafío político planteado y el significado de los acontecimientos en Egipto es superior respecto a Túnez. No sólo estamos hablando de uno de los Estados más importantes de la región, sino que la solidez interna y el apoyo externo al régimen es la mayor cuestión. Los egipcios hasta ahora no cuentan con el apoyo que demostró el ejército tunecino a su pueblo, por el contrario es un estado militarizado y el presidente tunecino Ben Alí sólo contaba con el respaldo de la policía. Como lo demostrara la revolución iraní, en realidad todas las revoluciones, es trascendental para el crecimiento de la rebelión una ruptura al interior del régimen, un quiebre que sin duda dependerá de cómo las fuerzas desde abajo impacten en las cadenas de mando y hagan insostenible la situación; algunos de estos elementos se empiezan a observar en la confraternización de los manifestantes con policías y militares. Los egipcios tampoco tienen fácil el apoyo de los países occidentales, temerosos de la influencia de los Hermanos Musulmanes (organización inspiradora del Islam político y origen de Hamas), pero como se ha visto no sólo esta organización ha cobrado un curso pragmático y vive momentos de vacilación y fragmentación, sino que fundamentalmente las actuales movilizaciones no cuentan con un carácter religioso. Son populares y policlasistas, hombres y mujeres de distintas confesiones, edades y estratos sociales, abarcando al conjunto de la sociedad y las clases subalternas.
Si hay algún elemento que demuestra la perturbación de las clases dominantes es la huida de los empresarios del país y el constante derrumbe de la bolsa egipcia, caída que se difunde a las principales plazas bursátiles del mundo. Otro elemento para nada desdeñable es el contraste entre el actual silencio sepulcral que reina en el gobierno israelí, más si lo comparamos con los elogios y apoyos que dio a las movilizaciones contra Ahmadineyad.
Por la magnitud creciente de las movilizaciones y el nivel de los enfrentamientos es fácil la tentación de inclinar la balanza hacia la posibilidad revolucionaria, pero los contrincantes del pueblo egipcio tratan de apostar al camino de la reforma. Aprovechando que hasta ahora las movilizaciones no tienen un cariz antiestadounidense, una característica disruptiva para la tradición política, los discursos de Obama y Hillary Clinton parecen dispuestos a situarse prudentemente de su lado. La administración Obama giró prontamente de una posición neutral, en realidad llamando a la calma y la comprensión, a una condena de la represión de Mubarak; aumentando la presión sobre él para que tome las medidas. Aunque aún no le suelta la mano a quien hasta ahora era un aliado incondicional, esto no quiere decir que no se esté pensando en Washington en alentar una figura de recambio para el decadente Mubarak que sólo podía ofrecer a su hijo como su sucesor. ¿La figura El-Baradei cumplirá con la misión de que cambie algo para que no cambie nada?
Sin duda el destino del país de las pirámides esta hoy en el pueblo egipcio que no quiere más faraones. Las movilizaciones luego del rezo en las mezquitas, en lo que ya se ha denominado como el “viernes de ira y libertad” le han respondido a un patético discurso presidencial que sólo ofreció un cambio de gabinete y aseguró más represión. El toque de queda y la presencia de los militares ordenada por Mubarak fue ampliamente desoído y superado. En las ciudades sitiadas por blindados se vive la adrenalina de ser protagonistas de un momento histórico. Las pérdidas de vidas ya ascienden a la tercera decena, los heridos y detenidos se cuentan por miles, sin embargo se arrancan con furia las gigantografías del presidente y en la avenida Ramsés el clamor de la gente corea "¡Uno, dos, tres, Mubarak ya se va!", con el puño levantado.
Si la rebelión en Egipto se transforma en revolución no va a parar y peligran todos los regimenes autoritarios árabes, los intereses del imperialismo en la región y el proyecto sionista. Como dijo el histórico dirigente palestino Georges Habash: “El camino a la liberación de Jerusalén pasa por las capitales árabes”.

Gabriel Fernando López es profesor de Historia en la Cátedra de Edward Said de estudios cananeos y Cátedra de Historia Contemporánea de la Facultad de Filosofía y Letras- Universidad de Buenos Aires
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


La Revolución Egipcia
ES ALGO ESTUPENDO

Gary Leupp
CounterPunch
30-01-2011

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Estoy mirando la cobertura en vivo de la revolución egipcia en Al-Jazeera TV. El Cairo está repleto de cientos de miles de personas, que desafían el toque de queda, lanzando piedras a la policía. Las imágenes recuerdan a la juventud palestina en sus Intifadas. La central del Partido Nacional Democrático está en llamas. El centro de Suez ha sido tomado por la gente, dos comisarías incendiadas. Las fuerzas de seguridad han aparecido en masa y disparan contra las multitudes. Pero la gente ha perdido el miedo.
Los periodistas y comentaristas en Al-Jazeera y otros canales no tienen otra alternativa que señalar que el presidente egipcio Hosni Mubarak es ampliamente odiado, y que los que están en las calles buscan libertad de una dictadura. Pero siguen diciendo “la situación se empeora”.
¿Empeora?
Pienso en la respuesta de Mao Zedong a los críticos de la rebelión campesina en China en 1927. Señaló que “incluso gente progresista” vio los levantamientos como “terribles”. “Pero no es terrible”, declaró. “Es cualquier cosa pero no ‘terrible’. ¡Es estupendo!”
Al mirar la cobertura en vivo, veo al pueblo de Egipto, fastidiado de la opresión, e inspirado por la revolución en Túnez, hace algo extremadamente estupendo. Es inspirador. Es profundamente esperanzador.
La línea del gobierno de Obama (como la resumió Joe Biden, entrevistado por Jim Lehrer en PBS), puede ser resumida como sigue: Los egipcios tienen derecho a protestar. Muchos son de clase media, con preocupaciones legítimas. Pero no debiéramos referirnos a Mubarak como dictador. No es el momento para que se vaya. Ha sido un aliado crucial de EE.UU. e Israel, y en el “proceso de paz de Medio Oriente” y la Guerra contra el Terror, Egipto es diferente de Túnez, y sería ir “demasiado lejos” sugerir que se trata de una tendencia. EE.UU. debería alentar a los que protestan y a Mubarak para que hablen. Todos debieran evitar la violencia.”
Los medios de info-entretenimiento dominantes pueden ser resumidos como sigue: La “intranquilidad” en Egipto coloca a EE.UU. en una posición difícil. Por un lado Mubarak ha favorecido los “intereses nacionales” de EE.UU. y sido el único aliado árabe de Israel. (Siempre se supone que las dos cosas están estrechamente vinculadas; nunca se cuestiona la noción de que un dirigente árabe sea amigo de EE.UU. siempre que bese el trasero de Israel.) Por otra parte, funcionarios estadounidenses han dicho durante años que Medio Oriente necesita “reforma democrática”.
Esto compromete a EE.UU., se nos dice. EE.UU. enfrenta un “dilema”. Los presentadores presentan a EE.UU. como una especie de víctima en esta situación. (¿No es terrible, implican, que el pueblo egipcio por su militancia a favor de ideales supuestamente estadounidenses trate de derrocar al mejor amigo de EE.UU. en el mundo árabe? ¡Qué dolor de cabeza nos causa!
Me parece que como sea se trata de otro de esos casos en los cuales hay que pagar por sus propias acciones.
EE.UU. ha apoyado a Mubarak sobre todo por su posición hacia Israel. (Los medios dominantes hablan de él como “aliado” de Israel.) No es realmente porque haya sido un “socio en el proceso de paz” – porque no existe un verdadero proceso de paz. La ininterrumpida actividad en los asentamientos israelíes en tierra palestina apoyada por el Lobby en EE.UU. lo ha asegurado.
Documentos de WikiLeaks indican que Mubarak ha estado satisfecho de que el “proceso” tarde indefinidamente para poder presentarse como el mediador árabe vital, mientras recibe dos mil millones de dólares al año en ayuda militar de EE.UU. Pero los palestinos lo odian por cooperar con la satanización de Hamás, democráticamente elegido, y por el embargo impuesto a Gaza. Y los egipcios lo odian por, entre muchas otras cosas, traicionar a sus hermanos y hermanas palestinos.
En su lugar, EE.UU. ha apoyado a Mubarak porque ha suministrado una hoja de parra para el apoyo inequívoco a Israel que EE.UU. ha asegurado durante décadas. Diplomáticos de EE.UU. han expresado, como revela WikiLeaks, preocupación de que el dictador pueda enfrentar algunos problemas por su tratamiento de “mano dura” de los disidentes. Pero no se trata de un asunto de indignación moral, o de preocupación por las vidas de egipcios. No es nada más que una expresión de preocupación de que ese régimen fascista ponga en peligro su capacidad de ayudar a la política estadounidense-israelí en la región y mantener abierto el Canal de Suez.
Y ahora ese régimen brutal ha provocado una explosión. La reacción de funcionarios estadounidenses y comentaristas políticas es: “Nunca esperamos algo semejante”.
Bueno, ¡qué sorpresa! (Esos individuos también fueron sorprendidos por la Revolución Iraní de 1979. ¿No entienden que la gente termina por defenderse?)
Pienso en ese viejo poema de Langston Hughes:

¿Qué pasa con un sueño postergado?
¿Se seca
como una pasa bajo el sol?

¿O supura como una llaga–
y luego escapa?
¿Hiede como carne podrida?
¿O se encostra y cubre de azúcar–
como un dulce acaramelado?
Tal vez sólo se comba
como una carga pesada.
¿O estalla?

Egipto estalla. Los sueños postergados del mundo árabe estallan. E incluso los medios corporativos reconocen que la gente está alborozada (mientras advierten que es posible que nada de esto tenga lugar en “nuestro interés”). Pero para la gente con un cierto sentido moral, preocupada por la felicidad de la humanidad en general, ¿no es algo totalmente estupendo?
Al-Jazeera muestra a los espectadores cómo los responsables de EE.UU. cambian el tono de sus comentarios, apartándose cada vez más cada día del apoyo a Mubarak. Reiteran con cada vez más énfasis que los manifestantes ciertamente tienen legitimidad. (¿Acaban de entenderlo esas personas?) ¡Qué descarado oportunismo!
Obama, como siempre un oportunista centrista que quiere ser amigo de todo el mundo, quiere ser amigo del pueblo egipcio. Lo mostró en el Cairo en 2009. En su celebrado discurso al mundo musulmán lanzó pomposamente por una parte perogrulladas sobre la aceptación estadounidense del Islam y por la otra insultó la inteligencia de todos al calificar la invasión de Afganistán de “guerra por necesidad”. Describió (con exactitud) el cruel ataque contra Iraq como una “guerra por elección”, pero no dijo nada sobre cómo los responsables por un crimen semejante debieran ser castigados. No apoya ninguna investigación sobre cómo sionistas neoconservadores en el gobierno de su predecesor falsificaron una justificación para una guerra que ha matado a cientos de miles de árabes.
Su verdadero mensaje es: EE.UU. puede mentir y matar, y luego presentarse como un ejemplo moral (tal vez excusándose ligeramente cuando los crímenes son sacados embarazosamente a la luz). A pesar de todo, se supone que la gente en el mundo comprenda que su alineación con EE.UU. es su mejor esperanza.
Y ahora Obama quiere lo mejor de ambas cosas: una continua asociación con Mubarak (si sobrevive), y una mano ofrecida al pueblo de Egipto, contaminada por tantos otros apretones de mano con otros tantos dictadores.
Los manifestantes se dan cuenta de que las granadas lacrimógenas en la calle están marcadas “Made in USA”. ¿Qué quieren que piensen? ¿Quién alienta realmente sus sueños? ¿Quién los ha llevado a postergarlos, una década tras la otra? Es el mismo enemigo que ha causado la postergación de tantos sueños en este país y en todo el mundo.
Aprendí a decir shukran [gracias] en el Cairo. A mis amigos en ese país, empeñados en esa estupenda, estupenda batalla, lo digo ahora.
Shukran, shukran por inspirar al mundo, al mostrar que otro mundo puede ser posible.

Gary Leupp es profesor de historia en la Universidad Tufts, y profesor adjunto de Religión Comparativa. Es autor de “Servants, Shophands and Laborers in the Cities of Tokugawa Japan”; “Male Colors: The Construction of Homosexuality in Tokugawa Japan”; e “Interracial Intimacy in Japan: Western Men and Japanese Women, 1543-1900”. También colaboró con la despiadada crónica de CounterPunch sobre las guerras en Iraq, Afganistán y Yugoslavia: “Imperial Crusades.” Para contactos escriba a: gleupp@granite.tufts.edu
Fuente: http://www.counterpunch.org/leupp01282011.html

MUBARAK SE AFERRA AL PODER; PONE A SU AMIGO SULEIMAN EN LA VICEPRESIDENCIA

Júbilo en El Cairo; es una señal del fin del régimen, sentir entre los manifestante
Carcajadas entre la multitud al enterarse de los cambios dispuestos por el gobernante
ROBERT FISK
The Independent
Periódico La Jornada
Domingo 30 de enero de 2011, p. 20

El Cairo, 29 de enero.. Los tanques egipcios con manifestantes sentados encima al borde del delirio, las banderas, los 40 mil marchistas que lloraban, gritaban y vitoreaban en la Plaza de la Libertad, el dirigente de la Hermandad Musulmana entre los pasajeros de los tanques. ¿Debe compararse todo esto a la liberación de Bucarest?
Trepado yo mismo en un tanque de combate de fabricación estadunidense, apenas acertaba a evocar las maravillosas imágenes fílmicas de la liberación de París. Unos cientos de metros más allá, los guardias de seguridad de Hosni Mubarak, en uniforme negro, seguían disparando a los manifestantes cerca del Ministerio del Interior. Fue una frenética e histórica celebración de la victoria, en la que los propios tanques de Mubarak liberaban a la capital de su dictadura.
En el mundo de pantomima del dictador –y de Barack Obama y Hillary Clinton en Washington–, el hombre que aún afirma ser presidente de Egipto tomó juramento al más ridículo vicepresidente que hubiera podido nombrar, en un intento por menguar la furia de los manifestantes: Omar Suleiman, principal negociador egipcio con Israel y el oficial de inteligencia de mayor rango, hombre de 75 años que tiene en su historial mucho tiempo de visitas a Tel Aviv y cuatro ataques cardiacos. Cómo se espera que este anciano burócrata haga frente a la furia y el júbilo de la liberación es algo que escapa a la imaginación. Cuando comuniqué a los manifestantes del tanque la noticia de la designación de Suleiman, estallaron en carcajadas.
Los tanquistas, en uniforme de campaña, sonrientes y en algunos casos batiendo palmas, no hacían intento alguno por lavar los grafitis que los manifestantes habían pintado con espray en los tanques. “Mubarak fuera, vete” y “Tu régimen se acabó, Mubarak” han sido pintados en casi todos los tanques egipcios en las calles de El Cairo. Arriba de uno de los que daban vueltas a la Plaza de la Libertad estaba un dirigente de la Hermandad Musulmana, Mohamed Beltagi.
Antes, caminando junto a un convoy de tanques cerca del suburbio de Garden City, vi que la gente trepaba a las máquinas para regalar naranjas a los tripulantes, vitoreándolos como patriotas. Pese a la absurda elección de vicepresidente por Mubarak y su gradual nombramiento de un nuevo gobierno de amigotes, desprovisto de poder, las calles de El Cairo demostraban lo que Estados Unidos y los gobernantes de la Unión Europea no logran captar: el régimen está acabado.
Los débiles intentos del gobernante egipcio por clamar que él debe poner fin a la violencia en nombre del pueblo –cuando su misma policía de seguridad ha sido responsable de la mayor parte de las crueldades de los cinco días pasados– han exacerbado aún más la furia de quienes han pasado 30 años bajo su en ocasiones despiadada dictadura. Porque existen cada vez más sospechas de que buena parte de los saqueos e incendios provocados fueron cometidos por policías vestidos de civil –incluida la matanza de 11 hombres en una aldea rural, entre el viernes y el sábado–, en un intento por destrozar la integridad de quienes hacen campaña por echar a Mubarak del gobierno. La destrucción de varios centros de comunicación por hombres enmascarados –que debió ser coordinada por alguna institución– también ha suscitado sospechas de que los esbirros sin uniforme que tundieron a muchos manifestantes son los culpables.
En cambio, es obvio que el incendio con antorchas de cuarteles de policía en El Cairo, Alejandría, Suez y otras ciudades no fue llevado a cabo por esos esbirros. Ya tarde el viernes, yendo en auto por la carretera a Alejandría, a unos 65 kilómetros de El Cairo, vi grupos de jóvenes que habían encendido hogueras y, cuando los autos aminoraban la marcha, exigían cientos de dólares en efectivo. La mañana del sábado, hombres armados robaban coches a sus dueños en pleno centro de la capital.
Infinitamente más terrible fue el vandalismo en el Museo Nacional Egipcio. Luego de que la policía abandonó este inapreciable tesoro, los saqueadores irrumpieron en el edificio pintado de rojo y estrellaron estatuas faraónicas de 4 mil años de antigüedad, momias egipcias y magníficas embarcaciones de madera talladas originalmente –junto con sus tripulantes en miniatura– para acompañar a los reyes en sus tumbas. Rompieron escaparates de vidrio que contenían figurillas invaluables de soldados pintados de negro y las regaron por el suelo. Debe añadirse una vez más que hubo rumores –antes del descubrimiento– de que la policía causó este vandalismo antes de huir del museo, la noche del viernes. Ecos atroces del museo de Bagdad en 2003. No fue tan terrible como aquel pillaje, pero sí un espantoso desastre arqueológico
En mi viaje nocturno de Ciudad 6 de Octubre a la capital, tuve que reducir la velocidad cuando vehículos oscurecidos surgieron entre las sombras. Estaban destrozados, con los vidrios regados por el pavimento, y policías desaliñados apuntaron sus rifles a mis faros delanteros. Un jeep estaba incendiado casi por completo. Eran los restos de la fuerza antimotines que los manifestantes hicieron huir de El Cairo el viernes.
Estos mismos manifestantes formaron la noche del sábado un enorme círculo en torno a la Plaza de la Libertad para orar. El Alá al Akbar atronaba en la noche sobre la ciudad.
Y hubo también llamados a la venganza. Un equipo de televisión de Al Jazeera encontró 23 cadáveres en el anfiteatro de Alejandría; al parecer son víctimas de los disparos de la policía. Varios tenían horribles mutilaciones en el rostro. Otros ocho cuerpos se descubrieron en una morgue de El Cairo; los parientes se arremolinaban en torno a los restos y juraban desquitarse de la policía.
Ahora El Cairo pasa en segundos del júbilo a la rabia amenazante. La mañana del sábado caminé por el puente del Nilo para observar las ruinas del incendiado edificio de 15 pisos del partido de Mubarak. En el frente había un gigantesco cartel que proclamaba beneficios –imágenes de graduados exitosos, de médicos y empleos, las promesas que el partido no cumplió a lo largo de 30 años–, enmarcado por las llamas doradas que despedían las ennegrecidas ventanas. Miles de egipcios atiborraban el puente y los pasos elevados de la autopista para tomar fotografías del edificio envuelto en llamas rugientes… y de los saqueadores que continuaban robando sillas y escritorios del interior.
Sin embargo, cuando un equipo de la televisión danesa llegó para filmar las escenas, fue hostigado por decenas de personas que les decían que no tenía derecho de grabar el incendio, e insistían en que los egipcios son un pueblo gallardo que jamás cometería pillaje o provocaría incendios. Esto se volvió tema del día: que los reporteros no tenían derecho de informar nada acerca de esta “liberación” que pudiese arrojar una luz desfavorable sobre ella. Pese a ello, la gente seguía mostrándose notablemente amigable y, pese a las pusilánimes declaraciones de Obama el viernes por la noche, no hubo el más leve asomo de hostilidad hacia Estados Unidos.
“Todo lo que queremos –todo– es que se vaya Mubarak, nuevas elecciones y nuestra libertad y honor”, me dijo una siquiatra de 30 años. Tras ella, montones de jóvenes limpiaban las calles de barricadas hechas con vidrios rotos y vallas de intersección de caminos… reflejo irónico del conocido adagio cairota de que los egipcios nunca de los nuncas limpian sus caminos.
La afirmación de Mubarak de que estas manifestaciones e incendios –esa combinación fue tema del discurso en el que se negó a marcharse de Egipto– forman parte de un “plan siniestro” está sin duda en el centro de su demanda de que el mundo siga reconociendo su gobierno. De hecho, la respuesta de Obama –sobre la necesidad de reformas y el fin de la violencia– fue una copia exacta de todas las mentiras que el egipcio ha dicho para defender su régimen durante tres décadas.
Para los egipcios fue muy divertido que Obama –en El Cairo mismo, después de ser electo presidente– llamara a los árabes a abrazar la libertad y la democracia. Esas aspiraciones desaparecieron por completo cuando dio su apoyo tácito, aunque incómodo, a Mubarak el viernes pasado. El problema es el de siempre: en Washington las líneas del poder y las de la moralidad no convergen cuando los presidentes de Estados Unidos tratan con Medio Oriente. El liderazgo moral estadunidense deja de existir cuando los mundos árabe e israelí se confrontan.
Y el ejército egipcio es –sobra decirlo– parte de esta ecuación. Recibe un buen porcentaje de los mil 300 millones de dólares de ayuda anual de Washington. El comandante de ese ejército, el general Tantawi –quien, por cierto, se encontraba en Washington cuando la policía trató de aplastar a los manifestantes–, ha sido siempre amigo cercano de Mubarak. Quizá no es buen augurio para el futuro inmediato.
Así pues, la “liberación” de El Cairo –donde esta noche se supo la triste noticia del saqueo del hospital Qasr el-Aini– aún tiene que completar su curso. El final puede ser claro, pero la tragedia no ha terminado.

© The Independent
Traducción: Jorge Anaya

REPORTAN ALREDEDOR DE 100 MUERTOS POR LAS PROTESTAS; SIGUE TOQUE DE QUEDA EN EL CAIRO

AFP, DPA Y REUTERS
Periódico La Jornada
Domingo 30 de enero de 2011, p. 21

Al menos 95 personas murieron entre viernes y sábado durante las protestas contra el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, informó la cadena Al Jazeera con base en un recuento elaborado por sus corresponsales en el país, mientras otros medios de información ofrecieron distintas versiones, a causa de los problemas para confirmar los hechos con fuentes oficiales.
Servicios médicos y de seguridad consultados por la agencia de noticias Afp dijeron que el saldo de muertos en todo Egipto es de 102 desde el martes pasado, cuando comenzaron las manifestaciones contra el régimen de más de 30 años.
La cifra incluye el dato de que 10 cadáveres fueron hallados en los alrededores de la localidad de Beni Sueif, 140 kilómetros al sur de El Cairo, donde la suma es de 22, desde el jueves pasado, cuando grupos de inconformes con el gobierno intentaton quemar un cuartel policial.
Según Afp, el viernes fallecieron 62 personas en distintos puntos del país, 35 de las cuales fueron abatidas en El Cairo. Hasta el jueves, todos los medios coincidieron en que la cifra total de decesos por las protestas era de siete, en todo el territorio egipcio.
La agencia Reuters informó que 30 cadáveres –incluidos los de dos niños– fueron llevados al hospital El Damardash, de El Cairo, entre las 13 y las 23 horas de este sábado.
Al Jazeera dio a conocer que de los 95 decesos que sus corresponsales confirmaron en todo Egipto, 27 ocurrieron en Suez y 23 en Alejandría.
Al cierre de esta edición, televisoras y agencias internacionales de noticias confirmaron que en El Cairo hubo cantidades indeterminadas de personas que violaron el toque de queda, a pesar de que el ejército anunció en un comunicado que lo haría respetar desde las 16 horas, es decir dos horas antes de lo establecido el viernes. La orden termina el domingo a las ocho.
En Fayoum, en la periferia oeste de la capital, unos mil presos se amotinaron la noche de este sábado y mataron al director y a otros funcionarios y guardias, según versión de la televisión egipcia.
El opositor Mohamed El Baradei, Premio Nobel de la Paz 2005, consideró insuficiente la designación de Omar Suleiman, ex jefe del servicio de inteligencia, como nuevo vicepresidente, y Ahmed Shafiq, ex comandante de la fuerza aérea, como primer ministro. Las designaciones fueron la primera respuesta de Mubarak a la crisis política, que obligó al gobierno a interrumpir las telecomunicaciones el viernes.
La telefonía celular volvió a funcionar este sábado por breves lapsos en algunos puntos del país, pero el servicio de Internet sigue cortado.

CRONOLOGÍA DE LA OLA DE PROTESTAS CONTRA HOSNI MUBARAK

AFP
Periódico La Jornada
Domingo 30 de enero de 2011, p. 22

El Cairo, 29 de enero. La tentativa de un hombre de suicidarse a lo bonzo el 17 de enero en El Cairo fue la primera señal de un descontento popular que en pocas semanas convirtió a Egipto en escenario de una inédita ola de protestas contra el presidente Hosni Mubarak, en el poder desde 1981.

17 de enero: Un hombre intenta inmolarse por el fuego delante de la Asamblea del Pueblo de El Cairo, un gesto que recordaba el de un tunecino a mediados de diciembre que desencadenó la revuelta que derrocó a Zine Abidine Ben Alí tras 23 años en el poder.
18: Un desempleado que sufría graves quemaduras después de arder a lo bonzo en Alejandría (norte) fallece a consecuencia de sus heridas. Un abogado intenta inmolarse a su vez delante de la sede del gobierno en El Cairo.
20: Dos hombres sufren heridas al intentar inmolarse.
24: “Si los tunecinos lo han hecho, los egipcios deberían poder conseguirlo”, afirma el opositor y premio Nobel de la Paz Mohamed el Baradei a los medios de prensa.
25: Arrancan manifestaciones antigubernamentales, que movilizan a miles de personas. Dos manifestantes mueren en Suez (noreste) y un policía en El Cairo. Unas 200 detenciones.
–Las fuerzas de seguridad disparan gases lacrimógenos para dispersar a miles de personas que se manifestaban en El Cairo.
–Estados Unidos exhorta al gobierno egipcio a escuchar las aspiraciones de su población.
26: Miles de manifestantes en varias ciudades a pesar de la prohibición oficial. La policía persigue a opositores y hace uso de gases lacrimógenos, porras y hasta piedras. Los manifestantes apedrean a las fuerzas antimotines.
–En El Cairo, mueren dos personas en disturbios. En Suez, donde manifestantes lanzan botellas incendiarias contra un edificio gubernamental, resultan heridos 55 manifestantes y 15 policías.
27: Al menos unos mil detenidos, según una fuente oficial.
–En el norte del Sinaí, un manifestante resulta herido de muerte por disparos entre beduinos y las fuerzas de seguridad. En Suez, grupos que protestan incendian un cuartel del cuerpo de bomberos. Choques en Ismailia.
–Mohamed el Baradei dice en El Cairo que está dispuesto a encabezar la transición.
–El poder anuncia “medidas decisivas” contra los manifestantes.
28: Enfrentamientos entre policías y manifestantes congregados por decenas de miles en todo Egipto. Gran despliegue de la policía, que utiliza gases lacrimógenos, balas de goma y cañones de agua para dispersarlos.
–Participación de Mohamed el Baradei y la Hermandad Musulmana en la “jornada de cólera” convocada después de la plegaria musulmana del viernes.
–Incendian dos comisarías de El Cairo y las sedes de la gobernación de Alejandría y del Partido Nacional Demócrata, en el poder.
–Cortada la red de Internet, una primicia por su amplitud.
–Las fuerzas de seguridad agreden a periodistas extranjeros.
–Mubarak pide al ejército y la policía hacer respetar la seguridad y aplicar el toque de queda en El Cairo, Alejandría y Suez.
–Numerosos países occidentales expresan su profunda inquietud por la situación en Egipto.
–Al menos 20 muertos y cientos de heridos en Egipto.
–Mubarak anuncia en televisión que ha destituido al gobierno y presentará un nuevo gabinete, además de reformas democráticas.
29: Decenas de miles de egipcios salen a las calles, enfrentándose en ocasiones con violencia a las fuerzas de seguridad. Se adelanta dos horas el comienzo del toque de queda, que va desde las 16 horas locales (14:00 GMT) hasta las ocho de la mañana.
–Choques violentos en Ismailia. Ataque a la sede de la Seguridad del Estado de Rafah, en la frontera con la franja de Gaza.
–El ejército llama a la población a protegerse de los saqueos. Decenas de comercios son desvalijados en El Cairo.
–Dimite un importante dirigente del partido gubernamental, Ahmad Ezz, considerado como uno de los pilares del régimen.
–Decenas de miles de manifestantes desacatan el toque de queda establecido en El Cairo.
–El jefe de los servicios de inteligencia, Omar Suleiman, es investido vicepresidente, un cargo que no existía desde la llegada al poder de Mubarak en 1981.
–El presidente egipcio nombra primer ministro al general Ahmed Shafiq, quien ocupaba el cargo de ministro de Aviación en el gobierno disuelto la víspera.

SIMPATÍA MUNDIAL CON PROTESTAS

NOTIMEX Y AFP
Periódico La Jornada
Domingo 30 de enero de 2011, p. 23

Miles de personas salieron ayer a las calles de Nueva York, Washington, San Francisco, Seattle, Atlanta, Los Ángeles y Chicago, entre otras ciudades de Estados Unidos, para manifestar su solidaridad con las protestas masivas que desde el martes pasado sacuden a Egipto.
También hubo manifestaciones de solidaridad con el pueblo egipcio y en demanda de la renuncia de Mubarak en Toronto, Canadá; Barcelona, España, y Londres, Inglaterra.


EGIPTO: LA APUESTA AL GATOPARDISMO

Atilio A. Boron
Página 12
31-01-2011

En el día de ayer Hillary Clinton declaró ante la prensa que lo que había que evitar a toda costa en Egipto era un vacío de poder. Que el objetivo de la Casa Blanca era una transición ordenada hacia la democracia, la reforma social, la justicia económica, que Hosni Mubarak era el presidente de Egipto y que lo importante era el proceso, la transición. A diferencia de lo ocurrido en otra ocasión, el Presidente Obama no exigiría la salida del líder caído en desgracia. Como no podría ser de otro modo, las declaraciones de la Secretaria de Estado reflejan la concepción geopolítica que Estados Unidos ha sostenido invariablemente desde la Guerra de los Seis Días, en 1967, y cuya gravitación se acrecentó después del asesinato de Anwar el-Sadat en 1981 y la asunción de su por entonces vicepresidente, Hosni Mubarak. Sadat se había convertido en una pieza clave para Estados Unidos e Israel –y de paso le confirió a Egipto la misma categoría- al ser el primer jefe de estado de un país árabe en reconocer al Estado de Israel y al firmar un Tratado de Paz entre Egipto y ese país el 26 de Marzo de 1979. Las dudas y los rencores que aún abrigaban Sadat y el primer ministro israelí Menájem Begin como consecuencia de cinco guerras y que tornaban en interminables las negociaciones de paz fueron rápidamente dejados de lado cuando tanto ellos como el Presidente James Carter se notificaron que el 16 de enero de ese año un estratégico aliado pro-norteamericano en la región, el Shá de Irán, había sido derrocado por una revolución popular y buscado refugio en Egipto. La caída del Shá fue seguida por el nacimiento de la república islámica bajo la conducción del Ayatola Ruhollah Jomeini, para quien Estados Unidos y la entera “civilización americana” no eran otra cosa que el “Gran Satán”, el enemigo jurado del Islam.
Si la violenta eyección del Shá sacudía el tablero de Oriente Medio, no eran mejores las noticias que provenían del convulsionado traspatio centroamericano: el 19 de Julio de 1979 el Frente Sandinista entraba a Managua y ponía fin a la dictadura de Anastasio Somoza, complicando aún más el cuadro geopolítico norteamericano. A partir de ese momento, el delicadísimo equilibrio de Oriente Medio tendría en Egipto el ancla estabilizadora que la política exterior norteamericana se encargó de reforzar a cualquier precio, aún a sabiendas que bajo el reinado de Mubarak la corrupción, el narcotráfico y el lavado de dinero crecían a un ritmo que sólo era superado por el proceso de pauperización y exclusión social que afectaba a sectores crecientes de la población egipcia; y que la feroz represión ante los menores atisbos de disidencia y las torturas eran cosas de todos los días. Por eso suenan insoportablemente hipócritas y oportunistas las exhortaciones del presidente Obama y su Secretaria de Estado para que un régimen corrupto y represivo como pocos en el mundo -y al cual Estados Unidos mantuvo y financió por décadas- se encamine por el sendero de las reformas económicas, sociales y políticas. Un régimen, además, donde Washington podía enviar prisioneros para torturar sin tener que enfrentar molestas restricciones legales y la estación de la CIA en Cairo podía operar sin ninguna clase de obstáculos para llevar adelante su “guerra contra el terrorismo.” Un régimen, además, que pudo bloquear la internet y la telefonía celular y que apenas si despertó una mesurada protesta por parte de Washington. ¿Habría sido igual de tibia la reacción si quien hubiera cometido tales tropelías hubiese sido Hugo Chávez?
Dado que Mubarak parecería haber cruzado el punto de no retorno, el problema que se le presenta a Obama es el de construir un “mubarakismo” sin Mubarak; es decir, garantizar mediante un oportuno recambio del autócrata la continuidad de la autocracia pro-norteamericana. Como decía el Gatopardo, “algo hay que cambiar para que todo siga como está.” Esa fue la fórmula que sin éxito alguno Washington intentó imponer en los meses anteriores al derrumbe del somocismo en Nicaragua, apelando a la figura de un personaje del régimen, Francisco Urcuyo, presidente del Congreso Nacional cuya primera y prácticamente última iniciativa como fugaz presidente fue la de solicitar al Frente Sandinista, que venía aplastando a la guardia nacional somocista por los cuatro rincones del país, que depusiera las armas. Lo depusieron a él al cabo de pocos días, y en el habla popular nicaragüense el ex presidente pasó a ser recordado como “Urcuyo, el efímero.” Lo que ahora está intentando la Casa Blanca es algo similar: presionó a Mubarak para que designara a un vicepresidente en la esperanza de que no reeditase el fiasco de Urcuyo. La designación no pudo haber sido más inapropiada pues recayó en el jefe de los servicios de inteligencia del ejército, Omar Suleiman, un hombre aún más refractario a la apertura democrática que el propio Mubarak y cuyas credenciales no son precisamente los que anhelan las masas que exigen democracia. Cuando estas ganaron las calles y atacaron numerosos cuarteles de la odiada policía y de los no menos odiados espías, soplones y organismos de la inteligencia estatal, Mubarak designa al jefe de estos servicios nada menos que para liderar las reformas democráticas. Es una broma de mal gusto y así fue recibida por los egipcios, que siguieron tomando las calles convencidos de que el ciclo de Mubarak se había terminado y que había que exigir su renuncia sin más trámite.
En la tradición del socialismo marxista se dice que una situación revolucionaria se constituye cuando los de arriba no pueden dominar como antes y los de abajo ya no quieren a ser dominados como antes. Los de arriba no pueden porque la policía fue derrotada en las luchas callejeras y los oficiales y soldados del ejército confraternizan con los manifestantes en lugar de reprimirlos. No sería de extrañar que alguna otra filtración tipo Wikileaks devele las intensas presiones de la Casa Blanca para que el anciano déspota abandone Egipto cuanto antes para evitar una re-edición de la tragedia de Teherán. Las alternativas que se abren para los Estados Unidos son pocas y malas: (a) sostener el régimen actual, pagando un fenomenal costo político no sólo en el mundo árabe para defender sus posiciones y privilegios en esa crucial región del planeta; (b) una toma del poder por una alianza cívico-militar en donde los opositores de Mubarak estarán destinados a ejercer una gravitación cada vez mayor o, (c) la peor de las pesadillas, si se produce el temido vacío del poder que sean los islamistas de la Hermandad Musulmana quienes tomen el gobierno por asalto. Bajo cualquiera de estas hipótesis las cosas ya no serán como antes, pues aún en la variante más moderada la probabilidad de que un nuevo régimen en Egipto continúe siendo un fiel e incondicional peón de Washington es sumamente baja y, en el mejor de los casos, altamente inestable. Y si el desenlace es el radicalismo islamista la situación de Estados Unidos e Israel en la región se tornará en extremo vulnerable, habida cuenta de que el efecto dominó de la crisis que comenzó en Túnez y siguió en Egipto ya se está dejando sentir en otros importantes aliados de Estados Unidos, como Jordania y Yemen, todo lo cual puede profundizar la derrota militar norteamericana en Irak y precipitar una debacle en Afganistán. De cumplirse estos pronósticos, el conflicto palestino-israelí adquiriría inéditas resonancias cuyos ecos llegarían hasta los suntuosos palacios de los emiratos del Golfo y la propia Arabia Saudita, cambiando dramáticamente y para siempre el tablero de la política y la economía mundiales.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.



MUBARAK Y LA CALLE, SIEMPRE LA CALLE

Javier Barreda Sureda
Rebelión
31-01-2011

La primera aparición de Hosni Mubarak en televisión desde el comienzo de la intifada egipcia, el día 29 de enero, sorprendió por su dureza, de tono y de oído, y por su falta de originalidad. Todo lo que ofreció, además de sus habituales palabras sobre su preocupación por los pobres y los jóvenes, y sobre su compromiso de continuar y acelerar la “reforma económica, social y política”, fue cesar a su gobierno y “no dudar en tomar cualquier tipo de decisión para preservar la seguridad y tranquilidad de todo egipcio y egipcia”1. Ni una palabra acerca de cambios políticos concretos y reales. Sólo un nuevo gobierno que añadir a las decenas nombrados y cesados por él en los últimos 30 años.
¿Su análisis de los acontecimientos? Las manifestaciones y reivindicaciones “legitimas” de los ciudadanos, facilitadas por sus “indicaciones al gobierno para que permitieran que se expresaran”, fueron aprovechadas por “algunos” para “subirse a la ola” y “hacer negocio con con los eslóganes” contra el “régimen general” (al-nizaam al-aam). Resultado: la violencia, el alboroto, el pillaje y la anarquía (fawdá, seis apariciones entre 636 palabras en árabe), que “introdujeron el miedo en los corazones de la abrumadora mayoría de los egipcios”. Las palabras de siempre, en las que se intentan trastocar los sujetos y los objetos (el régimen general/mi régimen, el miedo de los egipcios/mi miedo/el miedo que quiero infundir a los egipcios).
Las auténticas decisiones subsiguientes son igualmente más de lo mismo, aunque incluyan un nuevo cambio de sentido: nombramiento de un nuevo primer ministro, Ahmad Shafiq, un militar, y, por primera vez en treinta años, de un vicepresidente, Omar Soleimán, gran jefe de los servicios secretos. Poco después, el Secretario de Organización del partido gobernante (Partido Nacional Democrático), Ahmad Ezz, dimitía de sus funciones, y un alto representante del régimen en el Parlamento, declaraba en Al-Yazira, que “¡cómo no iba a dimitir la gente que era responsable de lo que estaba pasando!”.
Ahmad Ezz ocupaba un puesto clave en el entramado del régimen (un puesto que también ocupaba Mubarak antes de suceder a Sadat), pero, además de eso, era el magnate del sector del hierro y el acero, que dominaba en condiciones de casi monopolio, el amigo del hijo de Hosni Mubarak, Gamal, y uno de quienes junto a este se habían impuesto –ahora vemos que temporalmente- en la batalla por el control del régimen entre la vieja guardia burocrática y los grande hombres de negocios2.
Así pues, la decisión de Mubarak estaba tomada: echar a los leones a quienes han tenido los destinos del país en los últimos diez años, y responsabilizarlos de “todo”. No en vano, fuentes del aeropuerto de El Cairo confirmaban a Al-Yazira lo que ya habían adelantado, curiosamente, fuentes israelíes, que 19 aviones privados cargados de hombres de negocios y empresarios, “árabes y egipcios” habían abandonado el país el sabado 29. Entre ellos, alguien “próximo” a Hosni Mubarak que no era su hijo Gamal, de quien hace días hay noticias sin confirmar en el sentido de que se encuentra en Londres desde el miércoles 26. En palabras de Mubarak, y las cito textualmente por su brillantez: “estoy convencido de que la economía es algo demasiado importante para dejarla únicamente en manos de los economistas”.
El giro de Mubarak, su último recurso, lo entienden perfectamente los egipcios, a diferencia de los grandes medios de comunicación occidentales, que han ignorado recurrentemente en los últimos años que tras las pretensiones de sucesión hereditaria de Mubarak padre se encontraba el triunfo de la liberalización económica en su versión sátrapa. En la última década se había precipitado el ritmo del travase de las propiedades públicas, industriales, financieras y agrícolas, a manos de una oligarquía con un pié en el sector privado y otro en el aparato del Estado y en el partido gobernante.
No obstante, los egipcios entienden perfectamente que no sólo la permanencia de Mubarak, sino, incluso prescindiendo de él, el ascenso de Omar Soleimán, y el nuevo gobierno son más de lo mismo. Omar Soleimán no sólo ha intervenido en los asuntos internacionales, contribuyendo a asfixiar Gaza e intentar someterla, sino que llegó al cargo en 1993 para acabar a sangre y fuego con los jóvenes que, desesperados por las mismas miserias y sevicias de hoy, cogieron las armas en los 90 en el nombre del islamismo, para que luego sus dirigentes negociaran un armisticio y amnistía del régimen cuyos términos no se conocen. Omar Soleimán es régimen de Mubarak, se mire por donde se mire.
En el momento de escribir estas líneas se anuncia en Al-Yazira la constitución de una comisión de diez miembros representante de “todas las fuerzas nacionales egipcias”, encabezada por al-Baradei y que incluye a Muhammad Al-Baltagi (Hermanos Musulmanes), Ayman Nur (liberal, excandidato a la presidencia y ex –prisionero por ello-), Magdi Ahmad Husein (de orientanción islamista laborista), Georges Ishaq (fundador de Kifaya), Abdel Hamid Qandil (naserista), Hamdin as-Sibahi (naserista), un joven líder del movimiento de los manifestantes, y otras personalidades. Esta comisión pretende negociar con el régimen y con el ejército las condiciones del abandono definitivo del poder por parte de Hosni Mubarak y la constitución de un gobierno de unidad nacional. Al-Baradei, según las mismas fuentes, “ha avisado a los Estados Unidos de que está perdiendo su credibilidad al continuar apoyando al régimen de Mubarak”.
Finalmente, los Estados Unidos están modificando hoy su discurso ( “el pueblo egipcio no puede seguir soportando esta situación”, “el nombramiento de Soleimán sólo puede ser el principio de una larga lista de cambios” “no basta con cambiar las cartas de sitio”), tras el espaldarazo indisimulado a Mubarak que supuso la intervención de Obama por televisión inmeditamente después de la de aquel, mensaje inequívoco a los altos mandos del ejército egipcio de que “aún” no podían contar con él para un golpe de mano.
Sin embargo, el régimen se mueve cada vez más nervioso. Mubarak aparece repetidamente en la televisión a lo largo del día entre Omar Soleimán, el ministro de Defensa, el jefe del Estado Mayor y otros militares contemplando monitores de televisión, “siguiendo el desarrollo de los acontecimientos” como quien contempla un partido de fútbol anclado en el 0-0. Más tarde, el todavía presidente cambia varios capitanes generales en diversas regiones del país. Poco después, el presidente del Parlamento dice que se “enmendara” su composición cuando los jueces estudien el aluvión de quejas por el fraude electoral de noviembre de 2010. Finalmente, se anuncia el redespliegue de la policía “sin enfrentarse a la población”.
Y, mientras tanto, cada vez más egipcios salen a las calles para que las cosas cambien de verdad.
En los grandes medios de comunicación se ha insistido (hemos insistido) en la importancia de las nuevas tecnología y las nuevas redes sociales para organizarse. Hossam el-Hamalawy, periodista y bloguero egipcio que ha desempeñado un papel sin precio en todo lo que esta sucediendo hoy lo desmiente: “No utilizamos internet para organizarnos. Lo utilizamos para dar a conocer lo que estamos haciendo sobre el terreno”3.

NOTAS

1 Texto íntegro en árabe del discurso, en la página web de Al-Yazira, 29-01-2011.
2 Vease, en Rebelión, mi texto El régimen de Mubararak y las revueltas de enero, 29 de enero de 2011 (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=121366).
3 “Entrevista con Hossam el-Hamalawy, periodista y bloguero egipcio”, por Mark LeVine, Rebelión, 29-01-2011, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=121317

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

EGIPTO: ESTALLIDO Y POSTURAS AMBIGUAS

La Jornada, Editorial, 31 de enero de 2011

En el sexto día de movilizaciones en Egipto contra la dictadura de Hosni Mubarak, los manifestantes volvieron a desafiar masivamente el toque de queda impuesto por el todavía presidente, quien el fin de semana jugó las que, a ojos vistas, son sus últimas cartas para aferrarse al poder: por un lado, ordenó al nuevo primer ministro, Ahmad Shafiq, dialogar con la oposición y emprender reformas que ayuden a reactivar la economía; por el otro, instruyó el regreso a los cuarteles de la repudiada policía antimotines –la principal fuerza represora en los 30 años que lleva en el poder–, y puso en su lugar al ejército, en un intento infructuoso por contener las manifestaciones.
Mientras tanto, Estados Unidos demandó ayer mismo una transición pacífica y ordenada en la nación norafricana y se pronunció por la necesidad de un gobierno receptivo a las necesidades de la población. Pero esos llamados colisionan con las muestras de apoyo tácito del propio gobierno de Washington al de El Cairo, y con el hecho mismo de que se pida completar la transición a un régimen que, a juzgar por las muestras de repudio popular, está acabado y es insostenible. La respuesta a esa aparente contradicción se revela en la preocupación expresada ayer por la secretaria de Estado estadunidense, Hilary Clinton, sobre las implicaciones que la eventual caída de Mubarak pudieran tener sobre los intereses geopolíticos de Washington: Queremos ver una transición ordenada, de forma que nadie aproveche para llenar un vacío, que no exista un vacío.
A estas alturas es meridianamente claro que el movimiento social que se ha configurado en Egipto trasciende, y por mucho, el ámbito de influencia de la Hermandad Musulmana, partido ortodoxo islámico que había sido presentado por Mubarak como el impulsor y responsable de las manifestaciones y que constituye uno de los principales componentes de la preocupación expresada por Clinton. Por el contrario, la amplitud y diversidad que ha podido apreciarse en las movilizaciones –en las que ciertamente han participado los seguidores de la hermandad, pero también muchos sectores laicos de la sociedad egipcia y, sobre todo, millares de jóvenes– es una muestra de que el verdadero protagonista de este episodio es el pueblo egipcio, el cual ha dado muestras admirables de resistencia a pesar de las acciones represivas del régimen de El Cairo y ha demostrado una vasta capacidad de movilización y organización más allá de liderazgos y de diferencias. El detonador central de estas expresiones también está a la vista: un profundo hartazgo social hacia gobiernos tiránicos y violatorios de las garantías de la gente, y hacia los efectos nefastos de la globalización económica: pobreza y desigualdad social, carestía y falta de empleo en un país mayoritariamente joven –60 por ciento de su gente es menor de 30 años–, y donde casi la mitad de la población sobrevive con menos de dos dólares al día.
Con estas consideraciones en mente, y ante la multiplicación de revueltas como las ocurridas en Túnez y en Egipto en otras latitudes del mundo árabe, la postura ambigua de Washington resulta tan insostenible como las estructuras poscoloniales y los regímenes opresores contra los que se han alzado los pueblos en la región. Si la Casa Blanca se empeña en respaldar un régimen autocrático en Egipto –esté o no encabezado por Mubarak– y aun si incentiva una transición que resulte, a los ojos de las masas egipcias, un ejercicio de simulación, estará impulsando la multiplicación de los ánimos antiestadunidenses en ese país y en otros, y alimentará, en forma indeseable, la explosividad en la región.

¿ARDE EL CAIRO?

HERMANN BELLINGHAUSEN
La Jornada, 31 de enero de 2011

Abril de 2010. Comienzas en motoneta (los camellos no llegan acá) sobre la extensión infinita de basura orgánica e inorgánica pepenada por gatos y seres humanos. Alcanzas el Land Rover viejito, tocado por la paciente mano seca del desierto, que te llevará entre los canales del río Nilo, una red de venas descompuestas pero persistentes del valle labrantío que contiene al Cairo. Durante la epidemia de fiebre aviar, por aquí fluyeron millones de pollos sacrificados en el altar de la higiene. Un hombre en una barca de madera pesca. Una niña de unos tres años, cerca del bordo, caza insectos.
Atraviesas los campos verdes de alfalfa, trigo y verduras, amenazados ya por Monsanto. Y los barrios al sur de El Cairo, hasta dar de lleno con la ciudad, brusca como toda urbe real. Riberas habitadas durante cinco milenios por la misma gente, que no se ha movido. Como pocas, es una cuna de la humanidad. Ciudad inconclusa bajo el peso de los siglos. Centenares de edificios inmensos, ventanas sin vidrios, muros sin pintura ni yeso, invadidos por el ocre del desierto. De lejos, El Cairo y su gemela Seis de Octubre resultan la parte viviente de un desierto que nunca muere y rodea los costados del río surcado por yates para turistas.
La ciudad de a pie está que hierve. En árabe, vivaz, exasperada entre viejos edificios de ladrillo oscuro y un laberinto de rincones donde perderse, huir, esconderse. La terminal de autobuses parece sitiada de ruinas y la marabunta impaciente de los carros. Gritan conductores y peatones. Parvadas de mujeres cruzan veloces los semáforos que nadie obedece, cubiertas de la cabeza al tobillo en un mundo que les prohíbe todo.
Vas a dar a una estación del Metro, que al poco rato te escupe en la plaza Tahrir y sus masivos edificios, que dentro de pocos meses, quién diría, serán clausurados o arderán, empezando por la sede del partido del dictador vitalicio Hosni Mubarak. Las llamas casi alcanzarán el museo arqueológico, bodega monumental de restos de la antigua civilización egipcia, apilados, polvorientos y en cierto desorden. Un fascinante tiradero milenario. Tal maravilla será saqueada los primeros días de la revuelta por los propios policías del régimen, cobrándose el inminente despido, sin interrumpir su violencia contra la súbita revuelta popular de finales de enero y su peculiar “que se vayan todos”. Allí también los policías son lo verdaderos ladrones, se les tolera todo, son el “orden”.
Ciudad que nadie limpia nunca. Se fermenta bajo la población y su muchedumbre de gatos, casi sagrada, ominosa. No es lugar para perros, como no sean falderos o de la policía. Ciudad a punto de estallar. Cairo la fea. Y sus enigmas: ¿Cómo le hacen para estacionar sus carros? Encimados, adyacentes al máximo, como si los apilara un gigante o una grúa. Pero los cairotas se dan maña, son ingeniosos. Y mayoritariamente musulmanes. A las horas que el muecín llama a plegaria, media ciudad se inclina y pone la frente en el suelo.
En su nerviosismo impaciente, uno los diría sumisos. Perfectamente reprimidos. La policía es omnipresente. Los servicios secretos del régimen trabajan tres turnos. La delación, el castigo y la tortura son lo usual en las estaciones de policía. El ejército emplaza cuarteles y puestos de revisión por todas partes.
Aunque el moribundo dictador con cara de momia es militar, Occidente lo trata como demócrata que fuera, socio, amigo, aliado, querido Hosni. Ahora, Tel Aviv y Washington están en ascuas, París y Londres se hacen tontos, la revuelta árabe se extiende del Mediterráneo al golfo de Aden, y Hosni es incapaz de sonreír ya, ni a las potencias, ni al pueblo mareado de fotos suyas en las calles y recintos.
El empleo de celulares en El Cairo es masivo, perenne. En medio de la sumisión ya estaban hiperconectados y, ahora sabemos, listos para rebelarse. Meses atrás llegaste al Café Riche de la calle Tallaat Harb, donde te atendió el mismo mâitre, nubio, con túnica azul turquesa, que en pocos meses atenderá al corresponsal británico Robert Fisk, mientras envía desde esas mismas mesas su primer despacho de la revuelta. Parece un lugar seguro, concurrido por turistas, intelectuales, periodistas, agregados militares. Cuelgan solemnes retratos de escritores egipcios; el más grande, de Naghib Mafouz, antiguo parroquiano del café. Inesperado lugar, o no, para escuchar Ausencia, con Cesaria Évora. El gran Fisk lo sabe: es un oasis, esa especialidad del desierto egipcio.
Una noche, en la legación de Polonia, escuchaste a una vieja dama de origen europeo, esposa de un viceministro de cultura, y propietaria de una fortuna, rodeada de distinguidas personalidades de las representaciones occidentales: “Veremos cambios más grandes que nosotros. Cambiará por completo el mundo que conocemos, en pocos días”. Bueno, fueron meses, pero llegó el día en que Fox News se preguntó, temblando: “¿Qué pasará si el gobierno de Egipto cae en las manos equivocadas?” Las del sátrapa Mubarak eran las correctas, claro.

“SI DISPARAN AL PUEBLO, MUBARAK ESTÁ ACABADO; SI NO, TAMBIÉN”

Jamás volveremos a temer, dicen egipcios ante sobrevuelos de las fuerzas de seguridad
ROBERT FISK
The Independent
Periódico La Jornada
Lunes 31 de enero de 2011, p. 31

El Cairo, 30 de enero. La anciana de pañoleta roja se irguió a centímetros del frente del tanque M1 Abrams, fabricado en Estados Unidos, del tercer ejército egipcio, en un extremo de la plaza Tahrir. Los soldados eran paracaidistas, algunos con boina roja, otros con cascos, y los cañones de las armas apuntaban a toda la plaza: pesadas ametralladoras montadas en torretas. “Si disparan al pueblo egipcio –dijo–, Mubarak está acabado. Y si no disparan, también está acabado”. De tal sabiduría están poseídos los egipcios en estos días.
Poco antes del anochecer, cuatro aviones Falcon F-16 –también fabricados por el país gobernado por el presidente Barack Obama– sobrevolaron la plaza rugiendo; los ecos rebotaban en los desastrados edificios grises y en el gigantesco conjunto nasserista, en tanto los decenas de miles reunidos en la plaza miraban a lo alto.
“¡Están de nuestro lado!”, surgió el grito entre la multitud.
No me lo pareció así. Y esos tanques, nuevos en la plaza, 14 en total, que llegaron sin lemas pintados en ellos, cargados de soldados de mirada huraña y aprensiva, tampoco habían venido a proteger a los manifestantes, como éstos creían.
Pero entonces, cuando me acerqué a hablar con un oficial, su rostro se abrió en una sonrisa. “Jamás disparamos a la gente, aunque nos lo ordenen”, gritó sobre el rugido del motor.

El “presidente”

Una vez más, no me sentí seguro. El presidente Hosni Mubarak –o tal vez deberíamos decir hoy “presidente” entre comillas– estaba en el cuartel del ejército, luego de designar a su nueva junta de ex oficiales militares y de inteligencia. Corrió el rumor por la plaza: el viejo lobo trataría de luchar hasta el final. Otros decían que no importaba. “¿Puede matar a 80 millones de egipcios?”
El sentimiento antiestadunidense comenzó a crecer a resultas del continuo aunque tibio respaldo de Obama al régimen de Mubarak. “No, Obama, Mubarak no”, rezaban los carteles. Y aparecía el rostro de Mubarak con una estrella de David sobreimpuesta. Muchos entre la muchedumbre mostraban cartuchos de armas aturdidoras disparados la semana pasada, con el letrero “made in USA” en la base. Y noté que el casco del tanque que iba a la cabeza llevaba marcas que empezaban con “MFR”. En este punto un soldado con rifle y bayoneta fija recibió la orden de arrestarme, así que retrocedí corriendo hacia la multitud y él reculó. Pero, ¿podría ser que “MFR” sean las siglas de la fuerza de reserva móvil de Estados Unidos? ¿Sería esta columna de tanques un préstamo de los estadunidenses? No se necesita especular lo que eso significaría para los egipcios.
Sin embargo, en horas más tempranas hubo escenas extraordinarias entre los manifestantes y los tanquistas de otra unidad (en esa ocasión las máquinas eran viejos Patton M-60 estadunidenses, de los tiempos de Vietnam), quienes parecían estar en camino de proteger a una unidad de cañones de agua enviada a limpiar las calles. Cientos de jóvenes abrumaron un tanque, y cuando un teniente de anteojos oscuros se puso a disparar al aire, lo hicieron retroceder a empellones contra el vehículo artillado y tuvo que trepar a la parte alta para evitarlos. Sin embargo, pronto la multitud recobró el buen humor; posó para fotografiarse junto al tanque y regaló fruta y agua a los soldados.
Cuando una larga valla de soldados se formó al otro lado de la avenida, un anciano jorobado pidió permiso de acercárseles. Lo seguí; lo vi abrazar al teniente, besarlo en ambas mejillas y decirle: “Ustedes son nuestros hijos. Nosotros somos su pueblo”. Y luego fue recorriendo la valla, besando y abrazando a cada uno y diciéndole que era su hijo. Se necesita un corazón de piedra para no conmoverse con semejantes escenas, y este domingo estuvo repleto de ellas.
En cierto momento, unos manifestantes llevaron a un hombre al que acusaron de ser ladrón -El Cairo parece lleno de ellos en este momento–, lo ataron y entregaron a las fuerzas armadas. “Ustedes están aquí para protegernos”, corearon. Cuando uno de los militares golpeó al hombre en el rostro, su oficial lo abofeteó. Entonces el soldado se sentó en el suelo, sacudiendo la cabeza con desesperación.
Todo el día, un helicóptero MI-25 egipcio –en este caso, reliquia de fabricación soviética– voló en círculos sobre la muchedumbre, con seis cohetes en las vainas, pero no hizo nada. Más tarde un Gazelle de la fuerza aérea, de manufactura francesa, sobrevoló la zona; la gente agitaba las manos y se vio al piloto devolver el saludo.
Todo el tiempo los egipcios se acercaban a los extranjeros e insistían en que un pueblo que había perdido el miedo no podía volver a ser intimidado. “Jamás volveremos a temer”, me gritó una joven mientras los jets pasaban rugiendo de nuevo. Y un ex policía que dice ser un enlace entre los manifestantes y las fuerzas armadas afirmó que “el ejército estará con nosotros porque sabe que Mubarak tiene que irse”.
Los saqueos e incendios provocados continúan. El ex policía indicó que muchos saqueadores son miembros de un grupo que pertenecía al Partido Nacional Democrático de Mubarak, cuyo papel anterior había sido intimidar a los egipcios para que fueran a las casillas electorales a votar por su amado líder. Entonces, nos preguntamos todos, ¿por qué esos hombres buscan saquear e incendiar, crímenes que se achacan a quienes exigen que Mubarak se vaya del país? Por cierto, ahora las demandas incluyen la expulsión de Omar Suleiman, su ex jefe de espías y hoy vicepresidente.
Por todo Egipto, en casi todas las calles de El Cairo, hay ahora vigilantes: no gente de Mubarak, sino ciudadanos cansados de las bandas semioficiales que roban sus pertenencias por la noche. Para volver a mi hotel la noche del domingo, tuve que pasar por ocho retenes de hombres tanto jóvenes como viejos –uno caminaba agachado, con un bastón en una mano y un viejo rifle británico Lee Enfield 303 en la otra– que ahora atacan a los ladrones y los entregan a los soldados. Pero no son un ejército simbólico.
En las primeras horas del domingo, hombres armados irrumpieron en el Hospital para Niños con Cáncer, cerca del viejo acueducto romano. Querían llevarse el equipo médico, pero en cuestión de minutos llegaron vecinos y los amenazaron con cuchillos. Los asaltantes retrocedieron de inmediato. El doctor Khaled el-Noury, jefe operativo del nosocomio, señaló que los visitantes armados estaban desorganizados y al parecer llevaban las armas con temor.
Tenían razón. El vigilante del hospital me enseñó el cuchillo de cocina que guardaba en su escritorio para protegerse. Otras pruebas de poder de combate yacían más allá de la puerta, donde los hombres parecían llevar cachiporras, garrotes y atizadores. Un niño –quizá de ocho años– apareció blandiendo un cuchillo de carnicero de 45 centímetros, poco más de la mitad de su estatura. Otros hombres con cuchillos de igual longitud se acercaron a darle la mano al periodista extranjero.
No son una fuerza de reserva. Y creen en el ejército. ¿Entrarán los soldados a la plaza? ¿Y tiene importancia si Mubarak se va, después de todo?

© The Independent
Traducción: Jorge Anaya

CENSURAN A AL JAZEERA

AFP, REUTERS Y THE INDEPENDENT
Periódico La Jornada
Lunes 31 de enero de 2011, p. 31

El gobierno del presidente Hosni Mubarak suspendió ayer las operaciones de la televisora Al Jazeera, con sede en Qatar, sin especificar la razones de la decisión. Las oficinas de la cadena fueron cerradas en el país norafricano y más tarde la señal fue cortada en algunas partes de Medio Oriente.
El ministro de Información de Egipto, Anas el Fekki, “ordenó prohibir las tansmisiones a Al Jazeera, la cancelación de sus licencias y la remoción de las acreditaciones de todo su personal”, según un comunicado de la agencia oficial de noticias Mena.
Al cierre de esta edición, las autoridades egipcias no habían aclarado los motivos que las llevaron a tomar esta medida.
Al Jazeera denunció el cierre de su oficina en El Cairo como “un acto dirigido a sofocar y reprimir la libertad de información de la red y sus periodistas”. En un comunicado señaló que “en este momento de profunda agitación y disturbios en la sociedad egipcia es imperativo que se escuchen las voces de todos los bandos; el cierre de nuestras oficinas está destinado a censurar y silenciar las voces del pueblo egipcio”.
La cadena noticiosa indicó que el satélite egipcio Nilesat cortó su señal, por lo que comunicó a sus telespectadores la asignación de una nueva frecuencia para captar su señal en Medio Oriente.
Además de cubrir exhaustivamente la movilización contra el régimen de Mubarak, el canal difundió el sábado un mensaje de Yusef Al Qardaui, teólogo qatarí de origen egipcio y consejero de la Hermandad Musulmana, quien demandó la renuncia de Mubarak.

RECULA WASHINGTON; AHORA ABOGA POR UNA “TRANSICIÓN ORDENADA” EN EGIPTO

Absurdo, que la Casa Blanca crea que un dictador apoyará la democracia: opositores
Obama pide a sus aliados promover un enfoque que evite la violencia en la zona
Así paga el Diablo: primero te utiliza y luego te abandona, opina Hugo Chávez
AFP, REUTERS DPA Y XINHUA
Periódico La Jornada
Lunes 31 de enero de 2011, p. 31
Washington, 30 de enero. En un giro de su política hacia Egipto, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, abogó hoy por una “transición ordenada” en ese país y llamó por teléfono a los gobernantes de sus principales aliados en Europa y Medio Oriente –Gran Bretaña, Israel, Arabia Saudita y Turquía– para promover un “enfoque” sobre la crisis egipcia que evite la violencia, impulse la moderación y respete los derechos políticos de reunión pacífica, asociación y expresión.
La Casa Blanca informó que Obama se comunicó con el rey de Arabia Saudita, Abdulá Bin Abdulaziz al Saud, y con los primeros ministros David Cameron, de Gran Bretaña; Tayyip Erdogan, de Turquía, y Benjamin Netanyahu, de Israel.
Antes de que la Casa Blanca diera a conocer la versión sobre los contactos telefónicos de Obama, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, dijo en entrevistas con televisoras estadunidenses que Washington desea “ver una transición ordenada para que nadie venga a llenar un vacío”, por la ausencia de “un plan bien pensado sobre un gobierno de participación democrática.
“Tampoco queremos ver una toma de poder que no lleve a la democracia, sino a la opresión y al final de las aspiraciones del pueblo egipcio”, dijo Clinton a la NBC.
Durante otra entrevista concedida a CNN, Clinton afirmó que Estados Unidos no quiere enviar “un mensaje de apoyo o no” al presidente Hosni Mubarak o a cualquier otro político, pero ante la insistencia del conductor del programa sobre ese punto, la funcionaria respondió: “Hay otra elección: es el pueblo egipcio”.
No obstante, Clinton rectificó una declaración difundida el viernes por el vocero del Departamento de Estado, Robert Gibbs, de que Washington podría revisar la ayuda militar y económica a Egipto, de unos mil 500 millones de dólares anuales, dependiendo de la respuesta que Mubarak diera a las protestas populares. “En este momento no está en discusión el corte de ningún tipo de ayuda a Egipto”, manifestó Clinton.
El martes pasado Clinton pidió calma a todas las partes para evitar la violencia en Egipto. “Nuestra evaluación es que el gobierno egipcio es estable y está buscando maneras de responder a las necesidades e intereses legítimos del pueblo egicpio”, dijo la jefa de la diplomacia estadunidense hace unos días.
En reacción a los pronunciamientos de Obama y Clinton, el político opositor egipcio Mohamed El Baradei dijo que Washington “pierde credibilidad día a día”, porque “no puede pedir al pueblo egipcio que espere que un dictador con 30 años en el poder sea quien instaure la democracia”.
La postura del gobierno estadunidense, según el analista del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas, Didier Billion, refleja que Washington está en espera “de que el vapor de la olla de presión pueda salir”, puesto que El Cairo “sigue siendo una pieza mayor en el ajedrez de Medio Oriente” y Estados Unidos y sus aliados temen “un efecto dominó si ahora cae Mubarak” en medio de las protestas.
Uno de esos aliados, el gobierno de Israel, por medio de su primer ministro, Benjamin Netanyahu, dijo que Tel Aviv responde con “responsabilidad y moderación” ante la crisis política egipcia, pero destacó el papel de Mubarak, sin mencionar su nombre, en el mantenimiento de la paz que los dos países han vivido en las pasadas tres décadas.
Desde Caracas, el presidente venezolano Hugo Chávez se pronunció en favor de una solución pacífica a la problemática egipcia y demandó el respeto a la soberanía. Acotó además: “Fíjate cómo Estados Unidos, después que utilizó durante años a un presidente, apenas entró en crisis, lo abandonaron. Así paga el diablo”.

EGIPTO: EEUU TIRÓ AL BASURERO A MUBARAK

elclarin.comDomingo, 30 de Enero de 2011 20:10 Ernesto Carmona

La incógnita de estas horas es si el ejército de Egipto aceptará la “mesa de transición” recetada el sábado por Barack Obama y mejor explicada el domingo por Hillary Clinton.
Estados Unidos le quitó sorpresivamente su apoyo a Hosni Mubarak, el aliado clave de 83 años que gobernó como dictador durante 30 años, a los que deben sumárseles los 6 que sirvió la vicepresidencia (1975-1981) bajo Anuar El Sadat, el heredero de Gamal Abdel Nasser que fue asesinado por islamistas durante un desfile militar en 1981. La breve historia republicana de Egipto comenzó con Nasser en 1952, quien murió en 1970.

El ejército es la única instancia real de poder en Egipto, así como en Túnez y otros países, aunque los partidos gobernantes luzcan vistosas escenografías. Los Hermanos Musulmanes no impulsaron la revuelta para derrocar a Mubarak, aunque lógicamente terminaron sumándose. Probablemente, el jefe del estado mayor del ejército, general Sami Anan, haya regresado a El Cairo con ideas más precisas de los deseos de Washington, tras interrumpir el sábado 29 su visita a Estados Unidos. En el reducido escenario político egipcio brillan pocas figuras de “transición democrática” aceptables para Washington. Y las más mencionada por los grandes medios que venden esta nueva “revolución” son Mohamed El Baradei, el ex director de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AEIA), a quien el domingo le levantaron el arresto domiciliario, y secundariamente otros personajes como Amro Musa, secretario de la Liga Árabe.
Washington garantizó que seguirá enviando su cuota anual de ayuda de 1.600 millones de dólares a este país de 83 millones de habitantes apretujados en un territorio de poco menos de un millón de km2, donde casi la mitad de la población sobrevive con menos de dos dólares por día y el 85% profesa el Islam, que tiene estatus de religión del Estado. El ingreso per cápita es de 2.270 dólares, según datos del Banco Mundial de 2009. El ejército posee 340.000 efectivos, 18.500 la marina, 30 mil la fuerza aérea y 80 mil la defensa anti-aérea. Los uniformados activos suman 468.500 más 479.000 reservistas, a los que deben sumarse 397.000 de las fuerzas paramilitares (policías y afines), según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS 2010). Significa que Mubarak está respaldado por 1.344.500 hombres armados.
El ejército egipcio ya sustituyó desde el sábado a la odiada policía en las calles de las principales urbes (El Cairo, Alexandria, Ismailia y Suez). Muchos generales y altos oficiales se dirigieron a las masas y fueron ovacionados por la multitud entusiasta que se tomó fotos y trepó a los tanques, mientras la desesperación por retener el poder condujo a Mubarak a nombrar por primera vez un vicepresidente, Suleiman Shafiq, el jefe de sus servicios secretos de represión. La movida, evidentemente, no cumplió su objetivo. No entusiasmó a EEUU ni al ejército, en un país donde el único vicepresidente que ha existido en medio siglo de política ha sido precisamente Mubarak, quien tenía en mente una sucesión a la Kim Il Sung: su hijo Gamal, banquero, secretario general adjunto y presidente del comité político del Partido Nacional Democrático (PND), la tienda de su papá, sería el “ganador” fácil de las próximas “elecciones” presidenciales previstas para septiembre de 2011. Pero está opción se diluyó el domingo, cuando Al Jazeera informó que la esposa del jefe de Estado egipcio, Suzanne Mubarak, y sus dos retoños, Gamal y Alaa, huyeron a Londres, noticia cuya difusión provocó el cierre de la cadena panárabe de Qatar. Aunque Mubarak no tenga futuro político, Egipto sigue siendo una pieza estratégica clave para EEUU e Israel en Oriente Medio. El enemigo más real de EEUU ya no es el “comunismo”, ni siquiera el debilitado islamismo egipcio y menos aún el desfalleciente mítico Al Qaeda, sino el amenazante perfil geoestratégico que dibuja la trinidad China, Rusia e Irán.
Al fin de cuentas, el mundo algo tiene que cambiar para que todo siga igual. La perpetuación del neoliberalismo globalizado por las grandes potencias occidentales y sus transnacionales financieras, mediáticas, industrial-militares y succionadoras de los recursos naturales del planeta, requiere apariencias más convincentes de que satisface la creciente hambruna popular, tanto el hambre por comida como por libertad y democracia. Las monarquías y dictaduras abiertas o encubiertas -no sólo del mundo árabe e islámico- tienen que desaparecer, como en Túnez, para abrir paso a nuevos esquemas de dominación más aceptables para los oprimidos y menos contradictorios con la imagen internacional del “progreso” que dibujan a diario los grandes medios transnacionales oligopólicos en un mundo todavía sumido en la crisis económica y financiera que provocó EEUU. La propia Iglesia Católica ha sabido conservar cuotas de poder adaptándose al paso de los siglos.
Suena raro y contradictorio, pero Mubarak ya no sirve a los intereses de Washington. Pareciera que el imperio EEUU, su aliado europeo, el brazo militar mundial de la OTAN y las transnacionales de todo orden se aburrieron del dictador egipcio, tal como antes abandonaron a Pinochet -después de 17 años de haberlo instalado en el poder en Chile- y del mismo modo abandonaron a su suerte en Túnez al “social demócrata” Ben Alí, la niña bonita de Europa, del capitalismo mundial y el FMI por casi tres décadas. No son las redes sociales ni la creencia en el Islam lo que motoriza a los habitantes de Túnez o Egipto, sean jóvenes o viejos: es el hambre. Claro que las redes facilitan, ayudan y sirven a la movilización popular, al igual que los teléfonos celulares. Pero por sí mismas no definen los contenidos políticos de una aspiración popular masiva, ni tienen más preeminencia que los manifiestos y las palomas mensajeras en la gestación de la Revolución Francesa, que –por si acaso- ocurrió en 1789.
EEUU tiene experiencia en abandonar viejos aliados y fabricar cambios políticos. Recientemente promovió las “revoluciones de colores” en el patio trasero de la vieja Unión Soviética para fastidiar a Rusia y ahora aparece incentivando “revoluciones de flores” contra sus más fieles colaboradores del mundo árabe. En Ucrania y Georgia Washington impuso gobernantes educados y formados en universidades de EEUU, que más bien parecían ciudadanos estadounidenses. CNN-Obama ya consagraron para Egipto el epíteto de “la revolución de los jazmines” y sus sesudos “analistas” dicen que les recuerda “la revolución de los claveles de Portugal” (1974) -que conocen sólo de oídas- y sólo porque fraternizan militares y civiles. No es casual que la doctrina militar popular de la primera mitad del siglo 20 se llamara también “nasserista”. Fue asumida por el partido Apra del Perú, influyente en la Escuela Militar de Miraflores antes que su líder Raúl Haya de La Torre se doblegara ante EEUU y se reencarnara en Alan García. E inspiró a militares-políticos de distintas décadas, entre otros como Jacobo Arbenz, que ganó las elecciones en Guatemala (1951-1954) y fue derrocado por la CIA, o Juan Velasco Alvarado que dio un golpe en Perú (1968-1975). No es sorprendente que detrás de “la revolución de los jazmines” esté la mano de la CIA, como lo estuvo tras el último golpe contra Manuel Zelaya en Honduras (2009). Además que se nota en los impecables letreros de fondo negro y amarillo que lucen por igual manifestantes de Nueva York y El Cairo.

EGIPTO Y EE.UU.

Guerra eterna
31 Enero 2011

La televisión gubernamental ha mostrado imágenes de Mubarak visitando instalaciones militares acompañado por el nuevo vicepresidente y el ministro de Defensa. Entra dentro del apartado de guerra psicológica contra el movimiento popular. Es una forma de decir a la gente que sus esperanzas de que el Ejército fuerce una transición pacífica no tienen base real. A la gente o, quizá también, a Washington.
Las declaraciones de Hillary Clinton de la mañana permiten múltiples lecturas. No da por acabado a Mubarak ni condiciona la ayuda militar a lo que ocurra estos días, pero descarta cambios en los que sólo cuente la apariencia como “una democracia durante seis meses o un año para luego evolucionar hacia lo que sería una dictadura militar”. Es decir, no serviría una promesa de Mubarak de no presentarse a las elecciones de 2012 mientras se mantiene todo el aparato político y policial que ha convertido anteriores comicios en una burla.
Washington ha hecho la vista gorda siempre ante estos evidentes fraudes electorales. La situación ya es muy diferente.
En los análisis de los medios de comunicación norteamericanos, se repite obsesivamente la idea de que el fin de la era de Mubarak sólo puede preceder el ascenso al poder de los islamistas. Elige entre dictadura o teocracia. Ese ha sido el mensaje de Mubarak a Washington en las pocas veces en que ha escuchado llamamientos a las reformas.
Hay poco entusiasmo en EEUU por la idea de elecciones libres en Egipto, a pesar de lo que dice Clinton. Ahí es donde entra esa idea tan citada de “transición ordenada” (una en que los malos queden neutralizados):
“We should not press for early elections,” Stephen J. Hadley, the national security adviser to President Bush, said in an interview. “We should give the Egyptian people time to develop non-Islamic parties. The point is to gain time so that civil societies can develop, so when they have an election, they can have real choices.”
Creía que la capacidad y valentía de buena parte de la población para deshacerse de una autocracia es una buena señal de la existencia de una sociedad civil. Organizar patrullas civiles para impedir que delincuentes o policías de paisano comentan crímenes es una forma de demostrar que existen lazos sociales que no dependen del Estado. El apoyo (para nada masivo pero sí relevante) a un tecnócrata como El Baradei que llevaba muchísimos años viviendo en el extranjero es una forma de pragmatismo habitual en sociedades desarrolladas no propensas a idolatrar figuras mesiánicas que prometen la liberación en esta vida, en la de más allá o en todas.
No sé qué entenderá Hadley por “partidos no islámicos” en un país mayoritariamente musulmán. Pongamos que se refiere a partidos no islamistas. Ya existen. Si sus resultados han sido muy bajos en anteriores elecciones era porque el régimen no permitía que las clases medias apostaran por partidos que no fueran el gubernamental.
Y eso que la religión ha estado completamente fuera de las reivindicaciones del movimiento popular contra Mubarak. No sé qué dirían si hubiera ocurrido lo contrario.
En cualquier caso, ¿cuánto tiempo hay que esperar a que se ‘desarrolle’ la sociedad civil hasta el punto de cocción admisible por EEUU? ¿Seis meses? ¿Un año? Y hasta entonces, ¿el país queda en manos del Ejército?
Los neoconservadores como Max Boot prefieren un Gobierno de transición presidido por El Baradei, cuya función será retrasar las elecciones el tiempo necesario para que no puedan ganarlas los islamistas. No sé cómo pensarán que un Gobierno puede triunfar responsabilizándose de un legado social y económico terrible. Puede ocurrir que cuanto más tiempo esté en el poder, más fácil se lo ponga a los islamistas.
Sería más conveniente que se intentara impedir la fragmentación política habitual en un país después de una larga dictadura y que se formaran varias coaliciones agrupadas en torno a principios ideológicos claros. Una agrupación de fuerzas liberales y otra de fuerzas de izquierda podrían tener posibilidades de enfrentarse a los conservadores, que en el mundo árabe suelen ser islamistas.
Lo que sólo conduce a la victoria del mensaje religioso es forzar a liberales y socialistas a cerrar filas tras los regímenes autoritarios, supuestamente laicos sólo por el hecho de que meten en prisión a los que van mucho por la mezquita.

“LAS DEMANDAS DEL PUEBLO EGIPCIO SON LEGÍTIMAS”, ASEGURA EL EJÉRCITO

“No recurriremos a la violencia contra nuestra gente”, dice en mensaje televisado
DONALD MACINTYRE, © THE INDEPENDENT, TRADUCCIÓN: JORGE ANAYA
The Independent
Periódico La Jornada
Martes 1º de febrero de 2011, p. 30

El Cairo, 31 de enero. En lo que podría resultar un momento crítico en el levantamiento popular contra el dictador egipcio Hosni Mubarak, el ejército señaló la noche de este lunes a los manifestantes que sus demandas son “legítimas” y que los soldados “no recurrirán a la violencia contra nuestro grandioso pueblo”.
En la víspera de una manifestación que podría llevar hasta un millón de personas a las calles, la declaración del ejército, transmitida en televisión nacional, pareció asestar un golpe significativo a las esperanzas de Mubarak de aferrarse al poder.
“La presencia del ejército en las calles es por ustedes y para asegurar su seguridad y bienestar –expresó la declaración–. Sus fuerzas armadas, que están dedicadas a asumir su responsabilidad de proteger a la nación y a sus ciudadanos, afirman que la libertad de expresión por medios pacíficos está garantizada para todos.”
Las protestas de este martes serán una prueba crucial del compromiso del ejército, el cual, si es sostenido, podría enviar al presidente Mubarak a la historia. Sin el apoyo de las fuerzas armadas, que han tenido una presencia imponente en las calles de El Cairo en días recientes, las probabilidades del presidente de superar la revuelta parecen remotas. Este lunes intentó una vez más volver la marea en su favor designando un nuevo gabinete.
Los nuevos ministros –entre ellos un remplazo para el muy temido y criticado ministro del Inerior– tomaron posesión de sus cargos, mientras decenas de miles de personas volvían a abarrotar la plaza Tahir, en el centro de la capital, en desafío al toque de queda decretado para las 15 horas, en el séptimo día de protestas en demanda de la caída de Mubarak.
Pese a la fuerte presencia militar en la plaza y en cruceros cercanos –con excepción de un tenso incidente casi al terminar la mañana, cuando unos soldados hicieron disparos al aire–, las relaciones entre uniformados y manifestantes en las horas del día fueron tranquilas y casi cordiales, en comparación con el desprecio hacia la policía, que trató de sofocar las protestas con letal brutalidad la semana pasada.
A unos metros de los tanques, en la esquina noroeste de la plaza, mientras un helicóptero militar describía círculos sobre la multitud, el maestro de inglés de secundaria Ahmed Mutawa, de 45 años, declaró: “Queremos mucho al ejército. El ejército somos nosotros, es Egipto, son mis alumnos”.
Entre tanto, las autoridades detuvieron a seis periodistas que trabajan para el servicio en inglés del canal de televisión por satélite Al Jazeera. El canal informó que sus colaboradores fueron liberados luego de unas dos horas, pero que no se le había devuelto algún equipo de cámaras.
La extremada sensibilidad de las autoridades a la cobertura informativa amplia de las protestas fue puesta de relieve no sólo por los arrestos del personal de Al Jazeera, sino también por un gran cordón de protección tendido por tanques y personal del ejército en torno a la sede de la televisión estatal egipcia.
En partes de la ciudad, vigilantes ciudadanos ocuparon retenes colocados para evitar saqueos, los cuales comenzaron desde el retiro de la policía de las calles, luego de la letal represión del viernes.
Pero en la plaza Tahir, que se ha vuelto el centro simbólico de las protestas, muchos miles continuaban pasando junto a los tanques, muchos coreando “¡Cae, cae Mubarak!” y “El régimen debe caer”.
Entre los manifestantes, el anestesista de hospital Tamer Al Masri, de 32 años y padre de dos niños pequeños, expresó: “¿Cómo puedo tener esperanza para mis hijos si gano 700 libras (egipcias, unos 120 dólares) al mes, de las cuales debo sacar 150 para electricidad y 110 para impuestos?
“Las escuelas del gobierno son muy malas, pero no puedo pagar una escuela privada”, añadió.
Suzanne Saleh, madre de tres hijos, educada en Gran Bretaña, señaló que las presunciones de que la Hermandad Musulmana ganaría unas elecciones libres son “sólo propaganda política de Occidente”. Añadió: “No me importa quién gobierne Egipto –musulmanes, cristianos o hasta judíos–, siempre y cuando tenga la estrategia correcta para el país”.
Sin embargo, no estaba claro cuánto tiempo podría continuar el estancamiento actual de la situación entre autoridades y manifestantes sin que el presidente caiga o se desencadene la represión generalizada que por ahora el ejército parece descartar. Una mujer que caminaba en la marcha dijo: “el rey Farouk se fue en una noche. ¿Qué pasa aquí?”
Ahmed Mohammed, de 55 años, señaló que muchos de quienes marchaban eran profesionistas de clase media, o incluso media alta, y añadió que esperaba que “millones de personas” desborden la plaza este martes.

EL RETIRO DEL APOYO A MUBARAK LO DEBE DETERMINAR EL PUEBLO: EU

La Unión Europea se suma al reclamo de “transición ordenada”
AFP, REUTERS Y DPA
Periódico La Jornada
Martes 1º de febrero de 2011, p. 30

Washington, 31 de enero. La Casa Blanca hizo hoy un llamado a mantener la calma en Egipto, un día antes de que este martes se realice una huelga general y una nueva jornada de protestas masivas, al tiempo que se declaró complacida por la “moderación” mostrada por las fuerzas armadas egipcias frente a los manifestantes, mientras que la Unión Europea se sumó a la petición hecha el domingo por el presidente Barack Obama para que la crisis política egipcia se supere con una “transición ordenada”.
En respuesta a los cuestionamientos de la prensa sobre la posibilidad de que Washington retire abiertamente su apoyo al presidente Hosni Mubarak, el portavoz presidencial, Robert Gibbs, declinó pronunciarse al respecto y dijo: “eso no es algo que deba determinar nuestro gobierno, es algo que debe determinar el pueblo de Egipto”.
A raíz de las manifestaciones populares en Túnez, Egipto y otras naciones de población árabe en África y Asia, la prensa y analistas estadunidenses han hecho referencia constante al discurso pronunciado por Obama en 2009, en el que proclamó un “nuevo comienzo” en la relación con los países de población islámica, algunos de ellos afectados por la intervención militar estadunidense después de los ataques de septiembre de 2001 a Nueva York y Washington.
Gibbs no ofreció este lunes detalles sobre ese “nuevo comienzo” o acerca de la conversación telefónica del domingo entre Obama y David Cameron, primer ministro de su principal aliado europeo, Gran Bretaña, pero el jefe del gobierno británico informó haber llamado a Mubarak para sugerirle una “transición ordenada”.
En la plática con el mandatario de Egipto –“protectorado” británico entre 1914 y 1922, pero con tropas de ocupación hasta la nacionalización del canal de Suez, en 1956–, Cameron advirtió a Mubarak que si opta por la represión a las manifestaciones callejeras “resultaría malo para Egipto y para el mundo. Es la opción equivocada”, aseguró.
También la responsable de la diplomacia europea, Catherine Ashton, se comunicó con Mubarak para proponerle una “transición ordenada”, así como la celebración de elecciones “libres y justas”, un proceso de “reformas democráticas” y un “diálogo abierto y serio con los partidos opositores y todas las partes de la sociedad civil”.
Vista en perspectiva, la política de la Unión Europea hacia los países árabes ha sido “vacilante” a la hora de responder a los acontecimientos”, apegada a la creencia errónea de que “statu quo es sinónimo de estabilidad”, según la analista Rosa Balfour, del Centro de Política Europea.
A su vez, el gobierno de China, que el domingo bloqueó los blogs de Internet que abordaban la problemática egipcia, superó el silencio sobre los acontecimientos en el norte de África y manifestó su expectactiva de que “la estabilidad social y el orden público se restauren lo antes posible en Egipto”.
“China sigue de cerca la evolución de la situación en Egipto”, se limitó a agregar el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Hong Lei.
En el aeropuerto de El Cairo, en tanto, siguen las aglomeraciones de extranjeros que tratan de salir del país. El gobierno de Estados Unidos comenzó la evacuación en vuelos charter de unos 2 mil 400 ciudadanos que pretenden abandonar el territorio egipcio, donde residen unos 52 mil estadunidenses, según cifras de la embajada en esta capital.
También Canadá inició operaciones de traslado aéreo de unos 600 ciudadanos, mientras que Japón anunció que este martes enviará una nave para evacuar a unos 500 connaciones varados en el aeropuerto cairota.
Las agencias internacionales de noticias revisaron hoy a la baja las cifras de muertos derivadas de los choques entre manifestantes y cuerpos policiales en Egipto, un día después de haber informado que la cantidad de decesos había llegado a 150. La agencia de prensa Afp precisó el domingo que la cifra era de 112 desde el martes 25 de enero, en todo el país.

COMICIOS, PERO SÓLO EN UNOS DISTRITOS: SULEIMAN

AFP Y DPA
Periódico La Jornada
Martes 1º de febrero de 2011, p. 30

El vicepresidente egipcio Omar Suleiman anunció ayer, durante una breve intervención televisada, que el presidente Hosni Mubarak le encargó entablar inmediatamente un diálogo con la oposición, además de buscar una reforma constitucional y realizar en algunos distritos nuevas elecciones, tras los controvertidos comicios legislativos de noviembre pasado.
“El presidente me encargó hacer contacto inmediatamente con todas las fuerzas políticas para comenzar un diálogo en torno a las cuestiones vinculadas a la reforma constitucional y legislativa”, afirmó.
El poderoso ex jefe de intelgencia nombrado vicepresidente el sábado pasado, añadió que en pocas semanas habrá nuevas elecciones en los distritos donde los candidatos cuestionaron ante los tribunales los resultados de los comicios de noviembre pasado.
Horas antes, Mubarak tomó juramento a un nuevo gabinete, integrado por algunos nuevos ministros, aunque también por otros muchos de la vieja guardia.
El nuevo primer ministro, Ahmad Shafiq, nombró a los nuevos titulares de Finanzas y del Interior.
Mantienen sus carteras los de Defensa y de Asuntos Exteriores, así como los titulares de Petróleo y Trabajo y Bienestar. También cambió el titular del Ministerio de Salud.
Zahi Hawas, el arqueólogo a cargo de proyectos clave y del Museo Egipcio, fue el elegido para ocupar la cartera de Antigüedades.
El ministro de Comercio, Rachid Mohammed Rachid, señaló que no participaría en el nuevo gabinete, por lo que su vacante fue ocupada por el viceministro Samiha Fawzi.
En este contexto, un nuevo cable divulgado por el sitio de Internet Wikileaks reveló que Mubarak y sus generales consideran la ayuda militar que reciben de Estados Unidos como una recompensa “intocable” a cambio de la paz con Israel.
En un cable enviado el 31 de marzo de 2009, el embajador estadunidense en El Cairo escribió que la ayuda anual de mil 300 millones de dólares al gobierno egipcio es un éxito que se ha confirmado con los años.

“SI MUBARAK QUIERE SALVAR EL PELLEJO, ES MEJOR QUE SE VAYA”: EL BARADEI

ROBERT FISK, © THE INDEPENDENT, TRADUCCIÓN: JORGE ANAYA
The Independent
Periódico La Jornada
Martes 1º de febrero de 2011, p. 30

El Cairo, 31 de enero. ¿El hombre del momento? Claro que Mohamed El Baradei lo es. Pero, ¿hombre del pueblo? Tengo mis dudas. No afirma serlo, desde luego, y sentado en un sillón de su jardín, cerca de una piscina de un azul inconcebible, pero más bien pequeña, a veces parece –aun con su gorra de beisbol– un ratón con anteojos, muy amigable y astuto. No le gustará esa descripción, pero sospecho que es un ratón de dientes muy afilados.
Es casi una delicia oírlo disecar a los ratones más grandes que trabajan en la Casa Blanca y el Departamento de Estado. “¿Recuerda cómo en el segundo día todo lo que oíamos era que estaban ‘vigilando la situación’? Ese día la secretaria Clinton dijo: ‘Evaluamos la situación como estable’. El domingo fue curioso escucharla decir ‘llevamos 30 años apremiando al egipcio Mubarak a avanzar en ese sentido’. Y él retrocedió; ¿cómo se le puede pedir que realice una reforma democrática? Luego Clinton habló de las ‘legítimas aspiraciones del pueblo egipcio’ y ahora menciona una ‘transición pacífica del poder’… Creo que saben que Mubarak tiene los días contados.”
Sin necesidad de estímulo, El Baradei –premio Nobel, ex inspector nuclear de la ONU, etcétera– muerde a nuestro querido líder británico. “Ayer escuché a Cameron decir que la ‘democracia no es una elección: es construir bloques’. Bueno, todo el mundo sabe eso. Pero, ¿cómo se habla de construir un sistema de justicia, una sociedad civil –de estos ‘bloques de contrucción’–, en una dictadura? Se tiene sociedad civil o no se tiene.”
A veces El Baradei parece demasiado esperanzado. Está de acuerdo en que los mejores líderes potenciales egipcios están en el exilio, deliberadamente, por cierto. Al dar una conferencia en Harvard, en fecha reciente, encontró 15 egipcios en el consejo académico de la universidad.
“Les dije: si regresan, pueden gobernar Egipto.” Pero no es tan sencillo. El Baradei lo reconoce: “Es una vieja historia que termina así: ‘Mubarak es amigo de Israel y creemos que un cambio producirá un gobierno hostil a Israel y traerá un velayé-fakí (régimen bajo la guía de un líder religioso supremo) al estilo iraní’. Para mí eso es una ‘ficción verdadera’. Necesitamos librarnos de esa ficción verdadera acerca de la Hermandad Musulmana y de la hostilidad automática hacia Israel. Es un hecho que una paz duradera sólo puede darse entre democracias y no entre dictadores y, si uno quiere una paz duradera, sea que Egipto sea una democracia o una dictadura, los sentimientos de la gente de la región no van a cambiar.”
Se dice convencido de que Mubarak se irá. Lo mismo decimos todos. También dice creer que el ejército egipcio no combatirá al pueblo, lo cual de ningún modo es seguro. Sospecho que, al igual que yo, El Baradei no es muy inclinado a los ejércitos. “Me parece que, a final de cuentas, el ejército egipcio estará con el pueblo. Es un asunto de sentido común cuando se ve a un par de millones de personas en la calle que representan a 85 millones de egipcios que odian a Mubarak y quieren verlo irse. El ejército es parte del pueblo. Y al terminar la jornada, cuando se quita el uniforme, el soldado es parte del pueblo, con los mismos problemas, la misma represión, la misma incapacidad de tener una vida decente. Así que, a la larga, no creo que vayan a disparar a su pueblo. ¿Por qué tendrían que disparar al pueblo? ¿Para proteger qué?”
Cuando Egipto perdió la guerra de 1967, El Baradei escribió: “un soldado combate porque defiende algo que quiere conservar. Pero en esta guerra, ¿por qué luchaban los soldados egipcios? No había nada a lo cual regresar. Así que echaron a correr”. Nasser, según el gran hombre, fue el peor de los dictadores egipcios –“nacionalizó hasta los estanquillos”–, pero la senda de la dictadura siguió su curso hasta hoy. Hace todavía unos meses no imaginaba lo que iba a ocurrir. “Un día fui a un velorio, y le dije a mi hermano que al mirar a los ojos de los dolientes vi que todos estaban muertos: eran almas muertas. Ahora miro a la gente y ha recobrado la confianza en sí misma. Es libre. Fue como una olla de presión.”
Con voz áspera, pero letal, se refiere a la hipocresía, la dictadura, la negligencia criminal, los actos más oscuros de las fuerzas de seguridad, la lealtad del ejército al pueblo. No, no quiere ser presidente, pero cuando le pregunto si consideraría un interinato –hasta que se realicen elecciones imparciales, naturalmente– recibo una respuesta tradicional. “Si hay consenso en todo el pueblo de que haga lo que él piense que pueda hacer por él… lo haré.” Hum, me digo.
“Todo esto seguirá siendo igual a menos que atendamos los reclamos de los palestinos, hasta que ustedes (los occidentales) revisen su política en la región. Tenemos una extraña relación, en la que ustedes llaman paz a esto, pero no pueden publicar un libro israelí aquí, o viceversa, por ejemplo. Si en verdad quieren la paz, sí, la paz se puede hacer duradera con democracia, pero ustedes tienen también su responsabilidad, que es revisar una relación equilibrada, en particular en el tema palestino, Irak, Afganistán, y entonces tendrán un mundo árabe que será amigable con Occidente.”
El Baradei sorprende al hablar con benignidad de Mubarak el hombre. La última vez que lo vio fue hace dos años. “Iba a verlo cada vez que regresaba de una misión de la ONU o de unas vacaciones. Siempre tuve una recepción amistosa. Era una relación muy cordial. Era de igual a igual, sólo nosotros, y sin formalidades. Le decía lo que pensaba de tal o cual problema, lo que debería hacerse. En realidad él no tenía consejeros que tuvieran los arrestos para decirle la verdad.”
Mucho bien que hizo el consejo de El Baradei. Está indignado por los incendios provocados y los saqueos. Cuando le pregunté si la policía de seguridad del Estado estuvo detrás de los incendios –los cuales son usados por Mubarak, Obama y Clinton para adscribir la etiqueta de violentos a quienes exigen la partida de Mubarak–, el ratón muestra los dientes.
“Ellos fueron (los policías). Ahora sabemos de documentos que muestran que algunos de esos oficiales se quitaron el uniforme y se lanzaron a saquear. Y todos dicen que el Ministerio del Interior o algún otro les ordenó hacerlo. Si es cierto, es el más siniestro de los actos criminales. Tenemos que verificarlo. Pero es seguro que muchas de esas bandas de matones y saqueadores son parte de la policía secreta.”
Y luego, de pronto, en esa voz aguda, con los ojos destellando tras los lentes de fondo de botella, el ratón se vuelve un tigre. “Cuando un régimen retira por completo a la policía de las calles de El Cairo; cuando los matones son parte de la policía secreta, tratando de dar la impresión de que sin Mubarak el país se irá al caos, estamos ante un acto criminal. Alguien tiene que rendir cuentas. Y ahora, como se puede oír en las calles, la gente ya no dice que Mubarak debe irse, sino que debe ser llevado a juicio. Si quiere salvar el pellejo, es mejor que se vaya.”
Cielos, vaya que esos dientes son afilados.

EU ES RESPONSABLE DE LAS REVUELTAS, SEÑALA FIDEL CASTRO

PL Y AFP
Periódico La Jornada
Martes 1º de febrero de 2011, p. 30

El líder cubano Fidel Castro aseguró este lunes que al presidente Barack Obama le resulta imposible administrar la “olla de grillos” que Estados Unidos creó en el mundo, y ejemplificó con las recientes protestas en Túnez y Egipto.
Sobre Túnez, dijo, “hace unos días se derrumbó el gobierno, donde Estados Unidos había impuesto el neoliberalismo y estaba feliz de su proeza política”. Pero “es increíble cómo ahora, cuando el pueblo explotado derrama su sangre y asalta las tiendas, Washington expresa su felicidad por el derrumbe” del gobierno tunecino, señaló en su columna Reflexiones, publicada en la prensa cubana.
Castro añadió que “nadie ignora que Estados Unidos” convirtió a Egipto en “su aliado principal dentro del mundo árabe”, y destacó que “su maquiavelismo consiste en que mientras suministraba armas al gobierno egipcio, la Usaid (Agencia estadunidense para el desarrollo internacional) suministraba fondos a la oposición”.
El líder cubano afirmó que el orden mundial existente lo impuso Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial, y reservó para sí todos los privilegios. “¿Podrá Estados Unidos detener la ola revolucionaria que sacude al Tercer Mundo?”, se preguntó.

SAQUEAN OBJETOS ANTIGUOS EN VARIOS LUGARES DE EGIPTO

DE LA REDACCIÓN
Periódico La Jornada
Martes 1º de febrero de 2011, p. 6

El Cairo, 31 de enero. Varios almacenes en distintos lugares de Egipto que contienen objetos antiguos fueron saqueados y dañados, informaron este lunes arqueólogos y empleados de los depósitos, reporta la agencia Reuters.
Un grupo de ladrones asaltó un almacén del Museo de Qantara, cerca de la ciudad de Ismailia (en el canal de Suez), donde había unos 3 mil objetos de la época de los imperios romano y bizantino, según informó una fuente de la Policía de Turismo.
Muchas de estas antigüedades fueron halladas en la península del Sinaí por los israelíes antes de que éstos ocuparan la zona durante la guerra que libraron en 1967 con Egipto. El Estado hebreo las había devuelto recientemente a las autoridades del país árabe.
Un empleado del depósito indicó que los saqueadores buscaban oro y no obstante que él les aseguró que allí no había, siguieron con el saqueo, rompiendo algunos objetos y llevándose otros.
Un arqueólogo afirmó que también varios almacenes próximos a las pirámides de Saqqara y Abu Sir sufrieron actos de pillaje.
Mientras, el Museo Egipcio, en El Cairo, que alberga una de las mayores colecciones de tesoros faraónicos del mundo, continúa fuertemente custodiado por el ejército, luego de que el viernes ingresaron vándalos que destrozaron varias estatuas y dañaron dos momias (imagen inferior izquierda).
En España, el profesor titular de egiptología de la Universidad de La Laguna (Tenerife), Miguel Ángel Molinero, hizo un llamado a sus colegas en todo el mundo para que la presión internacional sobre el gobierno egipcio incluya la protección del patrimonio cultural que está siendo atacado, informó el diario ABC.

EGIPTO: RECUPERANDO SU HISTORIA

martes 1 de febrero de 2011
Manuel Justo Gaggero (especial para ARGENPRESS.info)

Es el país árabe mas densamente poblado con 83 millones de habitantes,.en algo mas de un millón de kilómetros cuadrados. Su capital, El Cairo, tiene cerca de 10 millones de habitantes.


Con cerca del 29 % de su población analfabeta, una mortandad infantil que ronda los 36 casos en cada mil habitantes -para darnos una idea Cuba está en sólo 4 casos y un sistema de salud pública absolutamente deficiente, su estructura social reconoce una clase media y alta con ingresos altos y reducida en número y el grueso de la población -agricultores, población urbana y obreros -con serios problemas de ocupación y salarios de supervivencia.

Sin estadísticas oficiales confiables, la desocupación afecta a casi un 40 % de la población activa.

En este contexto se producen los recientes acontecimientos que sacudieron las principales ciudades de esta Nación y pusieron en tensión a Estados Unidos e Israel, los principales soportes de la Dictadura que encabeza Hosni Mubarak.

Las movilizaciones comenzaron el 17 de enero, luego de que un militante antidictatorial se prendiera fuego frente al Palacio gubernamental.

Al día siguiente dos hombres hicieron lo mismo y uno de ellos murió. Estos sacrificios iniciaron las mas grandes movilizaciones populares en este país milenario.

Haciendo memoria

Para que tengamos una idea de la historia moderna de esta nación, cuyos orígenes se remontan a hace seis mil años, digamos que en 1914 fue colocada bajo el protectorado de Inglaterra, que negoció, una independencia limitada, en 1932.

La existencia del Canal de Suez -una vía fundamental para el transporte marítimo- justificaba la presencia militar inglesa- según la mirada de los colonialistas.

Durante la Segunda Guerra Mundial, este país fue usado como base militar aliada.

Al finalizar la contienda el sentimiento antiimperialista crecía en los pueblos árabes, frente a la proclamación del Estado de Israel, en 1948, en el territorio palestino.

El rey Faruk, que ejercía el poder formal de la nación egipcia, sumó sus tropas a la fuerza armada que constituyeron los diferentes estados del Magreb para enfrentar al sionismo,;enfrentamiento en el que fueron derrotados.

Como resultado de las grandes manifestaciones populares contra los dirigentes monárquicos, acusados de vacilantes y cobardes en la conducción de la guerra, se constituyó, dentro del ejército, un grupo nacionalista denominado “Oficiales Libres”.

En 1952 el Coronel Gamal Abdel Nasser, líder de esta organización, encabezó un golpe de estado que derrocó al rey Faruk.

El nuevo régimen se proclamó nacionalista, socialista e interesado en beneficiar a los campesinos pobres, poniendo, de inmediato, en marcha una reforma agraria mediante la cuál se expropiaron las tierras de los terratenientes.

El nuevo gobierno acordó, con la entonces Unión Soviética, la construcción de la represa de Asuán que permitiría irrigar grandes extensiones de tierra y lograr la electrificación de toda la Nación.

La nacionalización del Canal de Suez determinó que el país fuera invadido por tropas inglesas, francesas e israelíes.

La dura respuesta soviética, y la mediación estadounidense, determinaron que los invasores abandonaran el territorio egipcio.

En el plano internacional Nasser, junto al presidente Tito de Yugoslavia y el apoyo de líderes mundiales como Fidel Castro y el presidente de Argelia Ahmed Ben Bella-promovió la creación del Movimiento de Países No Alineados al que se sumaron todos las naciones, de los tres continentes que se independizaban del colonialismo .

En 1970 al morir de un infarto el líder independista egipcio, ocupó su lugar el vicepresidente Anuar Sadat-que representaba el ala de derecha del Partido Socialista Árabe, fundado por Nasser.

Este puso en marcha una política de apertura a Occidente denominada infitah, rompiendo relaciones con la Unión Soviética, proscribiendo los partidos políticos opositores y reprimiendo las protestas campesinas y obreras.

Al mismo tiempo inició un acercamiento con Israel, que fue repudiado por la totalidad del mundo árabe.

En octubre de 1981, cuándo asistía a una ceremonia militar fue herido mortalmente en un atentado organizado por oficiales del ejército, disconformes con el curso de la política interna y externa del régimen, que se reivindicaban nasseristas.

La idea de los complotados era la de terminar con la totalidad de la cúpula gubernamental entre la que se encontraba Hosni Mubarak, que resultó ileso, y asumió el gobierno iniciando una represión con centenares de asesinados, miles de presos y la reafirmación del carácter dictatorial del régimen y su claro alineamiento con Estados Unidos.

Con estos lineamientos, y en el marco del crecimiento y profundización de la exclusión social, comenzó a generarse un movimiento de oposición cada vez mayor que reconoce dos grandes vertientes.

Por un lado un movimiento islámista nucleado en la organización Hermanos Musulmanes, que ha realizado en la última década numerosos atentados, siendo sus miembros reprimidos, con mucha saña, por los organismos oficiales de seguridad y, por otro lado, una oposición democrática que aglutina a un amplio espectro que va desde el partido comunista, sectores socialistas, nasseristas y dirigentes de movimientos campesinos y obreros.

Estos son los protagonistas, junto a desocupados, pobres de la ciudad y el campo, de las movilizaciones que reclaman la caída de la Dictadura.



El “gatopardismo”

Siguiendo con el criterio de aparentar cambios para que nada cambie, Mubarak designó como vicepresidente a su Jefe de Inteligencia Omar Suleiman, un General de 77 años estrechamente ligado a la Agencia Central de Inteligencia -la CIA norteamericana- y al servicio de inteligencia israelí -el Mossad-.

Efectivamente este personaje organizó la cárceles secretas en territorio egipcio a las que son trasladados los secuestrados por agentes de inteligencia estadounidenses, en sus países de residencia, acusados de supuestas actividades “terroristas” y encerrados en las mismas, donde son sometidos a salvajes torturas, muriendo muchos como consecuencia de los tormentos.

El pasado año comenzó en Roma un juicio contra una decena de agentes de la CIA, que habían secuestrado, en territorio italiano, a un religioso musulmán egipcio en el 2008,que permaneció en cautiverio durante casi dos años, recuperando la libertad con serias secuelas físicas y psicológicas por los tratos crueles y aberrantes a los que fue sometido.

Estados Unidos se ha negado a extraditar a los responsables de este crimen de lesa humanidad, de esa nacionalidad,

La víctima declaró en el tribunal que en los interrogatorios participaba el mencionado Suleiman.

El otro nombramiento, el del primer Ministro Ahmed Schafik tiene el mismo sesgo, ya que se trata de un integrante del régimen que ha compartido todas las políticas en estos 30 años.

El pueblo ha rechazado los cambios, que nada cambian. Se abre un interesante y rico proceso, que reivindica la tradición antiimperialista de esta nación. Veremos que pasa.

Manuel Justo Gaggero es abogado, ex director del diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”.


El movimiento de protesta en Egipto
“LOS DICTADORES NO DICTAN, OBEDECEN ÓRDENES”

Michel Chossudovsky
Global Research
01-02-2011
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens y revisado por Caty R.


El régimen de Mubarak podría caer frente a un movimiento nacional de protesta… ¿Cuáles son las perspectivas para Egipto y el mundo árabe?
Los “dictadores” no dictan, obedecen órdenes. Esto es verdad en Egipto, Túnez y Argelia.
Los dictadores son invariablemente títeres políticos. Los dictadores no deciden.
El presidente Hosni Mubarak fue un fiel sirviente de intereses económicos occidentales y lo mismo vale para Ben Alí.
El gobierno nacional es el objeto del movimiento de protesta.
El objetivo es derrocar al títere en lugar del titiritero.
Las consignas en Egipto son “Abajo Mubarak, abajo el régimen”. No se habla de carteles contra EE.UU… La influencia decisiva y destructiva de EE.UU. en Egipto y en todo Medio Oriente sigue sin mencionarse.
Las potencias extranjeras que operan entre bastidores están protegidas contra el movimiento de protesta.
No habrá ningún cambio político significativo a menos que el movimiento de protesta encare directamente el tema de la injerencia extranjera
La embajada de EE.UU. en El Cairo es una importante entidad política que invariablemente resta importancia al gobierno nacional. La embajada no es un objetivo del movimiento de protesta.
En 1991 se impuso en Egipto un devastador programa del FMI en el momento álgido de la Guerra del Golfo. Se negoció a cambio de la anulación de la multimillonaria deuda militar de Egipto con EE.UU. así como de su participación en la guerra. La desregulación resultante de los precios de los alimentos, la arrolladora privatización y las masivas medidas de austeridad llevaron al empobrecimiento de la población egipcia y a la desestabilización de su economía. Elogiaron al gobierno de Mubarak como “alumno modelo del FMI”.
El papel del gobierno de Ben Alí en Túnez fue imponer la mortífera medicina económica del FMI, que durante un período de más de veinte años sirvió para desestabilizar la economía nacional y empobrecer a la población tunecina. Durante los últimos 23 años, la política económica y social en Túnez ha sido dictada por el Consenso de Washington.
Tanto Hosni Mubarak como Ben Alí permanecieron en el poder porque sus gobiernos obedecieron e impusieron efectivamente los dictados del FMI.
De Pinochet y Videla a Baby Doc, Ben Alí y Mubarak, los dictadores han sido instalados por Washington. Históricamente en Latinoamérica, los dictadores fueron colocados en sus sitios mediante una serie de golpes militares patrocinados por EE.UU. En el mundo actual se hace mediante “elecciones libres y limpias” bajo la supervisión de la “comunidad internacional”.
Nuestro mensaje al movimiento de protesta:
Las verdaderas decisiones se toman en Washington DC, en el Departamento de Estado de EE.UU., en el Pentágono, en Langley, central de la CIA, en H Street NW, la central del Banco Mundial, y en el FMI.
Hay que encarar la relación del “dictador” con los intereses extranjeros. Derrocad a los títeres políticos pero no olvidéis que hay que atacar a los “verdaderos dictadores”.
El movimiento de protesta debería concentrarse en la verdadera sede de la autoridad política; debería tener en la mira (de manera pacífica, ordenada y no violenta) a la embajada de EE.UU., la delegación de la Unión Europea, las misiones nacionales del FMI y del Banco Mundial.
Un cambio político significativo sólo se puede asegurar si se abandona la agenda de política económica neoliberal.

Reemplazo del régimen

Si el movimiento de protesta no se plantea el papel de las potencias extranjeras incluidas las presiones ejercidas por “inversionistas”, acreedores externos e instituciones financieras internacionales, no se logrará el objetivo de la soberanía nacional. En cuyo caso, lo que ocurrirá es un proceso limitado de “reemplazo de régimen”, que asegure la continuidad política.
Los “dictadores” son instalados y removidos. Cuando están desacreditados políticamente y ya no sirven a los intereses de sus patrocinadores estadounidenses se les reemplaza por un nuevo líder, reclutado frecuentemente en las filas de la oposición política.
En Túnez el gobierno de Obama ya se ha posicionado. Se propone jugar un papel crucial en el “programa de democratización” (es decir la celebración de las denominadas elecciones limpias). También se propone utilizar la crisis política como medio para debilitar el papel de Francia y consolidar su posición en el norte de África:
“EE.UU., que evaluó rápidamente la oleada de protesta en las calles de Túnez, trata de aprovechar su ventaja para presionar por reformas democráticas en el país, y más allá.
El enviado de más alto rango de EE.UU. para Medio Oriente, Jeffrey Feltman, fue el primer funcionario extranjero que llegó al país después de que el presidente Zine El Abidine Ben Alí fue depuesto el 14 de enero y rápidamente llamó a realizar reformas. Dijo el martes que sólo unas elecciones libres y limpias fortalecerían y otorgaran credibilidad a la dirigencia asediada del Estado norteafricano.
“Ciertamente espero que utilizaremos el ejemplo tunecino”, agregó el secretario adjunto de Estado Feltman en conversaciones con otros Estados árabes.
Fue enviado al país norteafricano para ofrecer ayuda de EE.UU. en la turbulenta transición del poder, y se reunió con ministros tunecinos y personalidades de la sociedad civil.
Feltman viaja a París el miércoles para discutir la crisis con los dirigentes franceses, reforzando la impresión de que EE.UU. dirige el apoyo internacional para un nuevo Túnez, en detrimento de la antigua potencia colonial, Francia…
Las naciones occidentales apoyaron durante mucho tiempo a la dirigencia depuesta de Túnez, por verla como un bastión contra militantes islámicos en la región norteafricana.
En 2006, el entonces secretario de defensa de EE.UU. Donald Rumsfeld, hablando en Túnez, elogió la evolución del país.
Explotando la situación, la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton intervino ágilmente con un discurso en Doha el 13 de enero, advirtiendo a los dirigentes árabes que permitieran más libertades a sus ciudadanos.
“No cabe duda que EE.UU. trata de posicionarse muy rápido del lado bueno…” “AFP: “EE.UU. ayuda a conformar el resultado del levantamiento tunecino,”
¿Tendrá éxito Washington en la instalación de un nuevo régimen títere?
Depende en gran parte de la capacidad del movimiento de protesta al encarar el papel insidioso de EE.UU. en los asuntos internos del país.
No se mencionan los poderes preponderantes del imperio. Con una amarga ironía, el presidente Obama ha expresado su apoyo al movimiento de protesta.
Mucha gente dentro del movimiento de protesta cree que el presidente Obama está comprometido con la democracia y los derechos humanos, apoya la decisión de la oposición de deponer a un dictador, instalado por EE.UU. para comenzar.

Captación de dirigentes de la oposición

La captación de los dirigentes de los grandes partidos de oposición y organizaciones de la sociedad civil en anticipación del colapso de un gobierno títere autoritario forma parte de los cálculos de Washington, aplicados en diferentes regiones del mundo.
El proceso de captación es implementado y financiado por fundaciones basadas en EE.UU. que incluyen la Fundación Nacional por la Democracia (NED) y Freedom House (FH). Tanto FH como NED tienen vínculos con el Congreso de EE.UU., el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) y el establishment de los negocios estadounidense. Se sabe que tanto NED como FH están ligados a la CIA.
La NED está activamente involucrada en Túnez, Egipto y Argelia. Freedom House apoya a varias organizaciones de la sociedad civil en Egipto.
“La NED fue establecida por el gobierno de Reagan después de que el papel de la CIA en el financiamiento clandestino para derrocar gobiernos extranjeros se sacó a la luz, llevando a que los partidos, movimientos, periódicos, libros, revistas e individuos que recibían fondos de la CIA fueran desacreditados… Como fundación bipartidaria, con participación de los dos principales partidos, así como de la AFL-CIO y la Cámara de Comercio de EE.UU., la NED se hizo cargo del financiamiento de movimientos de derrocamiento extranjeros, pero de modo encubierto y bajo la rúbrica de “promoción de la democracia”. (Stephen Gowans, enero de 2011 What's left
Aunque EE.UU. ha apoyado al gobierno de Mubarak durante los últimos treinta años, las fundaciones estadounidenses con vínculos con el Departamento de Estado de EE.UU. y el Pentágono han apoyado activamente a la oposición política, incluido el movimiento de la sociedad civil. Según Freedom House: “La sociedad civil egipcia es al mismo tiempo vibrante y restringida. Hay cientos de organizaciones no gubernamentales dedicadas a expandir los derechos civiles y políticos en el país, que operan en un entorno fuertemente regulado.” (Comunicado de prensa de Freedom House).
En una amarga ironía, Washington apoya la dictadura de Mubarak, incluidas sus atrocidades, mientras respalda y financia a sus detractores, a través de FH, NED, entre otros.
Bajo los auspicios de Freedom House, disidentes egipcios y oponentes de Hosni Mubarak fueron recibidos en mayo de 2008 por Condoleezza Rice en el Departamento de Estado y el Congreso de EE.UU. También se reunieron con el Consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Stephen Hadley, quien fue “el principal consejero de política exterior de la Casa Blanca” durante el segundo período de George W. Bush.
El esfuerzo de Freedom House por empoderar a una nueva generación de propugnadores ha producido resultados tangibles y el programa de Nueva Generación en Egipto ha adquirido importancia local e internacionalmente. Becados egipcios visitantes de todos los grupos de la sociedad civil recibieron [mayo de 2008] atención y reconocimiento sin precedentes, incluidas reuniones en Washington con la secretaria de Estado de EE.UU., el consejero de seguridad nacional y destacados miembros del Congreso. En las palabras de Condoleezza Rice, representan la “esperanza para el futuro de Egipto. Freedom House, http://www.freedomhouse.org/template.cfm?page=66&program=84.

Ambigüedades políticas: Charlando con “dictadores”, confraternizando con “disidentes”

En mayo de 2009, Hillary Clinton se reunió con una delegación de disidentes egipcios, varios de los cuales se habían reunido con Condoleezza Rice un año antes. Esas reuniones a alto nivel se celebraron una semana antes de la visita de Obama a Egipto.
La secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, elogió el trabajo de un grupo de activistas de la sociedad civil egipcia con los que se reunió hoy y dijo que correspondía a los intereses de Egipto que se orientara hacia la democracia y mostrara más respeto por los derechos humanos.
Los 16 activistas se reunieron con Clinton y con el secretario de Estado adjunto interino para asuntos de Medio Oriente, Jeffrey Feltman, en Washington al final de una beca de dos meses organizada por el programa Nueva Generación de Freedom House.
Los becados mostraron preocupación por lo que percibieron como el distanciamiento del gobierno de EE.UU. de la sociedad civil egipcia y llamaron al presidente Obama a que se reúna con jóvenes activistas independientes de la sociedad civil cuando visite El Cairo la próxima semana. También instaron al gobierno de Obama a que continúe suministrando apoyo político y financiero a la sociedad civil egipcia y a que ayude a abrir el espacio para organizaciones no gubernamentales que está fuertemente restringido bajo la antigua ley de emergencia de Egipto.
Los becados dijeron a Clinton que ya aumenta el impulso en Egipto a favor de más derechos civiles y humanos, y que se necesita urgentemente el apoyo de EE.UU. en este momento. Subrayaron que la sociedad civil representa una “tercera vía” moderada y pacífica en Egipto, una alternativa a los elementos autoritarios del gobierno y a los que abrazan un régimen teocrático. (Freedom House, mayo de 2009)
Durante sus becas, los activistas pasaron una semana en Washington recibiendo entrenamiento como propugnadores y obteniendo una enseñanza desde dentro del funcionamiento de la democracia estadounidense. Después de su entrenamiento se pudo a los becarios en contacto con organizaciones de la sociedad civil de todo el país con las que compartieron experiencias con sus homólogos estadounidenses. Los activistas terminarán su programa… visitando a funcionarios del gobierno, miembros del Congreso, medios noticiosos y think tanks.” (Freedom House, mayo de 2009)
Estos grupos opositores de la sociedad civil –que actualmente juegan un papel importante en el movimiento de protesta– están apoyados y financiados por EE.UU. Sirven indeleblemente intereses estadounidense.
La invitación de disidentes egipcios al Departamento de Estado y al Congreso de EE.UU. también pretende inculcar un sentimiento de compromiso y fidelidad a los valores democráticos estadounidenses. EE.UU. se presenta como un modelo de Libertad y Justicia. Y se destaca a Obama como un "modelo ejemplar".

Los titiriteros apoyan al movimiento de protesta contra sus propios títeres

¿Los titiriteros apoyan al movimiento de protesta contra sus propios títeres?
La explicación es “apalancamiento político”, “fabricación de disenso”. Apoyo al dictador así como a los oponentes del dictador como medio para controlar a la oposición política.
Estas acciones por parte de Freedom House y la NED por cuenta de los gobiernos de Bush y Obama, aseguran que la oposición de la sociedad civil financiada por EE.UU. no dirigirá sus energías contra los titiriteros tras el régimen de Mubarak, es decir el gobierno de EE.UU.
Esas organizaciones de la sociedad civil financiadas por EE.UU. actúan como un “Caballo de Troya” que se incrusta en el movimiento de protesta. Protegen los intereses de los titiriteros. Aseguran que el movimiento de protesta en la base no encarará el tema más amplio de la injerencia extranjera en los asuntos de Estados soberanos.

Blogueros de Facebook y Twitter apoyados y financiados por Washington

En relación con el movimiento de protesta en Egipto, varios grupos de la sociedad civil financiados por fundaciones basadas en EE.UU. han encabezado la protesta en Twitter y Facebook:
“Activistas del movimiento egipcio Kifaya (¡Basta!) –una coalición de oponentes al gobierno– y del Movimiento Juvenil 6 de Abril organizaron las protestas en las redes sociales Facebook y Twitter. Informes noticiosos occidentales dijeron que al parecer Twitter se bloqueará en Egipto el martes por la tarde.” (Vea Voice of America, Egipto estremecido por mortíferas protestas antigubernamentales)
El movimiento Kifaya, que organizó una de las primeras protestas dirigidas contra el régimen de Mubarak a finales de 2004, está apoyado por el Centro Internacional de Conflicto No Violento basado en EE.UU. Kifaya es un movimiento de amplia base que también ha tomado posición sobre Palestina y el intervencionismo estadounidense en la región.
Por su parte, Freedom House ha estado involucrado en la promoción y entrenamiento en los blogs de Facebook y Twitter en Medio Oriente y en el norte de África:
Los becarios de Freedom House adquirieron pericia en la movilización cívica, liderazgo y planificación estratégica, y se benefician de oportunidades de conexión de redes mediante su interacción con donantes basados en Washington, organizaciones internacionales y los medios. Después de volver a Egipto, los becarios recibieron pequeños subsidios para implementar iniciativas innovadoras como la propugnación de una reforma política a través de mensajes de SMS y Facebook. http://www.freedomhouse.org/template.cfm?page=66&program=84
Del 27 de febrero al 13 de marzo [2010], Freedom House recibió a 11 blogueros de Medio Oriente y del norte de África [de diferentes organizaciones de la sociedad civil] para un Tour de Estudios Avanzados de Nuevos Medios en Washington, D.C. El Tour de Estudios suministró a los blogueros entrenamiento en seguridad digital, producción de vídeos digitales, desarrollo de mensajes y cartografía digital. Mientras estuvieron en Washington, los becarios también participaron en una información del Senado, y se reunieron con responsables de alto nivel de USAID, [el Departamento de] Estado y el Congreso así como medios internacionales incluidos Al-Jazeera y Washington Post http://www.freedomhouse.org/template.cfm?page=115&program=84&item=87
Se puede comprender fácilmente la importancia dada por el gobierno de EE.UU. a este “programa de entrenamiento” de blogueros, que va acompañado por reuniones de alto nivel en el Senado de EE.UU., el Congreso, el Departamento de Estado, etc.
El papel de los medios sociales Facebook y Twitter como expresiones de disenso, debe ser evaluado cuidadosamente a la luz de los vínculos de diversas organizaciones de la sociedad civil egipcia con Freedom House (FH), (NED) y el Departamento de Estado.
BBC News World (transmisión en Medio Oriente) citando mensajes egipcios en Internet ha informado de que “EE.UU. ha estado enviando dinero a grupos pro democracia”. (BBC News World, 29 de enero de 2010). Según un informe en The Daily Telegraph, citando un documento secreto de la embajada de EE.UU. (29 de enero de 2011):
“Las protestas en Egipto están siendo impulsadas por el movimiento juvenil 6 de abril, un grupo de Facebook que ha atraído sobre todo a miembros jóvenes y educados opuestos a Mubarak. El grupo tiene unos 70.000 miembros y utiliza las redes sociales para orquestar protestas e informar sobre sus actividades.
Los documentos publicados por WikiLeaks revelan que funcionarios de la embajada de EE.UU. [en El Cairo] estuvieron en contacto regular con el activista entre 2008 y 2009, considerándolo una de las fuentes más fiables para información sobre abusos de los derechos humanos.

La Hermandad Musulmana

La Hermandad Musulmana en Egipto constituye el mayor segmento de la oposición al presidente Mubarak. Según informes, la Hermandad Musulmana domina el movimiento de protesta.
Aunque existe una prohibición constitucional contra partidos políticos religiosos, los miembros de la Hermandad elegidos al parlamento de Egipto como “independientes” constituyen el mayor bloque parlamentario.
La Hermandad, sin embargo, no constituye una amenaza directa para los intereses económicos y estratégicos de Washington en la región. Las agencias de inteligencia occidentales tienen una antigua historia de colaboración con la Hermandad. El apoyo de Gran Bretaña a la Hermandad, organizado a través del Servicio Secreto británico, data de los años cuarenta. Desde los años cincuenta, según el ex funcionario de inteligencia William Baer, “La CIA [canalizó] el apoyo a la Hermandad Musulmana por “la encomiable capacidad de derrocar a Nasser”. 1954-1970: CIA and the Muslim Brotherhood Ally to Oppose Egyptian President Nasser. Esos vínculos encubiertos con la CIA se mantuvieron después de Nasser.

Comentarios finales

La remoción de Hosni Mubarak ha estado, durante varios años, entre los planes de la política exterior de EE.UU.
El reemplazo del régimen sirve para asegurar la continuidad, mientras suministra la ilusión de que ha tenido lugar un cambio político significativo.
La agenda de Washington para Egipto ha sido “secuestrar el movimiento de protesta” y reemplazar al presidente Hosni Mubarak por otro jefe de Estado títere, dócil. El objetivo de Washington es sustentar los intereses de potencias extranjeras, defender la agenda económica neoliberal que ha servido para empobrecer a la población egipcia.
Desde el punto de vista de Washington, el reemplazo del régimen ya no requiere la instalación de un régimen militar autoritario como durante el apogeo del imperialismo de EE.UU. Puede ser implementado mediante la captación de partidos políticos, incluida la izquierda, el financiamiento de grupos de la sociedad civil, la infiltración del movimiento de protesta y la manipulación de elecciones nacionales.
Con referencia al movimiento de protesta en Egipto, el presidente Obama declaró en una transmisión por vídeo en YouTube el 28 de enero: “El gobierno no debe recurrir a la violencia”. La pregunta más fundamental es ¿cuál es la fuente de esa violencia? Egipto es el mayor beneficiario de ayuda militar de EE.UU. después de Israel. Los militares egipcios éstán considerados la base del poder del régimen de Mubarak:
“El ejército y las fuerzas policiales del país están armados hasta los dientes gracias a más de 1.000 millones de dólares anuales de Washington… Cuando EE.UU. describe oficialmente a Egipto como “aliado importante” se refiere sin querer al papel de Mubarak como puesto avanzado para operaciones militares y tácticas de guerra sucia en Medio Oriente y más allá. Existe clara evidencia de grupos internacionales de derechos humanos de que innumerables “sospechosos” entregados por fuerzas de EE.UU. en sus diversos territorios de operaciones (criminales) son arrojados en secreto a Egipto para “interrogatorio profundo”. El país sirve como un gigantesco “Guantánamo” en Medio Oriente, convenientemente oculto al interés público estadounidense y libre de sutilezas legales sobre derechos humanos.” (Finian Cunningham, Egypt: US-Backed Repression is Insight for American Public, Global Research, 28 de enero de 2010).
EE.UU. no es un “modelo ejemplar” de democracia para Medio Oriente. La presencia militar de EE.UU. impuesta a Egipto y al mundo árabe durante más de 20 años, combinada con reformas “de libre mercado” constituye la raíz de la violencia estatal.
La intención de EE.UU. es utilizar el movimiento de protesta para instalar un nuevo régimen.
El movimiento popular debería reorientar sus energías: Identificar la relación entre EE.UU. y “el dictador”. Derrocar al títere político de EE.UU. pero sin olvidar a los “verdaderos dictadores”.
Reorientar el proceso de cambio de régimen.
Desmantelar las reformas neoliberales.
Cerrar las bases militares de EE.UU. en el mundo árabe.
Establecer un gobierno verdaderamente soberano.

Fuente: http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=22993


ALARMA CULTURAL EN EGIPTO

Fernando Báez
Rebelión
02-02-2011


Ahora hablaré mucho más extensamente de Egipto,
porque encierra muchas maravillas, y, mucho más
que las de cualquier otro país, sus obras desafían
toda descripción (Heródoto, 11, 25)

“Me sentí profundamente dolido hoy cuando llegué esta mañana al Museo Egipcio y encontré que algunos habían tratado de asaltar el museo por la fuerza anoche", comentó el 29 de enero a Reuters el polémico arqueólogo Zahi Hawass, Director del Consejo Supremo de Antigüedades. Parecía imposible, y acaso lo era, pero el Vice Ministro de Cultura que se encargó personalmente de servir de guía cultural a Obama durante su viaje a Egipto en 2009, ha confesado su preocupación ante lo que pueda ocurrir en los próximos días debido a los disturbios crecientes (100 muertos en 5 días) por el descontento social y político que ha provocado la negativa del Presidente Hosni Mubarak de abandonar la presidencia que ha disfrutado desde 1981.
Lo que sorprende, lo que impacta, en este intento de saqueo del Museo Nacional de Egipto, es que se trata del ataque a una institución que alberga una colección de 130.000 piezas sobre los inicios en 4000 años de historia. Los saqueadores, que tal vez no eran tan ingenuos como se ha dicho, arremetieron y arruinaron dos momias en la sala dedicada al tema funerario; no contentos con esto, su codicia los llevó a arremeter contra 14 vitrinas y objetos que pertenecieron al Faraón Tutankamón. Por desgracia, a estas horas, funcionarios del ejército custodian con escepticismo las instalaciones y se ha formado una gigantesca cadena humana de defensores de este importante patrimonio cultural egipcio y, al mismo tiempo, mundial. Nadie, sin embargo, puede asegurar que el museo, enclavado en un área políticamente activa, quedará fuera de peligro en una situación tan inestable.
Un nuevo saqueo cultural masivo del país más expoliado culturalmente del mundo no puede dejarnos indiferentes porque el número de hallazgos arqueológicos ha sido pródigo en las tierras del antiguo valle de Egipto. No se conoce nada semejante: todavía en el año 2000 se anunciaba que dos ciudades portuarias perdidas habían sido encontradas, pero bajo el agua, devastadas por un terremoto.
Pensemos sólo en los aspectos del problema que supone un desastre cultural en Egipto, cuya civilización data del 3.100 a.C., casi simultánea a la sumeria, y gestora de un poderoso imperio sostenido por una eficaz organización dinástica en la que la cadena iniciada con el faraón Menes se mantuvo hasta Cleopatra, quien prefirió suicidarse en el año 30 después de sus amores ingratos, como lo son todos los amores, con Marco Antonio. De las etapas esta civilización desarrollada en los márgenes del río Nilo, un total de 30 Dinastías de faraones conformaron tres etapas de un imperio asombroso: sólo el Reino Antiguo, mejor conocido por la Pirámides que se construyeron en la Dinastía IV, fue un proceso de 955 años y uno de sus cientos de monumentos, la Gran Pirámide, se mantuvo 4500 años como el edificio más alto de la tierra y la única de las 7 maravillas del mundo antiguo que sobrevivió.
Increíblemente, los egipcios concibieron algo que hoy nos parece común y no lo es: la idea de que además del cuerpo hay un alma (el ka era el doble y el ba era el alma representada entonces con dos alas), pero no sólo eso: el Libro de los Muertos expuso uno de los rituales más interesantes sobre la muerte. El legado egipcio debe incluir su arte hierático inconfundible, la escritura jeroglífica, el uso de papiro que marcaría a los griegos, las represas, los barcos de madera y vela, las necrópolis, las hojas para cortar la piedra, las plomadas o la misma momificación.
En 1567 a.C., con la expulsión y exterminio de los hicsos, nace el Imperio Nuevo, período fructífero en la construcción de Templos como los de Karnak o los de Luxor y Hatsheput en Deir-ar-Bahari. Finalmente, sobrevino el período de conquistas y Egipto pasó primero a manos de Ptolomeo, luego de Roma y finalmente de los árabes en el siglo 7. La civilización egipcia fue saqueada dese el primer momento y ahora en los inicios del siglo 21 se encuentra otra vez en peligro inminente.
Una catástrofe, quiero advertirlo, anunciada que pone en riesgo museos como los de Luxor y monumentos como las pirámides, cuyo primer inventario riguroso lo hizo Karl Richard Lepsius (1810 –1884), un profesor de la Universidad de Berlin que convenció al sabio Alexander von Humboldt y al monarca Friedrich Wilhelm de la necesidad de indagar sobre las exploraciones que hicieron los franceses en Egipto durante la campaña de Napoleón Bonaparte. En su viaje de 1842 fundó la egiptología moderna con erudición y métodos poco ortodoxos como dinamitar la columna de Setos I con el propósito de adular al regente de Prusia con un regalo ostentoso. Sin embargo, la expedición mostró sus resultados en los 12 volúmenes de la Denkmäler aus Ägypten und Äthiopen, donde puede leerse una descripción de un reino fabuloso.
En 2010, pese al debate entre especialistas que difieren de los criterios, se estima que hay 140 pirámides localizadas en Egipto, todos saqueadas y a punto de ataques masivos en los actuales momentos. Entre otras, sobresalen las de Userkaf, Sahure, Neferirkare, Shepsekare, Neferefre, Niuserre Ini, Menkauhor Ikauhor, Djedkare Isesi, Unas, Pepi I, Pepi II, Senuseret II y Senuserer III.
Pero además está Alejandría, como lo indica su nombre, denominada así en honor al conquistador Alejandro Magno, quien tuvo una visión durante su paso por Egipto y quiso desplazar la aldea de Racotis para fundar la nueva ciudad el año 331 a.C. en el oeste del delta del Nilo, junto al Lago Mareotis. Hoy corren riesgo los asentamientos arqueológicos y la Nueva Biliotheka Alexandrina, construida con el apoyo de la Unesco. Es tanto el terror que reina en las calles de esta ciudad egipcia que he recordado esos versos memorables de Cavafy donde pedía a sus lectores despedirse de Alejandría para siempre.

*****

“Aquí el pasado es una calle ciega”, escuché comentar a un viejo amigo palestino cuando visité el Museo Nacional de El Cairo en 2010, a modo de despedida, y quise decirle entonces algo que no dije. Por suerte, cada uno es dueño de sus silencios y salí enmudecido ante sus sabias palabras que me dejaron frente a un ritual impostergable, presa de esa nostalgia melancólica que concede la sabiduría del mundo árabe, casi invicto en ese día interminable de vigilia y también de memoria en el que descubrí que ese Museo, hoy en peligro, era una de las encrucijadas más secretas de la historia. Egipto ha sido y será la bisagra entre el Medio Oriente y Occidente.

Fernando Báez. Autor de La destrucción cultural de Iraq, Octaedro, 2005.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

SOBRE LAS REVUELTAS DE TÚNEZ Y EGIPTO. ENTREVISTA

Hossam el-Hamalawy
2 Febrero 2011
Sin permiso

¿Por qué fue necesaria una revolución en Túnez para sacar a los egipcios a las calles en cantidades sin precedentes?
En Egipto decimos que Túnez fue más un catalizador que un instigador, porque las condiciones objetivas para un levantamiento existían en Egipto y durante los últimos años la revuelta estaba en el aire. Por cierto, ya logramos tener dos mini-intifadas o “mini-Túnez” en 2008. La primera fue un levantamiento en abril de 2008 en Mahalla, seguida por otro en Borollos, en el norte del país.
Las revoluciones no surgen de la nada. No tenemos mecánicamente una mañana en Egipto porque ayer hubo una en Túnez. No es posible aislar estas protestas de los cuatro últimos años de huelgas de trabajadores en Egipto o de eventos internacionales como la intifada al-Aqsa y la invasión de Iraq por EE.UU. El estallido de la intifada al-Aqsa fue especialmente importante porque en los años ochenta y noventa el activismo en las calles había sido efectivamente impedido por el gobierno como parte de la lucha contra insurgentes islamistas. Sólo siguió existiendo en los campus universitarios o las centrales de los partidos. Pero cuando estalló la intifada del año 2000 y al Jazeera comenzó a transmitir imágenes de ella, inspiró a nuestra juventud a tomar las calles, de la misma manera que hoy nos inspira Túnez.
¿Cómo se desarrollan las protestas?

Es demasiado temprano para decir cómo se desarrollarán. Es un milagro que continuaran ayer después de medianoche a pesar del miedo y la represión. Pero habiéndolo dicho, la situación ha llegado a un nivel en el que todos están hartos, seriamente hartos. E incluso si las fuerzas de seguridad logran aplastar hoy las protestas no podrán aplastar las que sucedan la próxima semana, o el próximo mes o más adelante durante este año. Definitivamente hay un cambio en el grado de valentía de la gente.
Al Estado le ayudó la excusa de combatir el terrorismo en los años noventa para acabar con todo tipo de disenso en el país, un truco utilizado por todos los gobiernos, incluido EE.UU. Pero una vez que la oposición formal a un régimen pasa de las armas a protestas masivas, es muy difícil enfrentar un disenso semejante. Se puede planificar la liquidación de un grupo de terroristas que combate en los cañaverales, ¿pero qué van a hacer ante miles de manifestantes en las calles? No pueden matarlos a todos. Ni siquiera pueden garantizar que los soldados lo hagan, que disparen contra los pobres.

¿Cuál es la relación entre eventos regionales y locales en este país?

Hay que comprender que lo regional es local en este país. En el año 2000 las protestas no comenzaron como protestas contra el régimen sino más bien contra Israel y en apoyo de los palestinos. Lo mismo ocurrió con la invasión estadounidense de Iraq tres años después. Pero una vez que sales a las calles y te enfrentas a la violencia del régimen uno comienza a hacer preguntas: ¿Por qué envía soldados Mubarak para enfrentar a manifestantes en lugar de enfrentar a Israel? ¿Por qué exporta cemento a Israel para que lo utilice para construir asentamientos en lugar de ayudar a los palestinos?
¿Por qué la policía es tan brutal con nosotros cuando sólo tratamos de expresar nuestra solidaridad con los palestinos de manera pacífica? Y así los problemas regionales como Israel e Iraq pasaron a ser temas locales. Y en pocos instantes, los mismos manifestantes que coreaban consignas pro palestinas comenzaron a hacerlo contra Mubarak. El momento decisivo específico en términos de protestas fue 2004, cuando el disenso se volvió interior.
En Túnez los sindicatos jugaron un papel crucial en la revolución, ya que su amplia y disciplinada membresía aseguró que las protestas no pudieran aplastarse facilmente y las confirió una organización. ¿Cuál es el papel del movimiento de los trabajadores en Egipto en el actual levantamiento?
El movimiento sindical egipcio fue bastante atacado en los años ochenta y noventa por la policía, que utilizó munición de guerra contra huelguistas pacíficos en 1989 durante huelgas en las plantas siderúrgicas y en 1994 en las huelgas de las fábricas textiles. Pero desde diciembre de 2006 nuestro país vive continuamente las mayores y más sostenidas olas de acciones huelguísticas desde 1946, detonadas por huelgas en la industria textil en la ciudad de Mahalla en el Delta del Nilo, centro de la mayor fuerza laboral en Medio Oriente con más de 28.000 trabajadores. Comenzó por temas laborales pero se extendió a todos los sectores de la sociedad con la excepción de la policía y las fuerzas armadas.
Como resultado de esas huelgas hemos logrado obtener 2 sindicatos independientes, los primeros de su clase desde 1957, el de los cobradores de contribuciones de bienes raíces, que incluye a más de 40.000 empleados públicos y el de los técnicos de la salud, más de 30.000 de los cuales lanzaron un sindicato el pasado mes fuera de los sindicatos controlados por el Estado.
Pero es verdad que hay una diferencia importante entre nosotros y Túnez, y es que aunque era una dictadura, Túnez tenía una federación sindical semiindependiente. Incluso si la dirigencia colaboraba con el régimen, los miembros eran sindicalistas militantes. De manera que cuando llegó la hora de huelgas generales, los sindicatos pudieron sumarse. Pero aquí en Egipto tenemos un vacío que esperamos llenar pronto. A los sindicalistas independientes ya los han sometido a cazas de brujas desde que trataron de establecerse; ya hay procesos iniciados contra ellos por los sindicatos estatales y respaldados por el Estado, pero se siguen fortaleciendo a pesar de los continuos intentos de silenciarlos.
Por cierto, en los últimos días la represión se ha dirigido contra los manifestantes en las calles, los cuales no son necesariamente sindicalistas. Esas protestas han reunido a un amplio espectro de egipcios, incluidos hijos e hijas de la elite. De modo que tenemos una combinación de pobres y jóvenes de las ciudades junto con la clase media y los hijos e hijas de la elite.
Pienso que Mubarak ha logrado agrupar a todos los sectores de la sociedad con la excepción de su círculo íntimo de cómplices.
La revolución tunecina se ha descrito como muy encabezada por la “juventud” y dependiente para su éxito de la tecnología de las redes sociales como Facebook y Twitter. Y ahora la gente se concentra en la juventud en Egipto como un catalizador importante. ¿Se trata de una “intifada juvenil” y podría tener lugar sin Facebook y otras nuevas tecnologías mediáticas?
Sí, es una intifada juvenil en la calle. Internet sólo juega un papel en la difusión de la palabra y de las imágenes de lo que sucede en el terreno. No utilizamos Internet para organizarnos. Lo utilizamos para dar a conocer lo que estamos haciendo sobre el terreno con la esperanza de animar a otros para que participen en la acción.
Como habrá oído, en EE.UU., el presentador de programas de entrevistas Glenn Beck ha atacado a una académica ya mayor, Frances Fox Piven, por un artículo que ella escribió llamando a los desocupados a realizar protestas masivas por los puestos de trabajo. Incluso ha recibido amenazas de muerte, algunas de gente sin trabajo que parece más feliz fantaseando sobre dispararle con una de sus numerosas armas que por luchar realmente por sus derechos. Es sorprendente pensar en el papel crucial de los sindicatos en el mundo árabe actual, teniendo en cuenta las más de dos décadas de regímenes neoliberales en toda la región cuyo objetivo primordial es destruir la solidaridad de la clase trabajadora. ¿Por qué han seguido siendo tan importantes los sindicatos?
Los sindicatos siempre son el remedio mágico contra cualquier dictadura. Mire a Polonia, Corea del Sur, América Latina o Túnez. Los sindicatos siempre fueron útiles para la movilización de las masas. Hace falta una huelga general para derrocar una dictadura, y no hay nada mejor que un sindicato independiente para hacerlo.

¿Hay un programa ideológico más amplio tras las protestas, o sólo librarse de Mubarak?

Cada cual tiene sus razones para salir a las calles, pero yo supongo que si nuestro levantamiento tiene éxito y derrocamos a Mubarak aparecerán divisiones. Los pobres querrán impulsar a la revolución a una posición mucho más radical, impulsar la redistribución radical de la riqueza y combatir la corrupción, mientras que los denominados reformistas quieren poner frenos, presionar más o menos por los cambios “desde arriba” y limitar un poco los poderes pero mantener alguna esencia de Estado.

¿Cuál es el papel de la Hermandad Musulmana y cómo impacta en la situación el hecho que permanezca distante de las actuales protestas?

La Hermandad ha sufrido divisiones desde el estallido de la intifada al-Aqsa. Su participación en el Movimiento de Solidaridad con Palestina cuando se enfrentó con el régimen fue desastrosa. Básicamente, cada vez que sus dirigentes llegan a un compromiso con el régimen, especialmente los acólitos del actual guía supremo, desmoralizan a sus cuadros de base. Conozco personalmente a numerosos jóvenes hermanos que abandonaron el grupo, algunos de ellos se han unido a otros grupos o siguen independientes. A medida que crece el actual movimiento callejero y la dirigencia inferior participa, habrá más divisiones porque la dirigencia superior no puede justificar por qué no forma parte del nuevo levantamiento.

¿Cuál es el papel de EE.UU. en este conflicto? ¿Cómo ve la gente en la calle sus posiciones?

Mubarak es el segundo beneficiario de la ayuda exterior de EE.UU., después de Israel. Se le conoce como el matón de EE.UU. en la región; es uno de los instrumentos de la política exterior estadounidense, que implementa su programa de seguridad para Israel y el flujo sin problemas del petróleo mientras mantiene a raya a los palestinos. De modo que no es ningún secreto que esta dictadura ha gozado del respaldo de gobiernos de EE.UU. desde el primer día, incluso durante la engañosa retórica pro democracia de Bush. Por lo tanto no hay que sorprenderse ante las risibles declaraciones de Clinton que más o menos defendían el régimen de Mubarak, ya que uno de los pilares de la política exterior de EE.UU. es mantener regímenes estables a costa de la libertad y los derechos cívicos.
No esperamos nada de Obama, a quien consideramos como un gran hipócrita. Pero esperamos que el pueblo estadounidense –sindicatos, asociaciones de profesores, uniones estudiantiles, grupos de activistas,- se pronuncien en nuestro apoyo. Lo que queremos es que el gobierno de EE.UU. se mantenga completamente fuera del asunto. No queremos ningún tipo de respaldo, simplemente que corte de inmediato la ayuda a Mubarak y retire el respaldo, que se retire de todas las bases en Medio Oriente y deje de apoyar al Estado de Israel.
En última instancia, Mubarak hará todo lo que tenga que hacer para protegerse. De repente adoptará la retórica más anti-estadounidense si piensa que pueda ayudarle a salvar el pellejo. A fin de cuentas está comprometido con sus propios intereses y si piensa que EE.UU. no lo apoyará, se volverá en otra dirección. La realidad es que cualquier gobierno realmente limpio que llegue al poder en la región llegará a un conflicto abierto con EE.UU. porque llamará a una redistribución racional de la riqueza y a terminar con el apoyo a Israel y a otras dictaduras. De modo que no esperamos ninguna ayuda de EE.UU. Sólo que nos dejen en paz.

(Entrevista realizada por Mark LeVine, profesor de la Universidad de California Irvine, que logró contactar con Hossam a través de Skype para conseguir un informe de primera mano sobre los eventos que se desarrollan en Egipto).
Traducido para Rebelión por Germán Leyens y revisado por Caty R.
Hossam el-Hamalawy es un periodista y bloguero del sitio 3arabawy.
Mundoarabe.org, 29 de enero de 2011

EGIPTO: PROVOCACIÓN Y DEFINICIONES

La Jornada, Editorial, 2 de febrero de 2011

Mientras cientos de miles de egipcios se concentraban ayer en la plaza Tahrir de El Cairo –en el octavo día de movilizaciones contra el régimen dictatorial de ese país–, el repudiado presidente Hosni Mubarak anunciaba, en un esperado discurso, que no buscará su relección en septiembre próximo, pero que pretende mantenerse en el poder hasta concluir su mandato, a fin de asegurar una transición pacífica. A renglón seguido, manifestó su intención de morir en suelo egipcio y llamó a la población del país norafricano a elegir entre el caos y la estabilidad.
En el momento actual, la postura de Mubarak no sólo es tardía e insuficiente por donde se le mire: constituye, además, una burla y una provocación para el pueblo egipcio, el cual, en la semana reciente, se ha jugado el físico en las calles de ese país en reclamo de la renuncia del dictador, y no tolerará una nueva estrategia que le permita a éste encaramarse en el poder, así sea por unos meses.
A estas alturas, Mubarak no está en posición de imponer condiciones: su permanencia frente al gobierno de El Cairo es insostenible, no sólo porque carece de toda legitimidad para llevar a su país al escenario que ha evitado por tres décadas –la celebración de elecciones democráticas, limpias y competidas–, sino también porque cada día que permanece en el cargo profundiza el descontento de la población y alimenta un entorno de violencia y represión que ya ha cobrado la vida de unas 300 personas y herido a miles más.
Pero si las pretensiones de Mubarak resultan inaceptables para las enardecidas masas egipcias y para amplios sectores de la opinión pública internacional, para Washington y Tel Aviv abren un compás de espera por demás conveniente. En la hora presente, es claro que el primero de esos gobiernos no busca tanto sostener el impresentable régimen de El Cairo cuanto procurar el arribo de una autoridad nacional que sea cercana y proclive a sus intereses geoestratégicos, y que conjure, en particular, la posibilidad de un aislamiento de Israel en la región. La preocupación que este último escenario suscita en el gobierno encabezado por Benjamín Netanyahu queda de manifiesto con el despliegue de tropas israelíes a la frontera con Egipto, en la península del Sinaí, y con el hecho de que Tel Aviv ha sido el único gobierno –junto con la monarquía autocrática de Arabia Saudita– que ha expresado su respaldo inequívoco a Mubarak.
La claridad con que se ha expresado el pueblo egipcio en las calles de ese país, y su determinación de llevar sus reivindicaciones democráticas a un punto de no retorno, colocan a Estados Unidos y a sus aliados occidentales ante la obligación moral de atender cuanto antes el reclamo de esa voluntad popular, y profundizar la presión internacional para que Mubarak deje el poder. Si, por el contrario, Washington opta por alargar la agonía del régimen de El Cairo con miras a salvaguardar sus intereses geopolíticos y los de su aliado regional, provocará un nuevo daño a su maltrecha imagen internacional y colocará su supuesto compromiso con los valores democráticos en un nuevo entredicho.

Bajo la Lupa
LA “REVUELTA DE LAS PIRÁMIDES” Y LA “ERA POST MUBARAK”

ALFREDO JALIFE-RAHME
La Jornada, 2 de febrero de 2011

Las satrapías policiacas del mundo árabe, apoyadas geopolítica y tecnológicamente por la triada de Estados Unidos-Gran Bretaña (GB)-Israel, cesaron de temblar: se están colapsando aceleradamente.
El penetrante aroma de la “revolución del jazmín” del paradigma tunecino, una genuina revolución demográfica de supervivencia de los desempleados universitarios famélicos, defenestró al régimen tiránico de Bin “Alí Baba” y tiene sitiada a la gerontocracia militarista del sátrapa Hosni Mubarak rodeada por la apoteósica “marcha del millón” –que rebasó las expectativas con más de 2 millones (como las que solía realizar AMLO en el Zócalo, pero sin intifada)– en la plaza Tahrir (“liberación”), en lo que hemos bautizado como la “revuelta de las pirámides” (Intifada Al-Ahram), en honor al prodigioso pasado multicivilizatorio de Egipto y en espera de que se convierta en “revolución” (saura), es decir, en un genuino “cambio de régimen” (taguir al-nizam), y qué mejor que fuese idílicamente pacífica.
No solamente El Cairo representa el epicentro de “la revuelta de la pirámides”, sino todo Egipto sin excepción se ha sacudido al llamado de la sociedad civil juvenil: el letrado y apolítico Movimiento 6 de Abril aliado a los miserables (literal) del grupo Kefaya (¡Ya Basta!).
El aroma revolucionario del jazmín juvenil ha alcanzado a Yemen y a Sudán (de por sí balcanizado) y ha obligado al monarca jordano, una marioneta anglosajona, a nombrar un nuevo ministro “Y” para sustituir a “X”, en una permutación aritmética de su fuga hacia adelante.
Los sátrapas del ancien régime en el mundo árabe pretenden posponer el ineluctable “cambio de régimen” con vulgares permutaciones cosméticas en sus gabinetes bajo el apotegma del degenerado gatopardismo, hoy caricaturescamente anglosajón: “hay que cambiarlo todo, para que todo quede igual”, es decir, bajo el control geopolítico y geoeconómico que ejerce la triada Estados Unidos-GB-Israel.
Es válida para la gerontocracia militarista egipcia la metáfora del “cono de arena” y su último grano que le derrumba por ser antigravitatoriamente insostenible: 36 años de agravios acumulados del represivo cono (una pirámide geométrica circular en última instancia) de Hosni Mubarak –seis como vicepresidente y 30 como presidente, y con el virtualismo de desear imponer como sucesor a su hijo Gamal, anterior banquero neoliberal de Bank of America en Londres–, que se colapsa al no poder resistir el aroma del paradigma tunecino como alegoría poética de su último grano.
Biológicamente los días de Hosni Mubarak, de 82 años, están contados (además de que padece lamentablemente cáncer, como han filtrado los medios israelíes). Políticamente está muerto, como le sucedió en su momento aciago al sha de Irán hace 31 años. El beso de despedida por el diablo se lo propinó el “apoyo” del premier israelí Netanyahu: el gran perdedor geopolítico del nuevo orden regional que se despliega con el irresistible ascenso del eje Turquía-Irán-Siria.
Desde el punto siquiátrico, el bisabuelo (dicho sea respetuosamente) Mubarak nunca entendió a la generación de sus bisnietos rebelados y revelados: optó por el clásico “síndrome de negación” y se agazapó con un “nuevo” gabinete gerontocrático de militares torturadores y carcelarios del ancien régime, como refiere acertadamente Spencer Ackerman, del ilustre portal Wired (31/1/11): “Torturadores, carceleros, espías encabezan el nuevo gobierno”.
Hasta el ministro de Relaciones Exteriores de GB, William Hague, comentó, con tres días de atraso, que estaba “desilusionado” con el “nuevo gabinete” de Mubarak (BBC, 1/2/11).
En tanto Obama, totalmente rebasado por el colapso de uno de sus aliados primordiales en el mundo árabe, se confinaba a la retórica hueca de los “derechos humanos universales” sin aplicación en los hechos, su equipo desbrujulado en franca retirada, en una extensión de ocho días ha ajustado su postura en referencia al epílogo del ancien régime: primero, el vicepresidente Joe Biden cometió su enésima pifia al expectorar que Mubarak “no era un dictador (¡súper sic!)”; luego, Hillary Clinton se equivocó al calificar la situación de “estable”, para desdecirse a los tres días y reclamar, cuando el mundo se le había venido encima a Estados Unidos, una “transición ordenada”, que de facto soltaba al autócrata a su fatídico destino.
Ahora Obama, en la principal crisis geopolítica de su gestión –más que vivir su momento Sputnik, sufre su pesadilla egipcia, como Carter padeció humillantemente su momento Jomeini–, no tiene más remedio que colocarse del lado de los triunfadores de la historia, para “controlar los daños”. Hoy Carter asegura que la crisis de Egipto es la peor para Estados Unidos desde la revolución jomeinista de 1979.
Estados Unidos tiene que resolver la insalvable cuadratura del círculo: encontrar a un genuino “demócrata” egipcio que sea al mismo tiempo su aliado, cuando ambas características las hizo absurdamente incompatibles.
Obama tiene que decidir entre subirse al carro de la libertad en el mundo árabe o seguir apoyando ciegamente la “seguridad” de Israel al precio de la propia inseguridad de Estados Unidos.
El veterano periodista Stephen Kinzer, de The New York Times, profundo conocedor de la región, comenta correctamente: “El dilema que enfrenta ahora Washington” consiste “en aceptar que los árabes tienen el derecho de elegir a sus propios líderes”, lo cual “significa aceptar el advenimiento de gobiernos que no comparten la militancia pro Israel de Estados Unidos” (The Daily Beast, 27/1/11).
Cuando se ha impuesto “la era post Mubarak” gracias a la envergadura de la protesta, mantenemos los cuatro escenarios que formulamos (ver Bajo la Lupa, 30/1/11).
Si inhalamos correctamente el aroma tunecino de la “revolución del jazmín” de rostro anónimo que se ha expandido a los cuatro rincones del mundo árabe, al unísono de los alcances libertarios de “la revuelta de las pirámides”, la sociedad civil egipcia –totalmente desmantelada por la gerontocracia militarista policiaca que evisceró la incipiente infraestructura política nacional– no aceptará menos que la defenestración del octogenario autócrata, hoy tristemente abandonado por Estados Unidos, y la simultánea instalación redentora de un gobierno de transición con el “puente militar” de los sectores no mancillados del ejército, la columna vertebral del país desde hace 59 años, cuando fue derrocada la monarquía apuntalada por GB.
La acéfala “revuelta de las pirámides” corre prisa. ¿Podrá esperar todavía otros eternos ocho meses la programada elección presidencial?
En la “era post Mubarak” se perfila un puente creativo de transición entre los militares ilustrados, como el general Sami Annan (quien goza la asombrosa bendición simultánea tanto del ejército de Estados Unidos como de los “hermanos musulmanes”, imprescindibles en la nueva ecuación democrática) y la sociedad civil encabezada por Muhamed El-Baradei y/o Amer Musa.
El grave problema de Egipto radica en que el tiempo de los regímenes militares, hoy anacrónicos (sean “suaves” o “duros”), y con una duración de 59 años, ya pasó.
Urge “civilizar” a los militares en sus gobiernos del presente y del futuro: es decir, en su sentido etimológico primigenio, ceder el poder cupular a los “civiles”.

LA SUERTE DE MUBARAK ESTÁ ECHADA

FIDEL CASTRO RUZ
La Jornada, 2 de febrero de 2011

La suerte de Mubarak está echada, y ya ni el apoyo de Estados Unidos podrá salvar su gobierno. En Egipto vive un pueblo inteligente, de gloriosa historia, que dejó su huella en la civilización humana. Desde lo alto de estas pirámides 40 siglos os contemplan”, cuentan que exclamó Bonaparte en un momento de exaltación cuando la revolución de los enciclopedistas lo llevó a ese extraordinario cruce de civilizaciones.
Al finalizar la segunda Guerra Mundial, Egipto estaba bajo la brillante dirección de Abdel Nasser, quien junto a Jawaharlal Nehru, heredero de Mahatma Gandhi; Kwame Nkrumah, Ahmed Sékou Touré, líderes africanos que junto a Sukarno, presidente de la entonces recién liberada Indonesia, crearon el Movimiento de Países No Alineados e impulsaron la lucha por la independencia de las antiguas colonias. Los pueblos del sudeste asiático y el norte de África, como Egipto, Argelia, Siria, Líbano, Palestina, el Sahara Occidental, el Congo, Angola, Mozambique y otros, enfrascados en la lucha contra el colonialismo francés, inglés, belga y portugués con el respaldo de Estados Unidos, luchaban por la independencia con el apoyo de la URSS y de China.
A ese movimiento en marcha, se sumó Cuba tras el triunfo de nuestra Revolución.
En 1956 Gran Bretaña, Francia e Israel, atacaron por sorpresa a Egipto que había nacionalizado el Canal de Suez. La audaz y solidaria acción de la URSS, que incluso amenazó con el empleo de su cohetería estratégica, paralizó a los agresores.
La muerte de Abdel Nasser, el 28 de septiembre de 1970, significó un golpe irreparable para Egipto.
Estados Unidos no cesó de conspirar contra el mundo árabe, que concentra las mayores reservas petroleras del planeta.
No es necesario argumentar mucho, basta leer los despachos informativos de lo que inevitablemente está ocurriendo.
Veamos las noticias:

28 de enero:

“(DPA) - Más de 100 000 egipcios salieron hoy a las calles para protestar contra el gobierno del presidente Hosni Mubarak, pese a la prohibición de manifestaciones emitida por las autoridades…”
“Los manifestantes incendiaron oficinas del Partido Democrático Nacional (PDN) de Mubarak y puestos de vigilancia policial, mientras en el centro de El Cairo lanzaron piedras a la policía cuando ésta intentó dispersarlos con gases lacrimógenos y balas de goma.
“El presidente estadounidense, Barack Obama, se reunió hoy con una comisión de especialistas para asesorarse sobre la situación, al tiempo que el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, advirtió que Estados Unidos reevaluaría las multimillonarias ayudas que otorga a Egipto según la evolución de los acontecimientos.
“Las Naciones Unidas también emitieron un fuerte mensaje desde Davos, donde se encontraba este viernes el secretario general Ban Ki- moon.
“Fuerzas egipcias, respaldadas por vehículos blindados, se desplegaron el viernes en El Cairo y otras grandes ciudades del país para terminar con las enormes protestas populares que exigen la renuncia del presidente Hosni Mubarak.
“Fuentes médicas señalaron que hasta el momento 410 personas resultaron heridas en las protestas, mientras que la televisión estatal anunció un toque de queda para todas las ciudades.
“Los eventos representan un dilema para Estados Unidos, que ha expresado su deseo de que la democracia se extienda por toda la región. Mubarak, sin embargo, ha sido un aliado cercano a Washington por varios años y el destinatario de mucha ayuda militar.”
En medio del desastre político que estaba golpeando al mundo árabe, líderes reunidos en Suiza meditaron sobre las causas que daban lugar al fenómeno que incluso calificaron como suicidio colectivo.
“Davos (Suiza), (EFE).- El actual modelo de crecimiento económico, basado en el consumo y sin tener en cuenta las consecuencias medioambientales, ya no puede mantenerse por más tiempo pues va en ello la supervivencia del planeta, advirtieron hoy varios líderes políticos en Davos.
“‘El modelo actual es un suicidio colectivo. Necesitamos una revolución en el pensamiento y en la acción’, advirtió Ban. ‘Los recursos naturales son cada vez más escasos’, agregó, en un debate acerca de cómo redefinir un crecimiento sostenible en el marco del Foro Económico Mundial.
“‘El cambio climático nos muestra que el modelo antiguo es más que obsoleto’, insistió el responsable de la ONU.
“El secretario general agregó que, además de recursos básicos para la supervivencia como el agua y los alimentos, ’se está agotando otro recurso, que es el tiempo, para hacer frente al cambio climático’.”

29 de enero:

“Washington (AP).- El presidente Barack Obama intentó lo imposible ante la crisis egipcia: cautivar a la población furiosa con un régimen autoritario de tres décadas y, al mismo tiempo, asegurar a un aliado clave que Estados Unidos lo respalda.
“El discurso de cuatro minutos del presidente, la noche del viernes, representó un cauto intento de mantener un equilibrio difícil: Obama sólo podía salir perdiendo si elegía entre los manifestantes que exigen la salida del presidente Hosni Mubarak y el régimen que se aferra con violencia a su posición de poder.
“Obama [...] no pidió un cambio de régimen. Tampoco dijo que el anuncio de Mubarak fuera insuficiente.
“Obama dijo las frases más fuertes del día en Washington, pero no se separó del guión que usaron su secretaria de Estado Hillary Clinton y el vocero de la Casa Blanca Robert Gibbs.
“‘Los Estados Unidos deberían usar toda su influencia incluyendo los más de mil millones de dólares en ayuda que suministra cada año al ejercito egipcio- para asegurar el último resultado (la cesión del poder por parte de Mubarak)’, indico el diario en su editorial.
“…Obama en su mensaje pronunciado de la noche del viernes dijo que continuaría trabajando con el presidente Mubarak y lamento que no mencionara unas eventuales elecciones.
“El diario calificó de ‘no realistas’ las posiciones de Obama y las del vicepresidente, Joe Biden, quien declaro a una radioemisora que no llamaría dictador al presidente egipcio y que no pensaba que debería renunciar.
“Mubarak que no puede actuar como si nada hubiese sucedido. Fox News dice que a Obama le quedan dos malas opciones respecto a Egipto.
“…advirtió al gobierno de El Cairo que no puede volver a ‘mezclar las cartas’ y actuar como si nada hubiese sucedido en el país.
“La Casa Blanca y el Departamento de Estado están siguiendo muy de cerca la situación en Egipto, uno de los principales aliados de Washington en el mundo, y recipiente de unos 1.500 millones de dólares anuales en ayudas civiles y militares.
“Los medios de información estadounidenses están dando una amplísima cobertura a los disturbios en Egipto, y vienen señalando que la situación puede resultar, de cualquier forma que se resuelva, en un dolor de cabeza para Washington.
“Si Mubarak cae, estimó Fox, Estados Unidos, y su otro principal aliado en Medio Oriente, Israel, podrían tener que afrontar un gobierno de los Hermanos Musulmanes en El Cairo, y un giro anti-occidental del país del Norte de África.
“‘Estuvimos apostando al caballo equivocado durante 50 años’, dijo a la Fox un ex agente de la CIA, Michael Scheuer. ‘Pensar que el pueblo egipcio va a olvidar que nosotros apoyamos dictadores durante medio siglo es un sueño’, completó.
“Nicolás Sarkozy, Angela Merkel y David Cameron pidieron por su parte al presidente ‘iniciar un proceso de cambio’ frente a las ‘reivindicaciones legítimas’ de su pueblo y a ‘evitar a toda costa el uso de la violencia contra los civiles’, el sábado en una declaración conjunta.
“También Irán llamó a las autoridades egipcias a atender las reivindicaciones de la calle.
“El rey Abdalá de Arabia Saudita consideró en cambio que las protestas representan ‘ataques contra la seguridad y la estabilidad’ de Egipto, llevados a cabo por ‘infiltrados’ en nombre de la ‘libertad de expresión’.
“El monarca llamó por teléfono a Mubarak para expresarle su solidaridad, informó la agencia oficial saudita SPA.

31 de enero:

“(EFE) Netanyahu teme que caos en Egipto propicie acceso de los islamistas al poder.
“El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, expresó hoy su temor de que la situación en Egipto propicie el acceso de los islamistas al poder, inquietud que dijo compartir con dirigentes con los que ha hablado en los últimos días.
“…el primer ministro declinó referirse a informaciones divulgadas por medios locales que apuntan a que Israel ha autorizado hoy a Egipto el despliegue de tropas en la Península del Sinaí por primera vez en tres décadas, lo que se considera una violación del acuerdo de paz de 1979 entre las dos naciones.
“Por su parte y ante las críticas a las potencias occidentales como EEUU o Alemania que han mantenido estrechos lazos con regímenes totalitarios árabes, la canciller alemana afirmó: ‘No hemos abandonado a Egipto’.
“El proceso de paz entre israelíes y palestinos se encuentra paralizado desde el pasado mes de septiembre, principalmente por la negativa israelí a frenar la construcción en los asentamientos judíos en el territorio ocupado palestino.”
“Jerusalén, (EFE).- Israel se inclina por el mantenimiento en el poder del presidente egipcio, Hosni Mubarak, a quien el jefe de Estado israelí, Simón Peres, respaldó hoy al entender que ‘una oligarquía fanática religiosa no es mejor que la falta de democracia’.
“Las declaraciones del jefe del Estado coinciden con la difusión por los medios locales de presiones de Israel a sus socios occidentales para que bajen el tono de sus críticas al régimen de Mubarak, que el pueblo egipcio y la oposición tratan de derrocar.
“Fuentes oficiales no identificadas citadas por el periódico ‘Haaretz’ indicaron que el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí envió el sábado un comunicado a sus embajadas en EEUU, Canadá, China, Rusia y varios países europeos para pedir a los embajadores que hagan hincapié ante las autoridades locales respectivas de la importancia que para Israel tiene la estabilidad en Egipto.
“Los analistas israelíes señalan que la caída de Mubarak podría poner en peligro los Acuerdos de Camp David que Egipto firmó con Israel en 1978 y la posterior suscripción del Tratado de paz bilateral en 1979, sobre todo si tuviese como consecuencia el ascenso al poder de los islamistas Hermanos Musulmanes, que gozan de amplio apoyo social.
“Israel ve a Mubarak como el garante de la paz en su frontera sur, además de un apoyo clave para mantener el bloqueo a la franja de Gaza y el aislar al movimiento islamista palestino Hamás.
“Uno de los mayores temores de Israel es que las revueltas egipcias, que siguen la estela de las tunecinas, alcancen también a Jordania, debilitando el régimen del rey Abdalá II, cuyo país junto con Egipto son los únicos árabes que reconocen a Israel.
“La reciente designación del general Omar Suleiman como vicepresidente egipcio y, por tanto, posible sucesor presidencial, ha sido bienvenida en Israel, que ha mantenido con el general cercanas relaciones de cooperación en materia de Defensa.
“Pero el rumbo que siguen las protestas egipcias no permite dar por hecho que la continuidad del régimen esté garantizada ni tampoco que Israel pueda seguir teniendo en el futuro en El Cairo a su principal aliado regional.”

Como puede observarse, el mundo se enfrenta simultáneamente y por primera vez a tres problemas:
Crisis climáticas, crisis alimenticias y crisis políticas.
A ellas, pueden añadirse otros graves peligros.
Los riesgos de guerra cada vez más destructivos están muy presentes.
¿Dispondrán los líderes políticos de suficiente serenidad y ecuanimidad para hacerles frente?
De ello dependerá el destino de nuestra especie.

Febrero 1º de 2011
7 y 15 p.m.

MUBARAK DESCARTA RELEGIRSE; “¡VETE YA!”, LE EXIGEN CIENTOS DE MILES

Defendí este país y quiero morir aquí; la historia me juzgará, dice el gobernante
Debe dejar pronto el poder para evitar derramamiento de sangre: El Baradei
AFP, DPA, REUTERS
Periódico La Jornada
Miércoles 2 de febrero de 2011, p. 2

El Cairo, 1º de febrero. “¡Vete! ¡vete! ¡vete ya!”, gritaron medio millón de voces que estremecieron la plaza cariota de Tahrir al anuncio hecho este martes en la noche por el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, de que no se presentará a las próximas elecciones –que pidió al Parlamento que adelante–, y en el que aseguró que morirá en el país, “al que defendí”.
“Lo digo con sinceridad y sin tener en cuenta la situación actual: no pensaba presentarme a un nuevo mandato presidencial”, afirmó Mubarak al culminar una histórica jornada en la que cientos de miles se manifestaron en toda la nación, desde El Cairo, Alejandría y Luxor, para exigir la renuncia del general retirado, quien lleva 30 años en el poder:
“Ahora estoy absolutamente decidido a culminar mi trabajo para la nación de un modo que asegure la entrega de su custodia, preservando su legitimidad y respetando la Constitución”, agregó el mandatario en su alocución televisada, que sólo duró unos minutos.
“En los meses restantes de mi mandato voy a trabajar para tomar las medidas y asegurar la transferencia pacífica de poder”, enfatizó el octagenario, quien va en su quinto mandato presidencial; no precisó hasta cuándo termina su periodo actual.
Mubarak apeló al Parlamento para que “debata las enmiendas a los artículos 76 y 77 de la Constitución, que cambiarían las condiciones de las candidaturas a la presidencia y limitarían el mandato” . El actual esquema prácticamente cierra la puerta a abanderados independientes y permite que el mandato presidencial, que dura seis años, sea ilimitado; los próximos comicios están previstos para septiembre.
Durante su discurso, Mubarak instruyó a la policía a “cumplir su papel protegiendo a los ciudadanos con corrección; respetando sus derechos, libertades y dignidad. Pido a las autoridades de control y a las fuerzas de seguridad tomar cuanto antes las medidas necesarias para detener a los que están fuera de la ley y que han causado desórdenes y actos de sabotaje en los últimos días”, dijo, y acusó a los opositores de estar detrás de los saqueos y desórdenes en la última semana.
Remató su discurso diciendo: “He vivido en este país, defendí este país y quiero morir en esta tierra. La historia me juzgará”.
Horas antes del discurso del gobernante, el premio Nobel de la Paz 2005 y opositor al gobierno, Mohamed El Baradei, instó a Mubarak a abandonar el poder “a más tardar el viernes, para evitar un derramamiento de sangre”, y a que salga del país, en una entrevista concedida a la cadena Al Arabiya, en la que abogó por un diálogo nacional para discutir sobre el futuro de Egipto sin Mubarak y para que pueda haber un diálogo entre gobierno y oposición.
El anuncio del gobernante ocurrió después de que el diario The New York Times reveló que el presidente estadunidense, Barack Obama, hasta ahora uno de los mayores aliados de Mubarak, pidió que renunciara a presentarse en las elecciones presidenciales de septiembre.
Según analistas, el llamado a la nación de 80 millones de habitantes pretendió llegar a los jóvenes disidentes urbanos y a un pueblo temeroso por el cambio y el caos.
Luego del mensaje de Mubarak, los 500 mil opositores congregados en la céntrica plaza Tahrir gritaron: ¡Vete ya! ¡Vete ya! Algunos manifestantes entonaron canciones de la legendaria cantante egipcia Umm Kalzum, agarrados de la mano.
Otros hicieron hogueras para enfrentar la fría noche de la capital egipcia, mientras gritaban: “Mubarak se va, nosotros nos quedamos”, mientras agitaban un zapato contra la imagen del gobernante, una señal de profundo desprecio y humillación en el mundo islámico.
“Mubarak no dijo nada nuevo”, afirmó Mohammed Nasr, un empresario de 31 años. Por su parte, Shedi Hossam, un estudiante de ingeniería de 22 años, se mostró conforme y aliviado. “Fueron las palabras que esperaba. Nunca quise a Mubarak, pero ahora dejó claro que no permanecerá en el poder”.
En Alejandría, la segunda ciudad más importante del país, partidarios de Mubarak y lo que la oposición señaló como agentes secretos, se enfrentaron con palos y navajas a los manifestantes contrarios al gobierno. Las fuerzas de seguridad tuvieron que intervenir y hubo disparos, pero hasta el cierre de esta edición no se habían reportado víctimas.
Según testigos, alrededor de 150 activistas progubernamentales y agentes secretos del régimen atacaron a detractores del mandatario al grito de “¡Te queremos Hosni!”, informó la televisora qatarí Al Jazeera.
El ejército intervino para bajar la tensión y evitar mayores consecuencias.
Los disparos que se produjeron durante la refriega fueron tiros al aire por los militares con el propósito de controlar la situación, agregó Al Jazeera.
Egipto, el más poblado de los países árabes, es un enclave de Occidente, administra el Canal de Suez, esencial para el aprovisionamiento petrolero de las naciones industrializadas y es el primero con población árabe que firmó un tratado de paz con Israel, en 1979.



ISRAEL RECURRE A LA COMUNIDAD INTERNACIONAL PARA DEMANDAR QUE SE RESPETE EL ACUERDO DE PAZ DE 1979

AFP Y DPA
Periódico La Jornada
Miércoles 2 de febrero de 2011, p. 2

Israel llamó ayer a la comunidad internacional a “exigir” a cualquier eventual nuevo gobierno egipcio que respete el tratado de paz de 1979 con el Estado hebrero, en lo que pareció ser una escaramuza verbal con Irán, que afirmó que la rebelión en Egipto va a ayudar a crear un “Medio Oriente islámico para todos los que buscan libertad, justicia e independencia”.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, expresó sus temores de que la actual agitación política haga que Egipto termine adoptando un régimen islámico radical similar al de Irán, luego de recibir a la canciller alemana, Angela Merkel. Pero Merkel le dijo que las protestas en Egipto y otros países árabes hacen más urgente que nunca una solución entre israelíes y palestinos.
Más aún, Israel mostró inquietud ante el temor de que Egipto le corte el abastecimiento de gas natural.
En contraste, el canciller iraní Ali Akbar Salehi elogió al “gran pueblo revolucionario de Egipto que está haciendo historia”. Tras rendir homenaje a unos 125 muertos en las multitudinarias manifestaciones en la nación norafricana, subrayó su apoyo “a quienes buscan la libertad en el mundo” y criticó la “injerencia” estadunidense.

UN EGIPTO PLURAL MARCHA UNIDO CON UN SOLO OBJETIVO

Ayer, la mayor demostración política en la historia del país; llegaron cientos de miles
ROBERT FISK
The Independent
Periódico La Jornada
Miércoles 2 de febrero de 2011, p. 4

El Cairo, 1º de febrero. Fue un desfile de la victoria, sin la victoria. Llegaron por cientos de miles, jubilosos, cantando, orando, una gran masa compacta de egipcios, barrio por barrio, aldea por aldea, esperando con paciencia para pasar por los retenes de “seguridad del pueblo”, cubiertos con la bandera roja, blanca y negra de la nación, con el águila dorada del escudo refulgiendo al sol. ¿Serían un millón? Tal vez. En todo el país, sin duda lo eran. Todos estuvimos de acuerdo en que fue la mayor demostración política en la historia de Egipto, el último esfuerzo por librar al país de su mal amado dictador. La única falla fue que hasta esta noche –y nadie sabe qué vayan a traer las próximas horas–, Hosni Mubarak seguía llamándose “presidente” de Egipto.
De hecho, se esperaba que más tarde nos dijera que se sostendrá hasta la próxima elección, promesa que no será aceptada por el pueblo que él tanto dice amar. En un principio se anunció al pueblo que ésta sería la “marcha del millón” hacia el palacio de Kuba, residencia oficial del Ejecutivo, o hacia la casa particular del dictador en Heliópolis. Pero era tan grande la multitud que los organizadores, unos 24 grupos de oposición, concluyeron que el peligro de ataques de la policía estatal de seguridad era demasiado grande. Más tarde afirmaron haber descubierto un camión lleno de hombres armados cerca de la plaza Tahrir. Todo lo que encontré fueron 30 partidarios de Mubarak que proclamaban su amor a Egipto fuera de la sede de la radio estatal, resguardada por más de 40 soldados.
Los gritos de odio a Mubarak se han vuelto familiares; los carteles son cada vez más interesantes. “Ni Mubarak ni Suleiman”. “No te necesitamos, Obama, pero no nos desagrada EU”, proclamaba uno con generosidad. “Fuera todos, incluso tus esclavos”, exigía otro. Encontré un ruinoso patio tapizado con rectángulos de tela blanca, en el que escribas políticos pintaban con espray los lemas que se desearan por el equivalente a un dólar la pieza.
Las casas de té detrás de la estatua de Talab Harb estaban atestadas de parroquianos que discutían el nuevo estado político del país con la pasión de una de las pinturas orientalistas de Delacroix. Se puede tomar este bebistrajo todo el día mientras se hace la revolución. ¿O es un levantamiento? ¿Una “explosión”, como me la describió un periodista egipcio?
Varios elementos destacaron en este acontecimiento político sin precedente. El primero fue el secularismo que lo caracterizó. Mujeres ataviadas con chadores, niqabs y pañoletas marchaban felices al lado de muchachas que dejaban flotar su larga melena sobre los hombros; estudiantes al lado de imanes y hombres con barbas que hubieran puesto celoso a Bin Laden. Los pobres con sandalias rotas y los ricos en trajes de calle, compactados en esta masa vociferante, una amalgama del verdadero Egipto hasta hoy dividido por clases sociales y por una envidia alentada por el régimen. Habían hecho lo imposible –o eso creían– y, en cierta forma, ya habían ganado su revolución social.
También fue notoria la ausencia del “islamismo” que asalta los rincones más oscuros de Occidente, estimulado –como siempre– por Estados Unidos e Israel. Cada vez que mi teléfono vibraba, era la misma vieja historia. Cada locutor de radio, cada anunciador, cada redacción de noticias quería saber si la Hermandad Musulmana estaba detrás de esta demostración épica. ¿La Hermandad se hará con el poder en Egipto? Dije la verdad: son pamplinas. Cuando mucho ganarían 20 por ciento en una elección, 145 mil miembros en una población de 80 millones.
Un grupo de egipcios que saben inglés me acorraló durante una de esas imperecederas entrevistas y estalló en carcajadas tan sonoras que tuve que poner fin a la transmisión. De nada sirvió, desde luego, que les explicara que el afable y humano ministro israelí del exterior, Avigdor Lieberman –quien alguna vez dijo que “Mubarak puede irse al infierno”–, tal vez se saldría al fin con la suya, al menos políticamente. La gente estaba abrumada, mareada con la velocidad de los acontecimientos.
También yo. Heme allí de nuevo en la intersección detrás del Museo de Egipto, donde apenas hace cinco días –parecen cinco meses– me ahogaba con el gas lacrimógeno mientras los esbirros de Mubarak, los baltigi, drogadictos y ex convictos, se escurrían a través de las líneas de la policía estatal de seguridad para tundir, apalear y aplastar la cabeza y el rostro de los manifestantes desarmados, que a la larga lograron echarlos de la plaza Tahrir y unirse al levantamiento. Ese día no escuchamos ninguna frase de apoyo a esos valientes hombres y mujeres. Tampoco este martes.
Resulta asombroso que hubiese pocas muestras de hostilidad hacia Estados Unidos, aunque dadas las payasadas verbales de Barack Obama y Hillary Clinton en los ocho días pasados bien hubiera podido haberlas. Uno siente casi lástima por Obama. Si hubiese convocado a la democracia que predicó aquí en El Cairo seis meses después de asumir el cargo; si hace unos días hubiese demandado la partida de este dictador de tercera categoría, las multitudes llevarían hoy banderas estadunidenses junto a las egipcias, y Washington habría logrado lo imposible: transformar el conocido odio hacia Estados Unidos (Afganistán, Irak, la “guerra al terror”, etc.) en una relación más benigna, como la que su país disfrutó en las décadas de 1920 y 1930 y, de hecho, pese a su apoyo a la creación de Israel, como la calidez que existía entre árabes y estadunidenses hasta bien entrada la década de 1960.
Pero no. Todo esto se desperdició en apenas siete días de debilidad y cobardía de Washington, que contrastó tanto con el valor de los millones de egipcios que intentaban hacer lo que los occidentales siempre les hemos exigido: convertir sus dictaduras del desierto en democracias. Ellos apoyaron la democracia; nosotros apoyamos la “estabilidad”, la “moderación”, la “contención”, el liderazgo “firme” (Saddam Hussein light), la “reforma” suave y a los musulmanes obedientes.
Esta falta de liderazgo moral de Occidente –bajo el falso temor de la “islamización”– puede resultar una de las más grandes tragedias del moderno Medio Oriente. Egipto no es contrario a Occidente. Ni siquiera es particularmente antisraelí, aunque eso podría cambiar. Pero una de las desgracias de la historia podría referirse a un presidente estadunidense que tendió la mano al mundo islámico y luego apretó el puño cuando éste combatió a una dictadura y exigió democracia.
Esta tragedia podría continuar en los próximos días si Estados Unidos y Europa dan su apoyo al sucesor designado por Mubarak, el jefe de espías Omar Suleiman, vicepresidente y negociador con Israel. Suleiman ha convocado, como todos sabíamos que lo haría, al diálogo con “todas las facciones”; hasta se las ingenió para sonar un poco como Obama. Pero todos en Egipto saben que su gobierno será otra junta militar, en la que se volverá a invitar al pueblo a confiar para garantizar las elecciones libres y justas que Mubarak nunca le dio. ¿Es posible –concebible– que el egipcio preferido de Israel dé a estos millones la libertad y democracia que demandan?
¿O que el ejército, que con tanta lealtad los protegió este martes, otorgue el mismo apoyo acrítico a esa democracia cuando reciba mil 300 millones de dólares de Washington al año? Esta máquina militar, que no ha participado en una guerra durante casi 38 años, está mal adiestrada y armada en exceso, con equipo en su mayor parte obsoleto –aunque este día desplegó sus nuevos tanques M1A1–, y profundamente incrustada en el consorcio de grandes negocios, hoteles y complejos de vivienda con los que el régimen de Mubarak ha recompensado a sus generales consentidos.
Y ¿qué hacían los estadunidenses este martes? Rumor: diplomáticos de Washington venían en camino a Egipto para negociar entre un futuro presidente Suleiman y los grupos de oposición. Rumor: llegarán más marines al país para defender la embajada estadunidense. Hecho: una mayor evacuación de familias estadunidenses desde el hotel Marriott de El Cairo, escoltadas por soldados y policías egipcios, que se dirigen al aeropuerto para huir de un pueblo que con tanta facilidad podría ser su amigo.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya

LA TRANSICIÓN ORDENADA DEBE COMENZAR “AHORA”: OBAMA

DPA Y AFP
Periódico La Jornada
Miércoles 2 de febrero de 2011, p. 5

Washington, 1° de febrero. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, afirmó hoy que la “transición ordenada” en Egipto debe comenzar “ahora”, poco después de que su homólogo egipcio, Hosni Mubarak, anunciara su decisión de no volver a presentarse a la presidencia al término de su mandato, en septiembre próximo.
“Una transición ordenada debe ser significativa, debe ser pacífica y debe empezar ahora”, manifestó Obama en declaraciones públicas. Reveló que así lo hizo saber a Mubarak en una conversación telefónica –de más de 30 minutos– que sostuvieron tras el discurso en cadena nacional del mandatario egipcio en El Cairo.
Sin embargo, Obama evitó explicar si su demanda de que la “transición” comience de inmediato implica que Washington quiere que Hosni Mubarak finalice su mandato o dimita antes de septiembre.
El mandatario estadunidense se limitó a indicar que el proceso en Egipto, donde Mubarak ha sido aliado clave en Medio Oriente, “debe incluir un amplio espectro de voces egipcias y de partidos de la oposición” que lleve a unas elecciones “libres y justas”, que den como resultado un gobierno que “responda a las aspiraciones del pueblo egipcio”.
Según Obama, en su conversación el presidente egipcio “reconoció que el status quo no es sostenible y que debe producirse un cambio”. De hecho, The New York Times señaló que, previamente, el presidente había “aconsejado” a Hosni Mubarak que no se presentara a una nueva relección.
“A lo largo de miles de años Egipto ha conocido muchos momentos de transformación, las voces del pueblo egipcio nos dicen que éste es uno de esos momentos”, continuó Obama, para quien el mundo “está siendo testigo de un nuevo capítulo en la historia de un gran país y un socio de largo tiempo de Estados Unidos”.
Aseveró que Washington está dispuesto a “tender la mano” a Egipto en estos momentos, y subrayó que seguirá defendiendo los “valores universales” en materia de libertad de expresión, asamblea e información de los egipcios. Se dirigió “particularmente a los jóvenes” del país, a quienes aseguró que Estados Unidos y el mundo “escuchan sus voces”.
Por último, Obama expresó que los egipcios determinarán su destino y elogió el papel del ejército de aquel país, el cual ya había anunciado su decisión de no disparar contra las decenas de miles de manifestantes que reclaman la salida de Mubarak. Instó a los mandos castrenses a “continuar sus esfuerzos para garantizar que estos tiempos de cambio sean pacíficos”.
La embajadora estadunidense en El Cairo, Margaret Scobey, se comunicó con el premio Nobel de la Paz y líder opositor Mohamed El Baradei para expresar apoyo a una transición democrática pacífica. También el secretario de Defensa, Robert Gates, habló con su contraparte egipcia, mariscal Hussein Tantawi, como “parte del esfuerzo en curso para mantenerse mutuamente al día de los sucesos”.
Gran Bretaña hizo un llamado en favor de que un “gobierno representativo de amplia base” sea instalado en Egipto, y calificó de “decepcionante” la restructuración del régimen de Mubarak. A su vez, Francia pidió cese al “baño de sangre” en Egipto, donde habrían muerto unas 300 personas desde el inicio de las protestas, el 25 de enero, según un reporte de la Organización de Naciones Unidas.
“Estamos todos con ustedes”, afirmó la opositora de Myanmar (antes Birmania) y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi en torno de las movilizaciones. En su turno, la canciller española Trinidad Jiménez declaró que el ejército egipcio “se la juega” frente a las manifestaciones, y confió en que no habrá una reacción violenta de las fuerzas policiacas o militares.

Una complicidad amenazada
EL FINAL DE LA DICTADURA EGIPCIA ATEMORIZA A ISRAEL

Mónica G. Prieto
Periodismo Humano
03-02-2011

Durante más de 20 años, Israel no tuvo que preocuparse de sus vecinos del sur. Tras los Acuerdos de Camp David de 1978, por los que Tel Aviv firmó la paz con El Cairo, los egipcios se convirtieron en su mejor aliado regional, un país que, en lugar de amenazarles, les ayudaba a afrontar a grupos armados como Hamas o Hizbulá con un ímpetu impensable en cualquier otro país árabe.

No sólo compartían Inteligencia o accedían a permitir que barcos israelíes patrullaran el canaz de Suez: sellaron la franja de Gaza del lado egipcio, siguiendo las instrucciones del Estado hebreo y condenando así a la población de Gaza a la miseria, boicoteando cualquier intento de reconstrucción. Incluso instalaron un muro subterránero de acero para intentar impedir -sin éxito- que los palestinos se abastecieran mediante el contrabando de los túneles.

Hosni Mubarak y su actual vicepresidente, el jefe de espías Omar Suleiman, se convirtieron en el mejor socio que podían imaginar. De ahí el pánico escénico que embarga hoy a los israelíes mientras asisten a las últimas horas de su único aliado regional junto a Jordania.

Para Israel, Egipto es el mayor socio estratégico después de Estados Unidos. Han podido contar con Mubarak para aislar a Hamas, el movimiento islámico en el poder en la franja de Gaza, boioteado por la comunidad internacional y abandonado por los árabes tras ganar las elecciones de 2006; también para arrestar a los militantes de Hizbulá que trataban de actuar desde territorio egipcio. Ha sido el mejor aliado en la particular batalla israelí contra Siria e Irán: El Cairo se disputa con Riad el liderazgo suní regional, y como tal está enfrentado con los chiíes en el poder de aquellos dos países. Y durante décadas se ha empleado a fondo en liquidar a los islamistas que atentaban contra turistas, que mataron al anterior presidente, Anuar al Sadat, precisamente por firmar la paz con Israel y que rechazan sobre todas las cosas al Estado hebreo.

Egipto se había consagrado como un baluarte imprescindible en medio de un entorno hostil. De ahí que Israel tenga mucho por perder en esta primavera árabe que tanto entusiasma a medio mundo. “De pronto, Israel se ve en la posición más peligrosa que ha tenido desde 1948 [fecha de la creación de su Estado]”, explica a Periodismo Humano Nicholas Noe, director del servicio de traducciones árabes Mideastwire y autor del libro La voz de Hizbulá. “A su alrededor están floreciendo una serie de actores no oficiales, de movimientos y de situaciones opuestas a la política de Israel e incluso a su mera existencia. La consecuencia de lo que ocurre en Egipto es que Israel será menos segura y menos estable”.

Para minimizar este riesgo, el pasado fin de semana Tel Aviv movió cartas rápidamente aunque de forma desesperada. Según el diario Haaretz, el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí pidió el pasado sábado a sus embajadores en EEUU, Canadá, China, Rusia y varios países europeos que presionen a las autoridades de sus respectivos países resaltando la importancia que tiene para Israel mantener al régimen autocrático de Mubarak aunque pese a sus 80 millones de habitantes. El problema es que la población egipcia no actúa en coordinación con Occidente: más bien actúa contra, y a pesar, de las políticas de Occidente, que han protegido a dictadores como Mubarak pese a las violaciones flagrantes de los Derechos Humanos en los que sus sistemas incurren sólo para mantener sus intereses.

“No es sólo Egipto. En Jordania, los Hermanos Musulmanes y los palestinos van a ganar de esta situación incluso si no hay cambios significativos. Siria permanece estable, y en el Líbano se está formando un Gobierno afin a Hizbulá. De pronto, Israel está rodeado de agentes hostiles. Cuánto ha cambiado desde la Conferencia de Madrid, cuando la mayoría de los árabes era favorable a pactar con Israel: 20 años después, la lógica ha cambiado drásticamente”.

El primer ministro, Benjamin Netanyahu, afirma seguir los acontecimientos en el país de los faraones con “vigilancia y preocupación”. El presidente Shimon Peres va más allá, admitiendo que “siempre he tenido y tengo un gran respeto por el presidente Mubarak” y afirmando que “una oligarquía fanática religiosa no es mejor que la falta de democracia“. Con sus palabras insinúa que la revolución egipcia tiene como último objetivo instaurar un régimen islámico al estilo iraní -una amenaza tan escuchada estos días- pero la realidad es que los Hermanos Musulmanes, suníes, sólo se han sumado a las manifestaciones a título privado, y que han delegado en Mohamad ElBaradei, Premio Nobel de la Paz 2005, poco sospechoso de islamista radical, toda negociación con el régimen. Todo hace indicar que El Baradei será el hombre que liderará la transición egipcia.

Los Hermanos Musulmanes, de gran peso en la clase baja egipcia, emitieron ayer un comunicado para aclarar su postura al respecto. “Esta revolución no tiene nada en común con Irán. Egipto nunca será como Irán. Respetamos todos los acuerdos de paz firmados con todos los países del mundo”, han dicho, en referencia a los acuerdos de paz con Israel. Egipto, junto con Jordania, son los dos únicos países árabes que tienen relaciones con el Estado hebreo una vez que Mauritania anuló sus acuerdos diplomáticos a raíz de la ofensiva de 2008 contra Gaza. “Esta revolución es de los egipcios, de toda edad y condición, no de los Hermanos Musulmanes. Nuestros miembros se han sumado como individuales”, recuerdan desde la organización islamista egipcia.

“La experiencia en revoluciones dice que nunca sabes qué va a salir de ellas”, opina Alastair Crooke, director del think tank libanés Foro para la Resolución de Conflictos, encargado de acercar puntos de vista entre Occidente y Oriente. “La de Egipto no tiene por qué ser la revolución iraní”, añade. “Pero sin duda hace que Israel se sienta aislado. Es un cambio sin precedentes que hará que ya no se sientan seguros porque el entorno de gobiernos afines y pro-occidentales está cambiando”.

Crooke, mediador en los conflictos de Irlanda del Norte, Sudáfrica, Colombia o el de Oriente Próximo (1997-2003) y autor del libro Resistencia: La esencia de la revolución islamista, considera que los bombadeos israelíes contra Gaza de 2008 son un factor decisivo a la hora de entender el malestar de la calle egipcia. Mubarak no sólo no condenó la matanza de palestinos, sino que cerró su frontera con la franja durante toda la ofensiva, dejando pasar con cuentagotas incluso a los sanitarios e impidiendo que la población civil escapara de las bombas. “Los egipcios nunca aceptaron esa política. Aquellas imágenes afectaron a todos los egipcios salvo a Mubarak. Eso es algo que tendrá que cambiar tanto si permanece el régimen de Mubarak como si cambia: el nuevo Gobierno tendrá que ocuparse de resolver el impacto de la Operación Plomo Sólido en la población”.

Es una realidad que el pueblo egipcio no simpatiza con Israel, con quien ha librado cuatro guerras desde la creación del Estado hebreo: en 1948, 1956, 1967 y 1973. No hay más que transitar por los resorts turísticos del Sinaí egipcio: en algunos de ellos los turistas israelíes no son admitidos. A ello se suma que el más que probable líder de transición, Mohamed ElBaradei, es percibido con mucho recelo en Tel Aviv dado que, desde su cargo al frente de la Organización Internacional para la Energía Atómica, denunció con especial ahinco el doble rasero internacional que llevaba a hostigar a Irán por sus pretensiones nucleares y, al mismo tiempo, ni siquiera solicitaba a Israel que su programa atómico fuera supervisado por los inspectores de su organización. También fue contrario a la invasión de Irak.

Egipto comparte con Israel 250 kilómetros de frontera en pleno desierto, que los agentes de Mubarak han sellado para impedir que la inmigración africana afecte a su vecino del norte. Además, su Ejército lleva años concentrando sus esfuerzos en otros frentes: las milicias palestinas, especialmente en Gaza; las mucho más temibles de Hizbulá en la frontera libanesa; Siria e Irán, éste su más serio enemigo. Pero las preocupaciones de Israel no son sólo en materia de Seguridad, si bien sí son las más importantes. Además, Israel importa el 40% del gas natural que consume desde Egipto mediante tuberías de Gas Este-Mediterráneo, una compañía israelo-egipcia. Ambos países firmaron en 2005 un contrato que mantiene esta colaboración durante 20 años. Además, los acuerdos de comercio bilaterales ascendieron a más de 500 millones de dólares en 2010.

Y eso no es lo peor: si el contagio de las manifestaciones a Jordania desemboca en elecciones libres, los partidos islamistas en la oposición llegarían al poder probablemente deseosos de revisar las relaciones con el socio israelí. Y el monarca Abdallah II parece dispuesto a acceder a cualquier cosa con tal de garantizar la supervivencia de la institución.

Ningún cambio en Egipto significa que los acuerdos de paz vayan a abolirse, ni tampoco de que la revolución vaya a acabar con el status quo de Jordania, si bien sí se está exportando, pero el editorial de ayer del diario Haaretz ya solicitaba al Ejecutivo israelí que cambie su política para evitar quedar completamente aislado en una región que le es hostil desde su fundación como Estado.

El rotativo progresista indicaba que Israel debe “prepararse para un nuevo orden regional”y critica a Netanyahu por preferir “tiranos que se quedan largos años en el poder” como “el mal menor”. En lugar de “refugiarse en lo conocido, en el manido ‘no hay nadie con quien hablar ni en quien confiar‘, hay que adaptarse a una realidad en la que los ciudadanos de los Estados árabes, y no solo los tiranos, influyen en la trayectoria de sus países”. Incluso el comentarista Sever Plocker criticaba, en las páginas del derechista Yediot Ahronot, que “Israel esté sobrecogido por el miedo a la democracia, no aquí sino en los países vecinos”, “si bien nunca hemos rezado porque los árabes se conviertan en democracias neoliberales”.

Fuente: http://periodismohumano.com/en-conflicto/el-final-de-la-dictadura-atemoriza-a-israel.html

¿ESTADO DE REBELIÓN EGIPCIA?

ENRIQUE DUSSEL *
La Jornada, 3 de febrero de 2011

¿Quién se hubiera imaginado hace sólo un mes que el legendario Egipto, referencia necesaria al mito libertador de los esclavos (tan estudiado por Enst Bloch) bajo el dominio despótico de los faraones que inauguraron su reinado hace 50 siglos, nos darían hoy un ejemplo entusiasta de nueva rebelión? Los poderes geopolíticos metropolitanos, los potentados reunidos en Davos, los cínicos con máscaras de demócratas, deben ponerse de acuerdo para elaborar un cierto discurso que oculte su confusión y temor ante un pueblo que despierta. ¡Tanta propaganda de que eran los defensores y difusores de la democracia en el mundo, cuando ahora se les descubre la cloaca del apoyo a dictaduras violentas que eran alabadas por ellos simplemente porque apoyaban su estrategia! En realidad, como siempre enseñó Henry Kissinger, se trataba de promover los intereses económicos y geopolíticos de Estados Unidos bajo el disfraz de principios normativos (en cuanto coinciden con dichos intereses, por ejemplo, de obtención segura de hidrocarburos). Cuando el pueblo palestino eligió democráticamente a Hamas, decretaron que no eran aceptables democráticamente los elegidos, cuando las verdadera razones fueron el tener Hamas proyectos en favor del pueblo palestino pero contrarios a los intereses de dominio de las potencias. Ahora se descubre que los que apoyaban sus intereses eran dictadores. El Departamento de Estado y la Unión Europea debe consultar a sus aliados (Turquía, Israel, etcétera) para ver cómo salir de este entuerto.
¿Qué estamos contemplando en esta “revolución del jazmín”, cuyo perfume gozoso de la libertad se va extendiendo por el Magreb e invade ya otros países musulmanes? En primer lugar, que la foto de los creyentes de rodilla orando como no-violentos enfrentando a los tanques cambia la imagen que nos impone la mediocracia del “musulmán terrorista”, y la relaciona con la del joven chino que con una flor miraba de frente el tanque en Beijing. En segundo lugar, estamos contemplando un “estado de rebelión” que se está generalizando en el mundo musulmán.
Carl Schmitt, para criticar el “estado de derecho” liberal puramente legal y vacío, sin convicción subjetiva sustancial del ciudadano, propuso repensar el “estado de excepción”, para mostrar que el primero, que se encuentra dentro de un sistema de legitimación como la estructura democrático-legal, estaba fundado en una “voluntad” (en último término del pueblo, pero en el caso de Schmitt sin expresión institucional consistente) que podía dejar al orden legal sin efecto en casos de extrema necesidad (como la institución de la “dictadura” en el imperio romano). La “voluntad” (del gobernante con autoridad y del pueblo) está “detrás” de las leyes, dándole un fundamento. Lo que Schmitt no imaginó, y Giorgio Agamben lo sugiere sin extenderse como sería conveniente, es que, por su parte, el propio “estado de excepción” puede ser dejado sin efecto, pero en este caso por el pueblo mismo, como única sede, y última instancia, del poder político1. Estos nos recuerda aquel 20 de diciembre de 2001 en el que el pueblo argentino no respetando el “toque de queda” decretado por el gobierno salió a las calle y de hecho depuso a Fernando de la Rúa. Gritaba el pueblo: “¡Que se vayan todos!” Las instituciones habían perdido legitimidad y el pueblo se lo recordaba a los representantes que corruptamente habían pretendido ejercer el poder delegado, pero a su servicio. De ese levantamiento surgió el gobierno de Néstor Kirchner que alcanzó mayor legitimidad. Se trata del mismo caso ahora en Egipto.
El “estado de rebelión” es un acto supremo por el que un pueblo manifiesta legítimamente (contra la legalidad presente y ante toda la futura) que las instituciones (y las leyes) por él instauradas han dejado de tener efecto por alguna causa grave (corrupción extrema, despotismo contra la voluntad del pueblo, violencia en sumo grado, etcétera). En la filosofía islámica-medieval hasta se justificaba el tiranicidio (como en el caso de Tomás de Aquino), es decir, la muerte del tirano. Lo mismo expresaba John Locke en el capítulo 19 del Segundo Tratado sobre el Gobierno.
El pueblo entonces aparece como el actor colectivo, no metafísico sino coyuntural, como un “bloque” social de los oprimidos (diría Antonio Gramsci) pero ahora con conciencia política, con un como “hiper-poder” renovado que estaba debajo del silencio sufriente y aparentemente paciente, un poder que de pronto irrumpe desde abajo en la praxis de liberación ante la dominación ya insoportable, que lanza las instituciones fetichizadas a aire como cuando expande la lava el volcán en erupción.
Esos jóvenes ninis egipcios (aunque ya estudiaron tienen aún más conciencia cuando no tienen trabajo ) salen a las calles, arriesgan sus vidas (que de todas maneras desprecia el sistema capitalista dependiente del Estado corrupto y represor de Egipto sumiso a Estados Unidos y no solidario con los palestinos) por todo el pueblo, y no pareciera que darán un paso atrás porque la situación económica, política y cultural es angustiante.
Pero la lección que no está dejando este “estado de rebelión” generalizado en el mundo musulmán, nos habla de un nuevo momento en la política del Medio Oriente. Estados Unidos e Israel tendrán que dejar sus políticas fundamentalistas y violentas, militaristas, para abrirse sinceramente a una actitud democrática, despojándose de las cínicas palabras a que nos tienen acostumbrados, y que Wikileaks se encarga de revelar para su enojo; auténtica política democrática que, de seguro, les será muy difícil de implementar, porque no tienen ninguna tradición diplomática en ese sentido.
1 Véase el tema en mi obra 20 tesis de política, Siglo XXI, México, 2006, tesis 2, es la potentia.
* Filósofo emérito de la UAM

La revolución árabe
ÁNGEL GUERRA CABRERA
LA JORNADA, 3 DE FEBRERO DE 2011
El mundo árabe, como América Latina en la década del 2000, parece también en camino de írsele de las manos a Estados Unidos. ¿Recuerdan las puebladas que derrocaron a capillas neoliberales en Ecuador, Venezuela, Bolivia y Argentina? El orden geopolítico internacional podría recomponerse de manera radical en favor de los pueblos si las revoluciones que estallan hoy del Maghreb al golfo de Adén –sobre todo la de Egipto– no son mediatizadas, diluidas o aplastadas a sangre y fuego. Con lograr lo último sueñan y trabajan a tiempo completo Estados Unidos, sus aliados europeos y especialmente Israel. Empavorecidos por los últimos acontecimientos, estos enemigos sempiternos de las masas árabes y de sus movimientos revolucionarios y progresistas pretenden ahora mostrarse como sus salvadores, mientras ganan tiempo para lograr un cambio por arriba”, como intentan en Túnez, para que todo siga igual.
Su odio, ignorancia y subestimación de ese mundo y de sus refinadas culturas y gentes laboriosas no les permite entender los profundos valores morales y sentido de la dignidad arraigados en el alma de sus pueblos, ni el orgullo que sienten por héroes como Saladino o Nasser, ni que estén enterados de la responsabilidad mayúscula de Washington en el desmantelamiento del nacionalismo árabe, la feroz ocupación de Palestina por Israel mientras continúa armándolo y apoyándolo incondicionalmente, la demolición de Irak, la obstinación con que han implantado y sostenido gobiernos de fuerza serviles y corruptos e impuesto políticas neoliberales desde el norte de África hasta la península Arábiga, siempre en nombre de la democracia. Para los egipcios y la calle árabe no han pasado inadvertidas las cambiantes y oportunistas declaraciones de Obama y su secretaria de Estado desde que el 25 de enero se inició el levantamiento popular. Entonces Clinton proclamó que la situación en el país de los faraones era “estable”.
Discrepo de los enfoques que sospechan de una teledirección por el imperialismo, a través de grupos juveniles amaestrados, del potente movimiento popular egipcio, y lo instan a modificar sus consignas exigiendo la partida de Mubarak por otras más radicales contra Washington, sus bases militares y el neoliberalismo. Además de que no es nueva la incrustación de grupos pro imperialistas –casi siempre desenmascarados a la postre– en los movimientos revolucionarios, otras revoluciones auténticas, como la cubana, movilizaron a millones pidiendo la salida del tirano, libertad y justicia, y enarbolaron en el momento preciso, ni antes ni después de ser necesario, las banderas del antimperialismo y el socialismo hasta convertirse en inspiradora de las luchas sociales en todos los confines del planeta.
El pueblo es sabio, aprende el camino de la revolución sobre la marcha al enfrentar a sus enemigos –la inevitable contrarrevolución con la que habrá que batallar a muerte– y no necesita que se lo dicten desde fuera, ni siquiera con buenas intenciones. Aunque no haya líderes raigales a la vista, éstos pueden surgir de las luchas de base, al igual que Evo Morales, de los indígenas del Chapare; Hugo Chávez, de las filas de los militares patriotas de rango medio; Lula, del sindicalismo, o Cristina Fernández, del peronismo de izquierda.
La revolución árabe está en sus comienzos y puede llevar tiempo la definición de su futuro. Lo importante es que ya el pueblo ha probado el poder que le da tomar las calles y que nada a partir de ahora será igual. Mubarak podrá en el pataleo mandar sus esbirros de civil a ensañarse con los manifestantes, hacer que el ejército trate de desmovilizar las protestas o presionarlo para que las reprima, pero sus días en el poder están contados y las multitudes en la plaza Tahrir serán mayores y más radicales mientras más traten Washington y sus aliados de evitarlo.
Las masas árabes quieren democracia, sí, pero en su acepción etimológica de gobierno del pueblo, una que no desea ser de elites como la occidental, sino en la que el pueblo de veras decida su destino. Y es que no ha habido mayores enemigos de la democracia en el mundo árabe que Estados Unidos y sus aliados. Ellos han impuesto a los tiranos de turno y fresco está el ejemplo del veto a Hamas, votado abrumadoramente por los palestinos, o a Hezbollah en Líbano, que por mucho que les pese es la fuerza política más popular del país de los cedros y, por cierto, inspiradora y ejemplo en muchos sentidos de esta gran revolución árabe.
Cruenta batalla en la plaza Tahrir generaliza la rebelión; responsabilizan a Mubarak
Cae sobre opositores batería de piedras, garrotes y barras de hierro
ROBERT FISK
The Independent
Periódico La Jornada
Jueves 3 de febrero de 2011, p. 2
Plaza Tahrir, El Cairo, 2 de febrero. La contrarrevolución del “presidente” Hosni Mubarak cayó este miércoles sobre los opositores en una batería de piedras, garrotes, barras de hierro y cachiporras: la batalla duró el día entero en el centro de la capital que dice gobernar, entre decenas de miles de jóvenes que agitaban en el rostro del contrario la bandera de Egipto… la más peligrosa de todas las armas. Fue despiadada, sangrienta y bien planeada, una confirmación final de todas las críticas contra Mubarak y una vergonzosa acusación contra los Obamas y los Clinton que no acertaron a condenar a este fiel aliado de Estados Unidos e Israel.
Los enfrentamientos a mi alrededor en la plaza llamada Tahrir fueron tan terribles que podíamos oler la sangre. Hombres y mujeres que exigían el fin de la dictadura de 30 años de Mubarak –vi muchachas de pañoleta y falda larga arrodillarse para arrancar la grava de la calle mientras les llovían piedras– respondieron a la agresión con inmenso valor, que más tarde se convirtió en terrible crueldad.
Algunos arrastraron a los agentes de seguridad por la plaza, golpeándolos hasta que la sangre les brotó de la cabeza y les salpicó las ropas. El tercer ejército egipcio, famoso en leyendas y canciones por cruzar el Canal de Suez en 1973, no pudo –o no quiso– siquiera atravesar la plaza para ayudar a los heridos.
Es lo más cercano a la guerra civil que Egipto ha estado en su historia: al lanzarse unos contra otros gritando improperios, sencillamente abrumaron a las unidades de paracaidistas que “resguardaban” la plaza, los cuales se treparon a sus tanques y vehículos blindados para protegerse.
El comandante de un Abrams –yo estaba a seis metros– esquivó las piedras que rebotaban en el tanque, saltó dentro de la torreta y cerró la escotilla. Los manifestantes treparon a lo alto del vehículo para arrojar más piedras a los jóvenes y enfebrecidos antagonistas.
Supongo que es lo mismo en todas las batallas, aunque las armas de fuego no han aparecido (hasta ahora). Los insultos de ambos bandos provocaron una lluvia de piedras de los hombres de Mubarak –sí, ellos empezaron– y luego los manifestantes que habían tomado la plaza en demanda del derrocamiento del anciano comenzaron a romper el empedrado para responder.
Para cuando llegué a la línea “frontal” –las comillas son esenciales, porque las líneas de hombres se movían atrás y adelante a lo largo de unos 800 metros–, ambos bandos gritaban a todo pulmón, con la sangre corriendo por los rostros. En cierto momento, antes de que el impacto del ataque se diluyera, los partidarios de Mubarak casi cruzaron la plaza entera frente al monstruoso edificio Mugamma –recuerdo de la empresa nasserita– antes de ser obligados a retroceder.
De hecho, ahora que combaten egipcio con egipcio, ¿cómo se supone que debemos llamar a esta gente peligrosamente rabiosa? ¿Los mubarakitas? ¿Los “manifestantes” o –término más ominoso– la “resistencia”? Porque así es como estos hombres y mujeres que pugnan por derrocar a Mubarak se hacen llamar.
“Esto es obra de Mubarak”, me dijo un lanzapiedras herido. “Ha logrado volver a egipcio contra egipcio por tan sólo nueve meses más de poder. Está loco. ¿También ustedes los occidentales están locos?”
No recuerdo qué contesté. Pero cómo olvidar lo que apenas unas horas antes respondió el “experto” en Medio Oriente Mitt Romney, ex gobernador de Massachusetts, cuando le preguntaron si Mubarak era un dictador. No, replicó: es una “figura monárquica”.
El rostro de este monarca fue llevado en cartelones a las barricadas: una provocación impresa. Recién distribuidos por funcionarios del Partido Nacional Democrático –su producción debió de haber tardado un tiempo, luego de que la sede del organismo fue reducida a un cascarón humeante tras las batallas del viernes–, muchos eran sostenidos en el aire por hombres que portaban garrotes y cachiporras de policía. No tengo duda de esto porque yo venía entrando en automóvil desde el desierto cuando se formaban frente al Ministerio del Exterior y el edificio de la radio estatal, en la margen oriental del Nilo. Por altavoces se difundían cantos y votos por la vida eterna de Mubarak (una muy larga presidencia en verdad) y muchos estaban sentados en flamantes motocicletas, como emulando a los esbirros de Majmud Ajmadineyad luego de las elecciones de 2009 en Irán. Pensándolo bien, Mubarak y Ajmadineyad tienen el mismo respeto por las elecciones.
Sólo cuando dejé atrás el edificio de la radio vi los miles de jóvenes que se acercaban desde los barrios bajos de El Cairo. Había mujeres también, la mayoría con el tradicional vestido negro y pañoleta blanca y negra, unos cuantos niños entre ellas, caminando por el paso elevado a espaldas del Museo Egipcio. Me dijeron que tenían tanto derecho a la plaza Tahrir como los manifestantes –es verdad, por cierto– y que se proponían expresar su amor por su presidente en la misma plaza donde tanto se le había denostado.
Tenían un punto a su favor, supongo. El viernes los demócratas –o la “resistencia”, según el punto de vista que se tenga– habían echado de la plaza a los esbirros policiales. El problema es que entre los hombres de Mubarak iban algunos de los mismos matones que vi entonces, cuando se combinaron con la policía de seguridad para apalear y atacar a los manifestantes. Uno de ellos, un joven de camisa amarilla con melena alborotada y ojos enrojecidos –no sé qué se había metido–, llevaba la misma horrible barra de acero que usó el viernes. Los defensores de Mubarak estaban de regreso: hasta coreaban el mismo lema, repetido una y otra vez para proclamar el nombre del dictador local: “Con nuestra sangre y nuestra alma nos consagramos a ti”.
En lugares tan lejanos como Giza, el PND reclutó a los hombres que solían controlar las votaciones en los comicios y los mandó a vociferar su respaldo mientras marchaban por un fétido canal del desagüe. No muy lejos de allí, hasta el dueño de un camello fue incorporado para decir: “si no conoces a Mubarak, no conoces a Alá”, lo cual es, por decirlo con mesura, un poco demasiado.
En El Cairo, caminé junto a las filas de los partidarios del presidente y llegué al frente cuando lanzaron otra carga contra la plaza Tahrir. El cielo se llenó de piedras: hablo de rocas de 20 centímetros de grueso, que golpeaban en el suelo como proyectiles de mortero. Las que caían de este lado de la “línea”, desde luego, venían de los opositores de Mubarak. Se estrellaban, se partían en pedazos y rebotaban contra los muros que nos rodeaban. En este punto los hombres del PND dieron media vuelta y corrieron presas del pánico mientras los opositores al presidente avanzaban. Yo sólo me puse de espaldas a la ventana de una agencia de viajes cerrada: recuerdo un cartel de un romántico fin de semana en Luxor y “el fabuloso valle de las tumbas”.
Pero las piedras venían en tropel, cientos cada vez, y luego un nuevo grupo de jóvenes estaba a mi lado: los manifestantes de la plaza. Sólo que en su furia ya no gritaban “Abajo Mubarak” y “Mubarak negro”, sino “Alajú Akbar” –Dios es grande–, frase que escuché una y otra vez mientras el día avanzaba. Un lado gritaba Mubarak; el otro, Dios. No era así 24 horas antes.
Salí disparado hacia un terreno seguro en el que no silbaran las piedras y me encontré de pronto entre los opositores al presidente.
Por supuesto, sería exagerado decir que las piedras tapaban el cielo, pero había momentos en que cientos de ellas nublaban la vista. Destrozaron un camión del ejército, aplastando sus costados y estrellando sus cristales. Salían de los costados de la calle Champollion y en Talaat Harb. Los hombres sudaban, con las cintas de la cabeza teñidas de rojo, gritando de odio. Muchos se apretaban las heridas con paños blancos. Vi pasar a algunos en brazos de compañeros, regando sangre por el camino.
Y un número cada vez mayor llevaba vestimentas islámicas, pantalones cortos, túnicas grises, barbas largas, turbantes. Gritaban “Alajú Akbar” a voz en cuello y proclamaban su amor a Dios, lo cual se suponía que no era el motivo de la lucha. Sí, Mubarak había hecho esto. Había vuelto a los salafistas en su contra, junto con sus enemigos políticos. De vez en vez atrapaban jóvenes con el rostro molido a golpes, gritando de miedo por su vida, y les hallaban documentos que los identificaban como trabajadores del Ministerio del Interior.
Muchos de los manifestantes –jóvenes seglares que se abrían paso entre los atacantes– trataban de defender a los prisioneros. Otros –y noté gran cantidad de “islamitas” entre ellos, con todo y las barbas de rigor– aporreaban con los puños la cabeza de los detenidos, usando gruesos anillos para abrirles la piel y hacer correr la sangre por el rostro. Un joven cuya camiseta roja estaba desgarrada y tenía el rostro contraído por el dolor fue rescatado por dos gigantones, uno de los cuales se lo echó al hombro y se abrió paso entre la multitud.
De este modo se salvó la vida de Mohamed Abdul Azim Mabrouk Eid, policía de seguridad número 2101074, de la gubernatura de Giza: su pase de seguridad era azul, con tres pirámides de raro aspecto estampadas en la cubierta laminada. Así también fue liberado de la turba otro hombre, aullando y apretándose el vientre. Y detrás de él se hincaba un escuadrón de mujeres, arrancando piedras de la calle.
Hubo momentos de farsa. A mitad de la tarde, los partidarios de Mubarak metieron cuatro caballos en la plaza junto con un camello –sí, un camello de verdad, que de seguro llevaron en camión desde las pirámides–, montados por hombres en apariencia drogados. Tres horas más tarde encontré los caballos pastando tranquilamente junto a un árbol.
Cerca de la estatua de Talaat Harb, un muchacho vendía agwa –una delicia de pan de dátil, peculiarmente egipcio– a cuatro peniques egipcios cada uno, mientras al otro lado de la calle se alzaban las figuras de una chica y otro muchacho que tenían idénticas bandejas en la mano. La de ella estaba llena de cajetillas de cigarros; la de él, de piedras.
Y hubo escenas que debieron haber significado dolor y angustia para quienes las experimentaron. Había un hombre alto y musculoso, herido en la cara por una lasca, con las piernas dobladas junto a una caseta telefónica de una esquina y una cortadura en el rostro, pero aún en la lucha. Y un soldado en un camión blindado de transporte de personal, que miraba volar las piedras de un lado a otro, saltó de pronto a la calle entre los enemigos de Mubarak y se abrazó a ellos por la espalda mientras le rodaban lágrimas por las mejillas.
Y entre todo este odio y este baño de sangre, ¿dónde estaba Occidente? Al reportar día con día esta vergüenza, uno sufre de insomnio. Por ahí de las 3 de la mañana de este miércoles, observé a lord Blair de Isfaján sufriendo por explicar a CNN la necesidad de “colaborar con el proceso de cambio” en Medio Oriente. Teníamos que evitar la “anarquía” de los “elementos más extremistas”. Y –mi frase favorita– advirtió contra “un gobierno que no sea elegido conforme al sistema de democracia que debemos avalar”. Bueno, todos sabemos a la “democracia” de cuál anciano se refería.
El rumor en las calles es que este hombre –la “figura monárquica” de Mitt Romney– podría en realidad escabullirse de Egipto el próximo viernes. No estoy seguro. Tampoco sé en realidad quién ganó la batalla de la plaza Tahrir este miércoles, aunque el resultado no se mantendrá indeciso mucho tiempo. Al anochecer, las piedras aún reventaban en los caminos y sobre la gente. Pasado un tiempo, ya me agachaba hasta cuando pasaban pajarillos.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
Ejercen EU y la UE más presión sobre Mubarak
El cambio es ahora, enfatizan; condenan la violencia en Egipto

DPA, AFP Y REUTERS

Periódico La Jornada
Jueves 3 de febrero de 2011, p. 4
Washington, 2 de febrero. Estados Unidos y la Unión Europea (UE) reforzaron hoy por separado la presión sobre Hosni Mubarak. La Casa Blanca reiteró: “El momento de la transición ha llegado y es ahora”. Más tarde, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se comunicó con el vicepresidente egipcio, Omar Suleiman, a quien “exigió” investigar la violencia desatada en El Cairo. La UE dijo estar dispuesta a respaldar al pueblo egipcio en su búsqueda de un futuro mejor. Calificó de “paso hacia la dirección correcta” la decisión de Mubarak de no relegirse, pero subrayó que su nuevo gabinete no constituía un gobierno representativo.
La Casa Blanca endureció su postura contra los planes de Mubarak de seguir en el poder hasta septiembre, cuando finaliza su mandato, al afirmar que las necesidades de cambio “son ahora”. El presidente Barack Obama ha sido claro en que “la transición debe comenzar ahora”, indicó el vocero Robert Gibbs.
Clinton reiteró el llamado de apresurar la transición, que realizó el martes Obama, quien además elogió a las fuerzas armadas por permitir que las protestas sean en forma pacífica. En contraste, este día Washington advirtió que la violencia supone una “amenaza directa” a las “aspiraciones” egipcias y llamó a la moderación.
Clinton “exigió al gobierno una investigación” sobre la violencia desatada hoy, reportó el vocero del Departamento de Estado, Philip Crowley.
Dijo que Estados Unidos espera que “el próximo gobierno de Egipto juegue un rol constructivo en el proceso de paz y reconozca la importancia de tener una relación pacífica con Israel”.
Gran Bretaña, Francia, Alemania, España, la UE y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) llamaron por separado a Mubarak a emprender la transición “ahora y sin retraso, con una clara hoja de ruta para el cambio, en un proceso que debe arrancar sin violencia y con verdaderas reformas con cambios en profundidad”. Abogaron por una “sociedad abierta, democrática y diversa”.
Gamal Mubarak, hijo menor del mandatario egipcio, se encuentra actualmente en Egipto y no en Londres, declaró el canciller británico William Hague. Dijo que le advirtió por teléfono que si el régimen alentó la violencia, “esto sería catastrófico para Egipto y para aquellos que lo gobiernan actualmente”.
Tanto la ONU como la UE dijeron estar listos para colaborar en la transición democrática en Egipto; la Organización del Tratado del Atlántico Norte abogó también por dicha vía, y Amnistía Internacional llamó al ejército egipcio a proteger a los manifestantes ante la violencia que, consideró, podría estar “orquestada” por autoridades del país.
El Pentágono expresó su preocupación por la zona del Canal de Suez, vía de tránsito esencial para su campaña militar en Afganistán.
En tanto, se informó que la embajada de Estados Unidos en El Cairo ha estado en contacto con un “gran número” de miembros de la oposición egipcia durante las masivas protestas, pero no con la Hermandad Musulmana, considerada como la principal fuerza de oposición.
Los cancilleres de Bolivia, David Choquehuanca, y de Cuba, Bruno Rodríguez, se manifestaron por una solución pacífica al conflicto que se vive en Egipto y rechazaron la “injerencia de Estados Unidos”, reportó la corresponsal de La Jornada en La Paz, Rosa Rojas. En otra reacción, el presidente venezolano Hugo Chávez confió en que “la soberanía del pueblo egipcio” se impondrá en esta crisis.
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu advirtió que las protestas populares en Egipto podrían desencadenar un periodo de “inestabilidad e incertidumbre en la región que podría durar muchos años”.
En un discurso en el Parlamento, Netanyahu afirmó que había dos fuerzas en Egipto: “Hay dos mundos, dos mitades, dos visiones. La del mundo libre y la del mundo radical. ¿Cuál ganará en Egipto? La respuesta es crucial para el futuro de la región”, subrayó.
Hacer la revolución es como estar enamorado, afirma el novelista egipcio Al Aswany
“Tenemos dignidad, ya no estamos temerosos”
Ha sido una experiencia única no leer la historia sino vivirla por dentro, expresa el autor del libro El edificio Yacoubian
DONALD MACINTYRE
The Independent
Periódico La Jornada
Jueves 3 de febrero de 2011, p. 5
El Cairo. “Cuando alguien está de veras enamorado, se vuelve mejor persona”, sostiene Alaa Al Aswany, el celebrado autor egipcio de El edificio Yacoubian y Chicago. “Una revolución es igual”. Todos los que toman parte en ella saben la clase de personas que eran antes de que empezara, “y ahora van a sentirse diferentes. Tenemos dignidad. Ya no estamos temerosos”.
Al Aswany ha participado con pasión en las protestas. Escribirá un libro sobre los acontecimientos que continúan: “Ha sido una experiencia única no leer la historia sino vivirla por dentro”, declara a The Independent.
El escritor, de 53 años, es un agudo observador de lo que él y muchos millones de egipcios más esperan que sean los días finales del autócrata que ha imperado sobre ellos los pasados 30 años. La atmósfera le recuerda a la que rodea al dictador caribeño ficticio que Gabriel García Márquez evoca en El otoño del patriarca.
Primero, dice, viene la fase de “negación total”. Luego, las ridículas acusaciones de que quienes protestan son “usados y manipulados por quienes odian a nuestro país”. En tercer lugar, el “nuevo juego” de hacer algo para mantenerse en el poder. Y, sólo después de eso, huir.
El literato, crítico del régimen de Mubarak desde hace mucho tiempo, percibe algo “medieval” en la concentración del poder presidencial. También se indigna ante lo que considera propaganda oficial: dice haber visto un documento filtrado del Ministerio del Interior que contiene “una instrucción muy clara de que la televisión estatal egipcia entreviste a mujeres que digan lo asustadas que están y pidan a Mubarak que las salve (de los criminales)”.
Como muchos egipcios, Al Aswany se esfuerza por minimizar los temores de que las protestas pudieran propiciar la llegada de la Hermandad Musulmana al poder. Esos temores se han cocinado para crear la errónea noción de que “o aceptamos a Mubarak o hay que prepararnos para otro Hamas u otro talibán en el poder”, asegura el escritor. “Esta revolución nada tiene que ver con la Hermandad Musulmana”.
El ex dentista prefiere la comparación con la vuelta de España a la libertad luego de los años de Franco, o con un retorno al Egipto del siglo XIX, cuando fue un bastión del liberalismo y la democracia.
También rechaza otro “estereotipo” occidental e israelí, de que Egipto cancelaría el acuerdo de Campo David con Tel Aviv, el cual data de hace tres décadas. Le sorprende que funcionarios israelíes no puedan “ver que firmar un tratado de paz con una democracia responsable es mucho mejor que hacerlo con una dictadura corrupta. Si se respeta al pueblo egipcio y su elección, se mantendrá un proceso de paz sobre un curso muy firme y fuerte”.
Al Aswany es crítico de las consultas que el nuevo vicepresidente Omar Suleiman planea realizar con los partidos políticos de oposición: “la oposición está en las calles, no en los partidos”, manifiesta. El movimiento generará sus líderes, con predominio de los jóvenes, y si necesita figuras de mayor edad que lo aconsejen, serán ellos quienes los escojan, advierte.
No habla de Mohamed El Baradei. Reconoce que muchos egipcios lo respetan por su integridad, pero subraya que ésta no es “la revolución de El Baradei”.
¿Habrá una función para el propio escritor en el nuevo Egipto, tal vez ministro de Cultura? “Es mucho mejor ser un buen novelista”, responde.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
La wikirrevolución del jazmín
Redacción de Atrio, 03-Febrero-2011
Para entender y debatir las revueltas en el Norte de África (Túnez y Egipto sobre todo) presentamos este artículo -publicado en La Vanguardia el sábado pasado- del mayor experto español –y tal vez en el mundo– en la Sociedad de la Información, Manuel Castells. Tal vez vaya más que nadie al fondo de asunto. Es el único en español de los Once artículos para entender (mejor) la revuelta egipcia que publicaba ayer El País y que también se pueden consultar. Y leeremos todo lo que cada comentarista aporte sobre el tema.
La wikirrevolución del jazmín
La revolución del jazmín no será tan fácil de doblegar porque es una revolución basada en la libre comunicación
Por Manuel Castells. La Vanguatrdia, 29/01/2011
Las masivas protestas que derrocaron al dictador tunecino Ben Ali muestran nuevamente el poder de los movimientos sociales espontáneos en un entorno de comunicación digital. El proceso, que en menos de un mes hundió un régimen sólidamente asentado desde 1987, ha seguido una pauta familiar: un hecho dramático desborda la indignación contenida por el temor, suscita manifestaciones que reprime la policía y de inmediato las imágenes de represión y los mensajes de protesta se difunden en las redes sociales de internet, amplificando el movimiento hasta que los medios de comunicación no controlados por el Gobierno –en este caso Al Yazira– informany retransmiten las imágenes ymensajes que cuelgan los manifestantes en YouTube y otras webs. Conforme se difunde la protesta, se activan las redes móviles, los SMS, los twitts y las páginas en Facebook y otras redes, hasta construir un sistema de comunicación y organización sin centro y sin líderes, que funciona con suma eficacia, desbordando censura y represión.
En pocos días, decenas de miles de personas se unieron a Facebook y otras redes sociales. El grupo más popular en Facebook se llamaba “Su gente se está quemando, señor Presidente”. Y eso que ahora los gobiernos ya están avisados y ponen en marcha la ciberguerra y la censura en internet, borrando información en Facebook y bloqueando páginas de activistas, quienes respondieron con humor llamando al “Error 404” –característico de una interferencia informática– el “Ammar 404”, nombre del censor jefe. Pero cuando se desencadena el poder internauta es difícil contenerlo, como muestra la difusión viral de un videoclip del rapero Ben Amor, el General, que animó a los jóvenes a protestar. Y es que la conexión entre juventud y la cultura de internet está en la raíz del nuevo poder popular: en Túnez, como en muchos países musulmanes, la mitad de la población tiene menos de 25 años.
Por eso podemos hablar de wikirrevolución. O sea, de una revuelta cogenerada sin estrategia central, por la simple indignación de miles de jóvenes dispuestos a arriesgar sus vidas. No tanto, como se ha escrito, por el efecto de la revelación de cables estadounidenses por Wikileaks sobre la corrupción del régimen. Porque los tunecinos no necesitaban a Wikileaks para saber la corrupción profunda de su gobierno (la familia controlaba la mitad de las grandes empresas del país). La chispa que encendió la hoguera provino de la rabia subsiguiente a la autoinmolación del joven vendedor ambulante Mohamed Buazizi en la ciudad de Sidi Buzid. Y su suicidio fue un último grito contra la humillación cotidiana a que le sometía la policía local.
En ese gesto de morir por su dignidad se reconocieron muchos jóvenes, incluido otro del que se habla menos, Lahsin Naji, que se electrocutó colgándose de un cable de alta tensión en Sidi Buzid mientras gritaba: “Basta de miseria, basta de paro” (el paro juvenil rebasa el 40%). Cuando la policía ocupó Sidi Buzid, la revuelta se extendió por otras ciudades hasta llegar a Túnez. Y cuando, tras 72 muertos, se dio orden al ejército de disparar, los jefes militares se negaron y se interpusieron frente a la policía política. Conforme se difundían las revueltas, la televisión por satélite, que tenía la mitad de la audiencia frente a la infumable propaganda televisiva oficial, empezó a difundir reportajes especiales –en particular Al Yazira–, pero también la BBC en árabe, France 24, Al Hiwar y otras, captando la atención del mundo árabe (curiosamente mucho menos en el mundo occidental, pese a la emisión en inglés y francés). Al Yazira creó un sistema interactivo con la información difundida por internet por los propios ciudadanos, usándolos como fuente documental y también organizando grupos en Facebook, y transmitiendo directamente a los móviles de forma gratuita. Así parece emerger el nuevo sistemade comunicación de masas construido como mezcla interactiva y multimodal entre televisión, internet, radio y plataformas de comunicación móvil. La comunicación del futuro ya se usa en las revoluciones del presente.
Obviamente, no es la comunicación la que origina la revuelta. Esta tiene causas profundas en la miseria y la exclusión social de buena parte de la población, en la pantomima de democracia, en el oscurantismo informativo, en el encarcelamiento y tortura de miles de personas, en la transformación de todo un país en la finca de las familias Ben Ali y Trabelsi con el beneplácito de EE.UU., los países europeos y las dictaduras árabes. Pero sin esa nueva forma de comunicación la revolución tunecina no hubiera tenido las mismas características: su espontaneidad, la ausencia de líderes, el protagonismo de estudiantes y profesionales, junto con los políticos de la oposición y los sindicatos jugando un papel de apoyo cuando estaba el proceso en marcha.
Es más, el efecto directo de la caída del régimen ha sido una extraordinaria primavera de libertad de prensa. El insufrible canal 7 se convirtió en Televisión Nacional Tunecina e informa con independencia, como la popular radio Mosaique y los principales diarios Al Churuk y Al Sarih, que ahora exponen en titulares la corrupción del régimen una vez que los periodistas echaron a los directores. Esta comunicación libre hace difícil a los políticos de la transición manipular el proceso como quieren. Cada intento de gobierno continuista se encuentra con una oleada de informaciones sobre los nuevos líderes que alienta la persistente protesta popular contra un cambio de fachada. De modo que, aunque, como siempre en la historia, los mismos perros con distintos collares y con los mismos amos se aprestan a retomar el poder, la revolución del jazmín no será tan fácil de doblegar porque es una revolución basada en la libre comunicación. Quienes mejor lo saben son los regímenes árabes que están en estado de alerta. Ya ha habido diez autoinmolaciones de protesta en Egipto y otros países, las manifestaciones se suceden, internet se puebla de
La wikirrevolución del jazmín
La revolución del jazmín no será tan fácil de doblegar porque es una revolución basada en la libre comunicación
Por Manuel Castells. La Vanguatrdia, 29/01/2011
Las masivas protestas que derrocaron al dictador tunecino Ben Ali muestran nuevamente el poder de los movimientos sociales espontáneos en un entorno de comunicación digital. El proceso, que en menos de un mes hundió un régimen sólidamente asentado desde 1987, ha seguido una pauta familiar: un hecho dramático desborda la indignación contenida por el temor, suscita manifestaciones que reprime la policía y de inmediato las imágenes de represión y los mensajes de protesta se difunden en las redes sociales de internet, amplificando el movimiento hasta que los medios de comunicación no controlados por el Gobierno –en este caso Al Yazira– informany retransmiten las imágenes ymensajes que cuelgan los manifestantes en YouTube y otras webs. Conforme se difunde la protesta, se activan las redes móviles, los SMS, los twitts y las páginas en Facebook y otras redes, hasta construir un sistema de comunicación y organización sin centro y sin líderes, que funciona con suma eficacia, desbordando censura y represión.
En pocos días, decenas de miles de personas se unieron a Facebook y otras redes sociales. El grupo más popular en Facebook se llamaba “Su gente se está quemando, señor Presidente”. Y eso que ahora los gobiernos ya están avisados y ponen en marcha la ciberguerra y la censura en internet, borrando información en Facebook y bloqueando páginas de activistas, quienes respondieron con humor llamando al “Error 404” –característico de una interferencia informática– el “Ammar 404”, nombre del censor jefe. Pero cuando se desencadena el poder internauta es difícil contenerlo, como muestra la difusión viral de un videoclip del rapero Ben Amor, el General, que animó a los jóvenes a protestar. Y es que la conexión entre juventud y la cultura de internet está en la raíz del nuevo poder popular: en Túnez, como en muchos países musulmanes, la mitad de la población tiene menos de 25 años.
Por eso podemos hablar de wikirrevolución. O sea, de una revuelta cogenerada sin estrategia central, por la simple indignación de miles de jóvenes dispuestos a arriesgar sus vidas. No tanto, como se ha escrito, por el efecto de la revelación de cables estadounidenses por Wikileaks sobre la corrupción del régimen. Porque los tunecinos no necesitaban a Wikileaks para saber la corrupción profunda de su gobierno (la familia controlaba la mitad de las grandes empresas del país). La chispa que encendió la hoguera provino de la rabia subsiguiente a la autoinmolación del joven vendedor ambulante Mohamed Buazizi en la ciudad de Sidi Buzid. Y su suicidio fue un último grito contra la humillación cotidiana a que le sometía la policía local.
En ese gesto de morir por su dignidad se reconocieron muchos jóvenes, incluido otro del que se habla menos, Lahsin Naji, que se electrocutó colgándose de un cable de alta tensión en Sidi Buzid mientras gritaba: “Basta de miseria, basta de paro” (el paro juvenil rebasa el 40%). Cuando la policía ocupó Sidi Buzid, la revuelta se extendió por otras ciudades hasta llegar a Túnez. Y cuando, tras 72 muertos, se dio orden al ejército de disparar, los jefes militares se negaron y se interpusieron frente a la policía política. Conforme se difundían las revueltas, la televisión por satélite, que tenía la mitad de la audiencia frente a la infumable propaganda televisiva oficial, empezó a difundir reportajes especiales –en particular Al Yazira–, pero también la BBC en árabe, France 24, Al Hiwar y otras, captando la atención del mundo árabe (curiosamente mucho menos en el mundo occidental, pese a la emisión en inglés y francés). Al Yazira creó un sistema interactivo con la información difundida por internet por los propios ciudadanos, usándolos como fuente documental y también organizando grupos en Facebook, y transmitiendo directamente a los móviles de forma gratuita. Así parece emerger el nuevo sistemade comunicación de masas construido como mezcla interactiva y multimodal entre televisión, internet, radio y plataformas de comunicación móvil. La comunicación del futuro ya se usa en las revoluciones del presente.
Obviamente, no es la comunicación la que origina la revuelta. Esta tiene causas profundas en la miseria y la exclusión social de buena parte de la población, en la pantomima de democracia, en el oscurantismo informativo, en el encarcelamiento y tortura de miles de personas, en la transformación de todo un país en la finca de las familias Ben Ali y Trabelsi con el beneplácito de EE.UU., los países europeos y las dictaduras árabes. Pero sin esa nueva forma de comunicación la revolución tunecina no hubiera tenido las mismas características: su espontaneidad, la ausencia de líderes, el protagonismo de estudiantes y profesionales, junto con los políticos de la oposición y los sindicatos jugando un papel de apoyo cuando estaba el proceso en marcha.
Es más, el efecto directo de la caída del régimen ha sido una extraordinaria primavera de libertad de prensa. El insufrible canal 7 se convirtió en Televisión Nacional Tunecina e informa con independencia, como la popular radio Mosaique y los principales diarios Al Churuk y Al Sarih, que ahora exponen en titulares la corrupción del régimen una vez que los periodistas echaron a los directores. Esta comunicación libre hace difícil a los políticos de la transición manipular el proceso como quieren. Cada intento de gobierno continuista se encuentra con una oleada de informaciones sobre los nuevos líderes que alienta la persistente protesta popular contra un cambio de fachada. De modo que, aunque, como siempre en la historia, los mismos perros con distintos collares y con los mismos amos se aprestan a retomar el poder, la revolución del jazmín no será tan fácil de doblegar porque es una revolución basada en la libre comunicación. Quienes mejor lo saben son los regímenes árabes que están en estado de alerta. Ya ha habido diez autoinmolaciones de protesta en Egipto y otros países, las manifestaciones se suceden, internet se puebla de llamamientos y debates y Al Yazira gana audiencia en una juventud que siente el embriagador aroma de la libertad.º

Once artículos para entender (mejor) la revuelta egipcia
¿De dónde viene la actitud del Ejército? ¿Por qué China refuerza la censura? ¿Pasará lo mismo que en Irán en 1979? ¿Qué piensa Israel? ¿Cuál es la alternativa a Hosni Mubarak? Repasa a través de este quiosco algunas claves de la crisis
EL PAÍS - Madrid - 02/02/2011

- La revista Slate se adentra en la gran marcha -y sus prolegómenos- que reventó la plaza de Tharir el primero de febrero.
- El semanal Time aborda la reacción de contención del Ejército egipcio y el papel en esa estrategia de Estados Unidos.
- Newsweek gira alrededor de Egipto y analiza el posible contagio de la revuelta hacia Yemén, Jordania, Siria...
- El más que experimentado cronista de The New York Times, Thomas L. Friedman, relata desde Cisjordania cómo golpea a Israel la revuelta en Egipto y la convulsión en el mundo árabe.
- "La larga espera" es el título de un reportaje especial en el semanario The Economist publicado antes de la revuelta, pero esencial para entender la semilla que hizo crecer el clamor contra Mubarak.
- The Christian Science Monitor, decano del quiosco estadounidense, marca la distancia que aleja la revolución de 1979 en Irán y la que hoy sacude Egipto.
- Foreign Policy mira hacia China y su censura para afrontar otro de los enfoques de la marea desatada en las calles de Egipto.
- El vespertino francés Le Monde, en su edición digital, despieza a la oposición al régimen de Mubarak.
- Jon Lee Anderson, para The New Yorker, ofrece algunas lecciones aprendidas de caídas precedentes de dictaduras.
- La sección The Sweep de CNN dibuja el nuevo marco de relaciones de EE UU y la Administración Obama en Oriente Próximo. Merece una lectura aunque solo sea por el chascarrillo del primer párrafo.
- El sociólogo Manuel Castells analiza la implicación de las redes en la revolución egipcia en un artículo en La Vanguardia.
“No hay contradicción entre la democracia y el Islam”
El Sayed Ibrahim, director del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos
“Hay gente que alega ser el defensor de la religión, y empiezan a cometer actos que no coinciden con sus preceptos"
Jesús Bastante, 03 de febrero de 2011 a las 09:23
(Jesús Bastante).- "No hay contradicción entre democracia y la religión musulmana. Otra cosa es que en los países islámicos no se haya conseguido todavía vivir en democracia". Las expresiones de El Sayed Ibrahim, director del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos, efectuadas antes de las movilizaciones producidas en Túnez, el propio Egipto y otros países del Magreb, resultan reveladoras. "Todos tenemos que convivir en la misma sociedad, con las mismas obligaciones y derechos, y que cada uno practique su religión independientemente de cualquier otro concepto", afirma, aunque insiste en que, en el caso de su país, no se da esta discriminación, ni siquiera en el caso de los coptos.
Estamos en un mundo en el que vemos en conflicto cualquier cosa que nos suene diferente, especialmente en lo referente a las culturas y religiones. El Sayed es egipcio, musulmán, pero que se doctoró en El Teatro Español del siglo XVIII
Me interesó la época y los temas que los dramaturgos planteaban, porque se parecen mucho a los temas islámicos, como el matrimonio, la autoridad parental que se impone sobre las mujeres para casarse, la nobleza y el pueblo llano, el duelo... Era una temática muy parecida a nuestro mundo. Es una época poco estudiada.
Una de las cuestiones que más nos interesaban eran esos puntos de unión entre el mundo occidental, cristiano, y el mundo musulmán. ¿Cómo observas esa relación?
Creo que las relaciones humanas en general son siempre tema de controversia, a veces movidos por motivos ajenos a la voluntad de los pueblos, otras veces por extremismo o fanatismo hacia una cultura o religión, pero al fin y al cabo todos los pueblos de la Tierra son hermanos, y nuestra religión lo dice. En una ley del Corán, dios dice: "Os hemos creado pueblos y tribus diferentes para que os conozcáis". El acercamiento entre los pueblos es un tema que me preocupa, porque sin ningún motivo vemos esa clasificación Occidente-Oriente, Norte-Sur, buenos-malos.... Que no me gustan y espero que el mundo piense en el otro, que es un semejante, con sus tradiciones, costumbres que hay que respetar.
¿Cuál es el papel de la religión en ese proceso, tanto para mal como para bien?
La religión islámica viene después del Judaísmo y el Cristianismo, y para nosotros es la complementaria de estas religiones celestiales. Es un sistema de vida, de amor, de fraternidad, de colaboración y cooperación y nunca de conflicto ni de discordia. Ahora: hay gente que alega ser el defensor de la religión, y empiezan a cometer actos que no coinciden con sus preceptos... Hay muchos que actúan movidos por sus intereses, alegando la religión. Nuestra religión siempre llama a la buena vecindad, el amor hacia el otro. Todos tenemos que convivir en la misma sociedad, con las mismas obligaciones y derechos, y que cada uno practique su religión independientemente de cualquier otro concepto.
¿Cómo está esa convivencia en nuestro país? ¿Se ha notado alguna diferencia a partir del 11-m?
España es uno de los países donde mejor se lleva la gente de diferentes etnias, religiones. He estado en España desde el verano de 1978 al 80, y luego volví a comienzos de los 90 y en la actualidad. Hay diferencias, y negativas. En los años 70-80, notaba que la gente era mucho más amable, abierta... Ahora se nota algo de reticencia, conservadurismo en el trato con el extranjero. Pero en general, es una de las sociedades donde mejor se vive.
¿Es posible una convivencia normalizada para los musulmanes que viven en España con las reglas democráticas de esta sociedad?
No hay contradicción entre la democracia y la religión islámica. El Islam es un modelo de democracia, otra cosa es que en los países islámicos no haya democracia. La comunidad egipcia en España vive muy bien, ejerce su religión sin ninguna molestia y acatando las leyes, costumbres y tradiciones del país que lo acoge. Ninguna queja o problema. Es más, la gente va allí de vacaciones y empieza a comparar: por qué nosotros no vivimos como en Espasa, con democracia... y desean que su país sea como España. El camino es que trabajemos como aquí, que nos esforcemos sin que haya alguien controlándolo.
Se están produciendo las elecciones en Egipto, la violencia sobre los coptos...
Esta situación no es ninguna novedad. Las elecciones parlamentarias de Egipto han terminado con una mayoría abrumadora del partido de Hosni Mubarak. Se habla mucho de coptos y musulmanes, de dos confesiones que no se llevan bien... Esto es propaganda que una parte de los coptos, que vive en Estados Unidos, es la que levanta el lema de injusticia y desigualdad, etc.... Si uno va a Egipto, verá cómo conviven los musulmanes y los coptos. No se pueden diferenciar, solo sabiendo que el nombre de fulano es Antonio o Mohamed, pero son vecinos, amigos de trabajo, compañeros de clase... todos se llevan muy bien. Yo soy profesor en la universidad del sur, y sé que en el sur hay más concentración de coptos. Soy testigo de esta relación estrecha entre musulmanes y coptos. Ahora: que si no hay justicia en el reparto de poder, hay ministros coptos y gobernadores coptos. No hay discriminación a los coptos.
Háblenos del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos
Creado en 1950 por el rey Farad. Dada la especial relación de España con el mundo árabe, y la historia de los árabes en Espasa. El objetivo era ser un centro de investigación en la historia, la cultura, de difusión de la cultura egipcia.... Viene llevando muchas actividades culturales, conferencias, cursos... para dar a conocer la cultura y la lengua de nuestro país. Enseñamos lengua árabe para extranjeros. El instituto depende de la Embajada de Egipto. La colaboración con las autoridades españolas es muy estrecha
Este es el objetivo. Egipto es el país del futuro.
Es una iniciativa muy novedosa. Es el mejor medio para conocernos, darnos a entender y estrechar lazos de amistad y colaboración.

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